Seguimos en pruebas. Se abre la veda para opiniones, críticas, propuestas y demás. Soy todo ojos.
La historia empezó aquí.
Al bajar sentí como una de mis orejas se doblaba en un
intento de llegar a mi pómulo, mi nariz, que para entonces se había congelado, quería torcerse hasta la otra oreja y
tuve que resguardarme con los gorros y las gafas que me ofrecieron. La respiración formaba carámbanos ya debajo de los orificios nasales. Me subí helado a uno de los frost-truck y tuve que poner en el asiento
una manta doblada en cuatro para que mi piel y mi slip no se quedasen pegados
allí.
El frío y
las tormentas con vientos de hasta 120 kilómetros por hora, en el mejor de los
días, hacía muy difícil la llegada allí, pero la permanencia para los que
llevaban ya mucho tiempo era una tortura.
El hielo y el viento que nunca
cesaba, que era ininterrumpido y les azotaba a todos, a sus estructuras, a sus
campamentos, a sus antenas. Y que siempre venía del mismo lado, intentando
echarles, que se marcharan de allí y que no volvieran más. Esa no era tierra
para los seres humanos, solo para el hielo y el viento, la nieve y el granizo.
Sin embargo, todos estos aguerridos expedicionarios dejaron atrás su cansancio,
olvidaron sus ilusiones y deseos de volver a casa y ver a sus familias ante
aquel hallazgo. Ya no tenían ganas de irse, querían ser descubridores,
verdaderos exploradores de un mundo sin indagar. Lo cual en el momento presente
en que el mundo estaba todo visto, hollado, pisado… era casi imposible. Por ese
motivo habían ido allí y por ese motivo, ahora con mucha más razón, se iban a
quedar allí.
La estación polar Ibiza primitiva se amplió, en ella se instalaron los
almacenes y las emisoras de televisión y radio del Descubrimiento Internacional
Polar (DIP) y se convirtió en Ibiza Uno, la asentada en la montaña, a cuyo
alrededor se estaba horadando, haciendo galerías que se comunicaban entre sí.
Ibiza Dos, la que estaba en el subsuelo glacial, comprendía todas las demás
instalaciones y albergaba la pila atómica que suministraba la fuerza, la luz y
el calor a las otras dos subestaciones, Ibiza Uno e Ibiza Tres, la ciudad de la
superficie, compuesta de hangares, de frost-truck capaces de llevar un laboratorio
entero, freezing-caterpillar u orugas para el hielo, de vehículos y de las
máquinas que atacaban el hielo en todas las formas que la técnica había podido
imaginar.
Inglaterra, al ser la que hizo el
descubrimiento, era la potencia invitante; el inglés había sido elegido como
idioma de trabajo. Pero para hacer las relaciones más fáciles, Japón había
instalado en Ibiza Dos, una Traductora Universal de onda corta. Esta registraba
cada discurso, diálogo o estudio e inmediatamente lo traducía a 18 idiomas y 18
largos de ondas diferentes. Cada científico, jefe de equipo y técnico
importante había recibido un receptor del tamaño de una almendra, ajustado al
largo de onda de su lengua materna, que llevaba de forma permanente en su oído.
Un pequeño manipulador de bolsillo, semejante a una chapa de las antiguas e
históricas coca-colas, le permitía aislarse del permanente bullicio que recibía
a través de su receptor así como establecer que solo se recibiera aquellas
conversaciones o diálogos en los que estaba interactuando.
Cada estado había aportado al
proyecto algo. La pila atómica era americana, los helicópteros pesados de
despegue vertical eran rusos, la ropa acolchada y termoaislante de abrigo
china, las botas finlandesas, el whisky irlandés y la comida española, por
supuesto. Los frost-truck o camiones para el hielo y las orugas eran franceses.
Había máquinas y aparatos alemanes, italianos, ingleses, canadienses, carne de
Argentina y frutas de Israel y España. El acondicionamiento de aire y el
confort en el interior de Ibiza Uno y Dos eran americanos, y tan conseguidos,
que se habían podido trasladar las familias de los expedicionarios, aunque no eran muchos los que hacían uso de esta posibilidad.
Después de las costosísimas excavaciones en busca del origen de aquellas
ondas, de la fuente emisora, mediante el análisis de las muestras recogidas del
hielo obtenido en zonas cada vez más profundas, abisales, supimos que aquello
que estábamos buscando, se remontaba a
¡¡¡900.000 años antes!!! Ya no hablábamos de historia ni de prehistoria sino de
algo totalmente ignoto. Un terreno totalmente desconocido. En el 2011 se habían
encontrado restos de un pequeño homínido en África aunque se trataba de un
adulto, lo que ponía en entredicho todas las teorías de los Homos Erectus y se
hacía plausible que los homínidos no fueran todos pertenecientes al mismo
grupo, sino que hubiera varios grupos, que se separaron y formaron sus propias
características. Luego, probablemente, se volvían a reunir por la necesidad,
pero muchas de esas especies se extinguieron. Lo que sí estaba claro es que
todos los restos arqueológicos más antiguos del mundo se encontraban en África.
Al Polo Sur no llegó ninguno de esos seres jamás. Y con este nuevo
descubrimiento nos dábamos cuenta de que no sabíamos nada en realidad ni podíamos
dar por sentado las teorías que hasta el momento aceptábamos como posibles.
Perforamos durante muchísimas horas
y días y aquello avanzaba a grandes velocidades.
