Continuamos con esta magnética novela corta que viene de aquí.
(Pintura de Loren D. Adams)
Mediante un
macro-ordenador, Kris, conectado a otros súper-ordenadores recogidos en un
espacio al efecto, ─termo-aislante─ y gobernados por Kristian, el ingeniero
jefe de informática y lenguajes robóticos, iniciaron la extracción de las
correlaciones, combinaciones, permutaciones y variaciones con todas las
variantes conocidas, de una forma rápida
y precisa. Si se tratase de un centenar de expertos tardarían diez años en
establecer y descartar tantas variables como el ordenador en un una hora. Y con
ello podríamos encontrar el modo de “despertarlos” sin dañarlos.
Este debate
de la ONU fue retransmitido a los ocupantes de Ibiza Uno, Dos y Tres y se
propuso por medio de Richard una reunión urgente de todos los componentes de la
expedición, exceptuando a la prensa y televisión, claro está.
A la mañana siguiente, todas las televisiones del mundo y la radio daban la
noticia del comunicado hecho por la expedición Ibiza unánimemente. Este
consistía en lo siguiente:
1)
Negamos a toda nación el derecho a reivindicar ni un gramo del oro que hay
aquí.
2)
Sugerimos que se acuñe una moneda internacional con base a este oro, ya que da
igual que se encontrara aquí, bajo el hielo, que en las cámaras acorazadas y
subterráneas de cualquier banco del mundo.
3)
No reconocemos la autoridad de la ONU en cuanto organismo político, sobre la
pareja. Ellos garantizaban su seguridad e invitamos a los mejores científicos ─y
aquí había una lista no muy grande de ellos─ de estos países a que se unan a
nosotros en este devenir.
4)
Todos los conocimientos y desarrollos que se obtengan de nuestros estudios los
pondremos al servicio de la Humanidad entera sin distinción.
5)
Si se les ocurre mandar algún tipo de intervención armada ─por la ONU─
tiraremos la pila atómica en el pozo y perderemos todo lo que hemos descubierto
y lo que queda.
La primera reacción de la ONU no se
hizo esperar. Ordenó que un contingente de cascos azules se dirigía ya hacia
la base polar Ibiza para hacerse cargo de todo.
Dos horas después fue transmitido en todas partes del mundo una contestación en directo de los
científicos y especialistas que se hallaban en Ibiza, teniendo como primer ponente
a Richard, cuyo rostro rosado y rubicundo y su pelo rojo peinado con los dedos
hacía sugerir cualquier conversación amena y risueña, pero sus ojos se hallaban
oscuros y graves.
─Vean, señores, todos estamos
decididos, todos─ y la cámara hizo un rodeo para que salieran uno a uno todos
ellos─. No vamos a permitir que por codicias particulares, nacionales o
internacionales, vengan a llevarse nada de los bienes de los cuales quizás depende
la felicidad de todos los hombres y no solamente de unos pocos. Si los cascos
azules ponen un pie en el Polo Sur, destruiremos todo con nosotros incluidos
antes de dejarlo en manos de unos pocos. Con la pila atómica pondremos fin a
este ridículo debate.
A continuación, tomó la palabra
Geraldine que se encontraba tan emocionada que temblaba. Richard le puso una
mano en el hombro para que se calmase y ella se lo agradeció.
─Nosotros queremos trabajar aquí
para todos los hombres. Nos da igual la política, la economía o los intereses
privados─. Dijo la delegada rusa─. Es fácil impedírnoslo pues dependemos para
todo, hasta la comida y el vestido, de las naciones que han ido aportando su
ayuda. Sin ello no podremos continuar. Pero si hasta ahora ha sido un esfuerzo
común de todas las naciones, una generosa y desinteresada aportación, es
necesario que esa voluntad siga existiendo con la misma intensidad. Ustedes
pueden conseguirlo y no me refiero a los Estados, a sus Gobiernos o a sus
políticos, sino a ustedes, los que me están viendo en estos momentos en sus
hogares o en su trabajo. Es a los hombres, mujeres y pueblos que me ven a los
que me dirijo. Manifiéstense, escriban, hagan lo que puedan para que sus
gobernantes sigan con el esfuerzo que hasta ahora han prestado a esta obra
común. ¡Ayúdense y ayúdennos! ─ las lágrimas saltaban de sus ojos y en el
objetivo apareció una mano redonda ofreciendo un pañuelo amarillo que ella
tomó. ─Si nos obligan a irnos, no dejaremos nada detrás nuestro, ni siquiera
nosotros mismos─. Y ya el llanto ocupó el último minuto viéndose cómo Richard
la consolaba contra su enorme pecho. La última escena era la pareja en su
belleza e inamovilidad.
Este comunicado
fue radiado por todos los satélites del mundo durante 12 horas ininterrumpidas,
llegando a todos los hogares en sus propias lenguas. Todos pudieron verlo
aunque las televisiones monopolistas cortasen su retransmisión.
