Volvemos con otro fragmento de esta prima obra en honor de René Barjavel, Robert A. Heinlein, Isaac Asimov y todos los prestigiosos autores de ciencia ficción.
Nos habíamos quedado aquí, cuando nos encontramos con DOS HUMANOS.
(Pintura de Vicente Romero Redondo, español)
(Imagen obtenida en google)
El hombre permanecía con su puño izquierdo apoyado sobre su pecho y el
brazo derecho plegado hacia arriba con el índice extendido, como señalando algo
encima de él. Parecía más bien un saludo que una advertencia de que algo
ocurriese ahí arriba y era el mismo gesto que
habían visto Magnus y Geraldine antes de difuminarse ante sí las figuras
de la sala que descubrieron y los cuadros parapetados en la misma postura. Su
complexión era fuerte y admirable, sin resultar grande o falto de armonía. El
tórax espacioso, con músculos largos y bien formados, brazos fuertes y manos
con dedos esbeltos y extensos, vientre plano surcado de pequeños músculos y su
pene tan erecto como si el hielo le hubiera sorprendido dispuesto a hacer el
amor a su amada. Era sorprendente su físico. Ambos cuerpos eran jóvenes, pero
no como una juventud tal y como la entendemos, en años de vida en general, sino
como la juventud de una especie, el albor y el nacimiento de una nueva raza.
Eran los primeros hombres, por tanto, eran más puros, más jóvenes y nuevos,
conservados inmutables desde la infancia de la humanidad entera.
Nos habíamos quedado aquí, cuando nos encontramos con DOS HUMANOS.
(Pintura de Vicente Romero Redondo, español)
Las imágenes
de la pareja dieron la vuelta al mundo y fue una auténtica conmoción universal.
Las damas de cualquier edad, condición social y raza no podían apartar sus ojos
de su miembro erguido, desafiante de amor. En armonía con él, su cuerpo era
delgado y musculoso; parecía cincelado por los clásicos griegos. Todas ellas se
sintieron celosas de la mujer que yacía a su lado porque estaba claro que ambos
eran una pareja. Los hombres se enamoraron de la dulzura, de la sensualidad y
belleza que emanaba del cuerpo de ella. A partir de aquél día parecía que no
hubiera nada más interesante que esta noticia. Todas las demás quedaron
relegadas a un segundo plano.
Por días las
holografías de sus dos cuerpos, las imágenes en 3D, fueron la única
conversación, el único interés común a nivel internacional. Algo así no se
había conseguido jamás con nada, ni guerras, ni crisis, ni enfermedades… ni
planes aglutinantes. Era estremecedor, algo que unió a todas las personas de
los cinco continentes. Un proyecto común. El primero, en toda la historia de la
humanidad.
Había costado tanto que todos los países pusiesen su granito de arena, en
mayor o menor proporción. Se jugaban el título y el honor de ser sus
descubridores ─todos lo pretendían─ pero el grupo de científicos se negó en
redondo. El Descubrimiento pertenecería a toda la Humanidad y todo lo que se
obtuviera de él, ya fueran inventos, máquinas, conocimientos, explotación de
los mismos… sería de todos. En beneficio del mundo entero.
Y conforme a este acuerdo comunitario, se dictaron por primera vez Leyes
Universales al respecto para garantizar el desarrollo de este gran proyecto. Y,
también fueron las únicas leyes aprobadas unánimemente por todos los países
integrantes, por la Humanidad entera.
Por lo mucho que se jugaba en esta expedición se habían extremado las
medidas de seguridad. La estación polar Ibiza tenía su propio cuerpo de seguridad
que impedía el acceso al pozo a toda persona ajena a la exploración y con
órdenes de registrar minuciosamente a todos los empleados.
(Pintura ciclópea de Michal Kurncz)
Ignorábamos
todo de ellos. Si estaban muertos o dormidos. Si les amenazábamos con nuestra
inevitable invasión o eran una amenaza para el mundo. No lo parecían. Pero…
Tras conseguir por medio de tres grandes ventosas articuladas de inyección
de aire abrir la puerta de acceso, nos dispusimos a entrar. Tan solo existían
dos trajes como los de los astronautas capaces de resistir ese frío casi
líquido. Los demás estaban ya casi listos y se enviarían pronto. Por primera
vez, Richard lamentó su volumen ya que le era imposible ponerse uno de aquellos
trajes. Se acordó que Magnus y Geraldine fueran los que entrasen.
En el interior había una luz azul que procedía de las propias paredes de la
esfera. Lo inundaba todo de una forma sutil pero nítida. Todo estaba dispuesto
en torno a la pareja, formando un círculo en el que incidía la luz y descubría
aparatos que por sus formas o aspectos nos eran completamente desconocidos. Al
entrar nos dimos cuenta de que no había la supuesta ingravidez. Existía la
gravedad, la misma que teníamos fuera, pero los pasillos, caminos, túneles o
escaleras eran absolutamente transparentes, tan diáfanos como si no existieran
pero sólidos.