A los 924
metros dimos con la superficie helada de lo que había sido una gran civilización.
Era la que habíamos visto en el dibujo de Gibson y la que había dado la vuelta
al mundo. La señal procedía de allí indudablemente, así que seguimos horadando
ampliando levemente el tubo del pozo. Encontramos un pájaro de color turquesa
con el cuello y el pecho amarillo, las patas de color coral, el pico verde,
achatado como el de un pato y los ojos negros brillantes. Cortamos el
rectángulo de hielo que contenía el pájaro y lo enviamos a la superficie, donde
decidieron que permaneciera en su ambiente, en un congelador transparente, cuya
imagen fue difundida por todos los medios audio-visuales establecidos en la
base, dando origen a un modelo a imitar en todas las tiendas de regalos y de
juguetes en forma de pegatinas, moldes, camisetas, pantalones, balones,
trofeos, libros, cuadernos o estatuillas de diversos materiales reproduciendo
el pájaro encontrado.
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Me tienes enganchado, con el ansia viva de saber más de la expedición y de lo que ocurra en las 3 Ibiza.
ResponderEliminarGracias por compartirlo!
Gracias a ti por leerlo y me alegro de que te guste. Es totalmente innovador pero vamos a ver qué sale.
ResponderEliminarUn saludo.
Como sigo teniendo ventaja, no me quiero aprovechar pero sigo diciendo que esta novela se merece que la publiques cuanto antes mejor (con sus correcciones pertinentes o lo que haga falta pero tienes que hacer por publicarla YA). Sigo alucinando con los detalles y brillantes descripciones que das, me tuvo en su día maravillado y aún me sigue maravillando.
ResponderEliminarMuchas gracias, Frank y puede que sí, que la publique. Vamos a ver. Porque luego lo que sigue a la publicación me da mucha pereza.
EliminarGracias por tus comentarios.
Un abrazo.
Oooohhh!!! Qué cachito tan pequeño... me has dejado con la miel en los labios... deseando que llegue la siguiente entrega.
ResponderEliminarGracias Ricardo!
No te preocupes, Marta, guapa que del próximo te vas a enterar, jajajajaja...
EliminarGracias a ti, por leer y comentar.
Se encontró un pájaro?!? De verdad es que es sorprendente, ahora sé que no tengo que esperar nada por que saldrá cualquier cosa de tu cabeza! Más, másssssssss.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Olga por leer y comentar. Gracias por esos comentarios. Un beso y un abrazo muy fuerte, pintora.
EliminarESPERO PRONTO SEGUIR LEYENDO LO QUE SIGUE SALUDOS
ResponderEliminarGracias por entrar y comentar, Soledad y tan pronto lo vas a tener que va a ser hoy mismo.
EliminarUn saludo.
Me siento que no sería capaz de corregirte algo, pero me voy a atrever a decir algo que vi, aunque puede que la errada sea yo jijij.
ResponderEliminarEn la parte que dice "mi nariz quería torcerse hasta la otra oreja y tuve que resguardarme con los gorros y las gafas que me ofrecieron. La nariz se me había congelado...." No sé, pero me parece repetitivo -nariz- podría ser que quede mejor de esta forma? : " mi nariz, que se había congelado, quería torcerse hasta la otra oreja y tuve que resguardarme con los gorros y las gafas que me ofrecieron. Para entonces mi respiración formaba carámbanos debajo de mis orificios nasales.
Bueno, no sé, tal vez está de más lo que digo. Corregime si no está bien, que de paso aprendo :)
¡Me encanta, me voy a leer la otra parte! Un beso.
Voy a ello. El problema que tuve ahí es que no hay un sinónimo correcto para las napias.
EliminarGracias por leer y comentar.
Un abrazo, Kary.
:) Un beso. Hoy en cuanto tenga un rato sigo leyendo!
EliminarRicardo, está tan bien hechas las descripciones y el ambiente que he empezado dudar si es te imaginación o describes hechos reales. Ya estoy enganchado voy al capitulo tres. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarSotirios, muchísimas gracias por tus palabras. Para un escritor es una felicidad que te gusten.
EliminarMuchísimas gracias, Lucía. Me alegran mucho tus palabras. También yo mataría por muchas de las máquinas a las que doy vida. Eso sí, nunca mataría a ningún animal, por supuesto. Espero que te siga gustando.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.
Me encanta el aire de igualdad y colaboración. Lo mejor de cada uno y un sistema que permita mantener una comunicación de iguales.
ResponderEliminarTambién me pareció curioso el detalle al final, sobre el hallazgo convertido en una simple curiosidad/moda.
En los pequeños detalles de redacción:
-- Redundancia: «que nunca cesaba, que era ininterrumpido», aún si lo segundo quería abarcar al conjunto, se ven raros puestos al lado.
--Seré quisquillosa y diré que esto podría reformularse (a menos que tenga intención): «se había podido aceptar la presencia de las mujeres de los expedicionarios o de sus maridos.»
--Amé esta frase: «Y con este nuevo descubrimiento nos dábamos cuenta de que no sabíamos nada en realidad ni podíamos dar por sentado las teorías que hasta el momento aceptábamos como posibles.»; es que me gusta mucho ese descubrimiento que vuelve cada cierto tiempo.
Muchísimas gracias Tania por tus aportes de tanto valor para mí. Me gusta que alguien lo lea, además de por placer, con aire de crítica.
ResponderEliminarReformularé los maridos y mujeres, jaajajajaja...
Un saludo.