(Imagen encontrada en google)
En el pozo de hielo, Henry Meyer,
armado con su pláser (mezcla de láser y plasma), de construcción
japonesa y española, como explica la traductora, comienza la
operación con su traje de amianto, blanco y su máscara de vidrio y
acero, atacando con una lanza de luz azul.
Geraldine, con traje de amianto,
se reúne con Henry y se arrodilla a su lado. Les protege una especie
de escudo blindado colocado frente a sus muslos y contempla como el
haz de luz rosa ahora, penetra dentro del oro, que hierve y se
desvanece en olas de luz azul.
De pronto estalla un aullido
sobreagudo. La llama, la luz, las ondas, el humo son violentamente
aspirados desde abajo. El pesado escudo cae. Geraldine también y
Meyer se agarra como puede al soplete, mientras alguien corta la
corriente. Se ha penetrado en el globo y la succión es debida a que
el interior está a bastante menos temperatura que en el exterior.
Magnus,
moreno,
pelo negro, ojos verdes, era delgado pero atlético y se destacaba
por ser tranquilo, afianzado y seguro, ya estaba sobre el globo, al lado de Richard y de Brown, el ingeniero
londinense de Televisión que trae consigo un grueso cable, que en su
final está dividido con una cámara y con un reflector diminuto,
pero potente.
Brown va dando las órdenes
oportunas para introducirlo por el agujero que han hecho y Geraldine,
se dirige al fondo del Pozo dónde están los receptores. Brown da la
orden para encender la luz y grabar y de repente, todos sostienen el
aliento.
La
conexión es directa a cada uno de los hogares del mundo que tengan
televisión a través del satélite particular de la estación Ibiza
y lo que se ve no es más que un remolino de motas grises o blancas,
según les de la luz del receptor.
─ ¡Arena! ¡Horrible arena…!
─grita Richard.
Son
los remolinos provocados por la succión tremenda que se ha producido
con la abertura del agujero. Enry Lavois ordena a través de los
receptores que hagan saltar el fondo de la caja. Con la caja se
refería a una estructura que hallamos cuando despojamos de arena el
fondo del Pozo, de tamaño rectangular y sobre la que se apoyaba el
Globo. Al principio, lo llamamos pedestal o base, porque era lo que
parecía pero, no sabíamos exactamente qué es lo que contenía.
Ante esta
orden se organiza un pandemónium porque muchos de los científicos
creen que si se hace estallar la caja, el Huevo se caerá o podría
ser algo muy importante y no querrían hacerlo saltar por los aires,
así que tras un pequeño cónclave se decidió que, en estas
circunstancias debíamos mejor intentar entrar por la puerta soldada
que ya habíamos encontrado. Esta estaba lista para abrirse en
cualquier momento. Así que se subieron en la canasta-ascensor, para
llegar a la plataforma Helf, el jefe mecánico, Richard, Geraldine,
Brown y su cámara digital, el africano, Numba, el chino, Li-Op-Te,
el japonés, Kirushima, el alemán, Meyer y Magnus.
La puerta ya había sido abierta
y no resultó mortal ni tenía adherido algún artefacto explosivo o
detonador. Fue un alivio después de tanta tensión.
Éramos demasiados pero no se
podía herir susceptibilidades de los países patrocinadores. Magnus
fue el que primero entró porque lo pidió y además de ser el más
joven, era el más delgado. Iba ataviado con un mono de color azul
marino, con calefacción, botas de fieltro negras termo-aislantes y
un gorro de visón. En el interior la temperatura era de 37 grados
bajo cero. Así que Magnus llevaba una máscara de oxígeno preparada
para ponérsela, una lámpara halógena en la frente y una pistola de
partículas que le obligaron a llevar, en el cinto.
─ ¿Qué ves? ─ gritó Richard.
Tras una pausa se oyó en sus
receptores:
─ ¡Estoy de pie! Hay un
suelo. Pero no veo… ¡Nada…! No hay nada que ver…
─ ¿Cómo que no? ─ chilló
Richard.
Se
situó en la entrada rápidamente. Su mono era rosa fucsia con un
bonete en la cabeza de lana verde y coronado por un pompón
multicolor.
─ ¡Va a hacer que todo se
rompa! ─ gritó Geraldine.
─ No peso nada ─ contestó
─. Soy como un copo de nieve.
Y
con una sonrisa se ajustó la máscara y entró, mientras la cámara
y los reflectores halógenos le seguían. Magnus estaba parado en
mitad del suelo de oro y cuando Richard y Helf estuvieron a su lado
les mostró las paredes que eran de un color azulado claro como el
cielo y cuyo aspecto era poroso, gomoso y entelarañado. En una
figura rectangular apoyó la mano suavemente y una puerta se abrió,
la retiró y se cerró. Richard que no podía permanecer más tiempo
parado, empujó la puerta y entró. Había un pasillo muy largo hasta
otra puerta del mismo color y los tres flanqueados por Magnus
entraron. Al llegar al final, Richard extendió la mano para abrir la
puerta pero esta atravesó la pared y volvió a sacarla, asustado.