Siempre intentando no extraer ni introducir nada del exterior, salvo
nuestros cuerpos con sus trajes termoaislantes y luces detectoras especiales
reflectantes de las anomalías en el suelo, invadimos ese íntimo refugio. Al ser
dirigidas las luces a los escalones que a simple vista no existían, reflejaban
la luz y se convertían en sólidos, tal como eran en realidad.
*********
A mí personalmente me pareció una violación execrable
aquel acto, pero me abstuve de cualquier comentario que lo desvelara. Solo sé
que al contemplar a la mujer, a esa extraordinaria y sublime belleza angelical,
a aquel cuerpo sensual y tan femenino con el que siempre ha soñado cualquier
hombre en su vida, me enamoré por primera vez desde que nací. Yacías allí con
las piernas juntas y las manos cruzadas por debajo del pecho, tus senos ovales
eran perfectos, las líneas de tus muslos y caderas redondeadas como si el
viento las hubiera alisado durante milenios. Tu pubis, discretamente tapado por
los cortos pelos, resaltaba porque era la única nota de color, el negro, que
destacaba en tu níveo cuerpo. Tu vientre plano, dador de vida y esperanza, y
donde quisiera reposar mi cabeza eternamente. Los pies perfectos, los hombros
rellenos, los brazos elípticos, los codos redondos y finos… todo en ti estaba
dotado de hermosura y era bello.
De tu rostro aún nada podíamos decir. Tampoco del del
hombre, pues ambos estaban tapados por una máscara de oro de rasgos estilizados
y agraciados.
(Imagen obtenida en google)
Esto fue lo que la humanidad entera contempló y por un momento, se
sintieron viejos y ancianos, hasta los más jóvenes. Éramos una raza gastada que
existía desde hacía milenios y eso es lo que ponía de manifiesto esa impecable
pareja.
(La lectura continua aquí)
(La lectura continua aquí)
Por qué aquí, en este párrafo; "Solo sé que al contemplar a la mujer, a esa extraordinaria y sublime belleza angelical, a aquel cuerpo sensual y tan femenino con el que siempre ha soñado cualquier hombre en su vida, me enamoré por primera vez desde que nací." Hablas como si hablaras en pasado, y, en este otro párrafo; "Yacías allí con las piernas juntas y las manos cruzadas por debajo del pecho, tus senos ovales eran perfectos, las líneas de tus muslos y caderas redondeadas como si el viento las hubiera alisado durante milenios. Tu pubis, discretamente tapado por los cortos pelos, destacaba porque era la única nota de color, el negro, que destacaba en tu níveo cuerpo. Tu vientre plano, dador de vida y esperanza, y donde quisiera reposar mi cabeza eternamente. Los pies perfectos, los hombros rellenos, los brazos elípticos, los codos redondos y finos… todo en ti estaba dotado de hermosura y era bello." Hablas como si le hablaras a ella directamente? no lo lo acabo de entender...
ResponderEliminarTienes toda la razón. Ahora lo intento mejorar. Es que la historia ya ha pasado en realidad y él va contándola pero de vez en cuando, en su recuerdo es cuando aparece el presente, porque nos cuenta cómo fue para él ese encuentro.
EliminarGracias Frank.
Un abrazo.
Una descripción muy bella... la imaginación vuela...
ResponderEliminarQuiero más, mucho más... sigo enganchada!!!
Gracias Ricardo.
Besos.
Muchísimas gracias, Marta, por seguir leyendo y por tus palabras. Es un honor que te siga gustando y me siento muy bien.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Ricardo,la descripciones son sublimes, dignas de un gran escritor. Estoy totalmente enganchado con la novela.Me ha sorprendido gratamente tu altísimo nivel. Enhorabuena ,amigo, Sotirios.
ResponderEliminarEs todo un placer leer estas palabras, Sotirios. Elevan la moral y el ego. Mañana subiré la siguiente parte, aún queda mucho por delante.
EliminarMuchísimas gracias, Sotirios.
Una abrazo muy fuerte.
A nuestro amigo Fran, no se le va nada jaja, buena observación y buenísima la historia, felicidades Ricardo, sigo aquí, abrazos..
ResponderEliminarGracias por todos tus comentarios, Salomé. He agradecido mucho todos los que me has ido dedicando a lo largo de los fragmentos que he ido subiendo.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Este capitulo me encantó. Te remarco una repetición en la palabra destacaba: "Tu pubis, discretamente tapado por los cortos pelos, destacaba porque era la única nota de color, el negro, que destacaba en tu níveo cuerpo..."
ResponderEliminarSigoooo ijiji esta noche me pongo al día creo!
Muakkkk.
Tienes razón Karina. Voy a corregirlo ya. Gracias, muchísimas gracias.
EliminarUn abrazo.