Mientras yo también comprobaba que la pared de mi lado era
igualmente hueca. Al intentarlo Helf, se tropezó con Richard que se
daba la vuelta y atravesó la pared gritando. A pocos segundos se oyó
un golpe sordo contra el suelo y de repente, como si aquello hubiera
disparado miles de bombas escondidas, las paredes se fueron cayendo,
desmadejadas, deshilachadas… Todo a nuestro alrededor caía, en
unos segundos pudimos ver árboles, atuendos, personas esculpidas,
plantas, cuadros con pinturas, caballos, aves, collares, espejos,
mesas, sillas… todo desaparecía y caía hacia el suelo y cuando
llegaba ahí, sin oírse, subía un humo negro hacia arriba que nos
impregnaba y no nos dejaba ver más.
Todo lo que en esa sala se
hubiere acumulado durante mucho tiempo y, supuestamente, para
preservarlo para el futuro, se evaporó. Cuando las paredes se
disolvieron y el polvo negro no dejaba de subir, Richard me agarró
fuertemente. Alrededor nuestro no había nada… ¡Nada…! Estábamos
al final del pasillo de oro y solo quedaba ese pasillo de oro por el
cual habíamos llegado. Helf estaba en el fondo del Globo, a ocho
pisos de distancia, muerto, atravesado por una columna de oro.
Retrocedimos con precaución, de
rodillas. Y sellamos la puerta hasta que se dilucidara lo que
convendría hacer a continuación.
Este relato continua aquí.
Ya apareció Richard, ese tío me cae muy bien. Ja,ja,ja,ja,ja,ja (y no es porque me vea reflejado en él, que conste yo jamás me pondría un pompon). ja,ja,ja,ja,ja,ja
ResponderEliminarSí, ya apareció y que bien me cae el tipo ese, oye.
EliminarGracias por pasarte por aquí, esbelto caballero y dejar un comentario sobre esta feliz figura.
Un abrazo.
Ricardo, gracias por mantenerme en tensión a base de pequeñas "píldoras"... me encanta!!!
ResponderEliminarFrank, te queda divino el mono fucsia, jajajaja
Besos.
Muchísimas gracias, Marta. Te agradezco tus palabras. Sí, le queda divino a Frank el mono fucsia y la bata con el pompón, pero si te fijas es muy feliz.
EliminarUn abrazo.
Me uno a los halagos. Estas pequeñas píldoras, como dice Marta, nos están haciendo adictos. Al menos a mi.
ResponderEliminarSaludos!
Muchísimas gracias, Ramón. Es un placer verte por aquí y que comentes. No te haces una idea de la ilusión que produce.
EliminarSaludos.
Me mantuvo como en suspenso desde que comencé a leer.
ResponderEliminarMe encanta, voy por más!!!´
Cariños...
Muchísimas gracias, Oriana. Era lo que pretendía, así que me complazco en que te guste y te interese.
EliminarUn abrazo.
Muchas gracias por ofrecernos estos tramos de tu novela en la que viertes de manera amena lo más atrayente y atractivo. Me produce casi un placer adictivo porque cada vez quiero más y además se pone más interesante.
ResponderEliminar¿Podrás superar a esta entrada algún día?
Saludos.
Pepitoooooo... ¡¡¡Cuánto tiempo sin verte!!!
EliminarCreí que te había tragado un lobo. Gracias por pasarte a leer y a comentar. Es un placer y un honor y espero haber conseguido lo que me preguntas con la entrada de hoy.
Un abrazo muy, muy fuerte y un beso.
Ricardo, como se entera algún director de hollywood se la hace película. El tema es cada vez más interesante. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sotirios. En serio. Agradezco tu opinión. Y no estaría nada mal que se hiciera una película sobre esto.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
La verdad nunca me había interesado por este género literario, Ciencia-Ficción, pero gracias a ti Ricardo me has dejado sorprendida, gracias muchas gracias..
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Salomé. A mí, como es de suponer, es el que más me gusta pero no el único.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Al fin retomo la lectura! Frank con un pompón jajjaaa eso sí que jo lo imagino. Me gusta como va la historia.
ResponderEliminarObservé una cosita en la mitad del segundo párrafo después del diálogo cuando dice:
"Está estaba lista para abrirse..." creo que te referís a "Ésta".
Un beso, sigoooo :)
Muchas gracias, Karina. Sigo tus instrucciones para quitar ese acento equivocado.
EliminarUn beso y sí, es Frank.