(Imagen sacada de Google)
(Imagen sacada de Google)
La respuesta al comunicado de los científicos no se hizo esperar. Desde el
pueblo más perdido en el lago de Sanabria (España) a los trashumantes de las
mesetas siberianas, todos escribieron y el correo postal colapsaba, no solo el
reparto de un pueblito pequeño, sino las oficinas principales de todas las
ciudades del mundo donde no cabía nada más. Se negaron a repartir dichos
correos. Todos los gobiernos y los políticos sabían lo que había en ellos. Su
número bastaba y las manifestaciones multitudinarias en todo el mundo se
reproducían, los wassap, los skype, los faxes, los mails, todo dispositivo de
comunicación se puso en alerta defendiendo la postura de los sabios. Tras el
batacazo que esto supuso para la ONU, debido a la onda expansiva que llegó a
todos los hogares, se vieron obligados a admitir todos los términos del
comunicado firmado por todos los miembros de la expedición polar Ibiza e
hicieron volver al destacamento de cascos azules que habían enviado en
dirección al Polo Sur.
La gente bramaba en la calle, gritaban, se abrazaban y felicitaban, aún sin
conocerse. Por primera vez ellos obligaban a sus gobiernos y actuaban unidos en
todo el mundo. Nadie podría parar su regocijo. Estaban exultantes.
Apenas unos días después, los
científicos mencionados en la lista llegaban a Ibiza Uno y con un gran equipo
necesario para la reanimación, incluido un robot americano que era lo último en
tecnología punto. Un robot psicólogo, hecho que descompuso totalmente a Edwina,
la eminente científica en Robótica y Psicología, Etnología y Arquitectura en espacios
difíciles, e incluso a Kristian, el Jefe de Informática y experto en lenguas de
todo el mundo, además de las que ya no existen.
Mientras, habían llegado más trajes de astronautas para que pudieran entrar
más científicos y no solo de dos en dos, aunque tampoco podían permanecer mucho
tiempo dentro porque los uniformes espaciales no estaban preparados para esa
temperatura. Richard seguía enfurecido y pataleando porque aún no había llegado
ninguno que él pudiera usar. Se encargó uno ex profeso para él, con la mayor
urgencia posible e insistió en que como era para él se confeccionara en color
púrpura y si no podía ser en turquesa o amarillo.
(Pintura de Loren D. Adams)
(Pintura de Loren D. Adams)
Después de
que los dos últimos científicos, Meyer y Brown, abandonaran el lugar, me
dispuse a salir volviendo hacia atrás mi mirada una y otra vez. No podía
apartarla de aquella diosa hecha realidad. No me di cuenta de que los guardias
de la puerta del globo o bola de oro no estaban, pero de reojo vi unas sombras
oscuras por la derecha. Rápidamente busqué a los centinelas y encontré sus
cuerpos tirados abajo a ambos lados de la escalera. Por lo que volví a meterme
en la bola y cerrar la puerta y me comuniqué con rapidez, por nuestra frecuencia
interna, con mis colegas. Así que alerté a todos y se pusieron velozmente en
camino para investigar lo sucedido.
Nuestro cuerpo de vigilancia y seguridad encontró a sus dos compañeros que
habían sido noqueados con sendos golpes en la cabeza. Obra de un profesional,
por supuesto. Mediante el registro minucioso de toda la zona, palmo a palmo,
encontramos detrás de unas rocas una oquedad, como un pequeño túnel. Nuestros
técnicos y los robots con cerebro positrónico que habíamos traído hicieron una
batida y se descubrió que ese pequeño pasadizo daba a un gran hueco dotado
de ascensor, como el nuestro, para las personas y para todo tipo de maquinaria
similar a la usada por nosotros, pero destinada exclusivamente a conectar, a
comunicar. Era una gran red de súper ordenadores que habían derivado una
conexión que enlazaba directamente con el tubo de comunicación del huevo con la
base Ibiza en la superficie. Magnus, el ingeniero jefe de la expedición estaba
al borde del colapso y antes de que arrancase con sus propias manos el grueso
tubo lleno de cables, Richard pulverizó sobre el tubo un disolvente que los
destruyó en segundos. Se ordenó detener a todo aquél que se encontrase a la
salida de este pozo.
Desde ese día no solo había cámaras para informar a los medios, sino por
todos los lugares de paso y los recónditos y escondidos huecos en torno al
huevo y a cualquier lugar. En el exterior se alzaron torretas para vigilantes
aunque era mucho mejor el sistema de vigilancia por escáner que, hasta ahora, no
se había utilizado para otra cosa que el gran hallazgo. De ese modo, supimos el
emplazamiento de nuestros espías pero, para cuando llegamos, no quedaba ni
rastro de la existencia de persona alguna, ni escrito o marca que nos llevara a
saber, al menos, la nacionalidad de nuestros invasores. Los equipos
electromagnéticos y los ordenadores eran rusos, chinos y japoneses, pero la
mitad de los existentes en el mundo también lo son.
Se establecieron turnos de guardia las veinticuatro horas al día. Nunca se
desprotegían los equipos, el huevo o los accesos al pozo, bajo ninguna
circunstancia. Y los registros corporales con los detectores de todo tipo
fueron cotidianos y obligatorios para todos. Incluso se llegó a hacer
inspecciones sorpresa en los habitáculos de los empleados.
También se requisaron los equipos de los espías tratando de saber a través
de sus bases de datos y archivos, qué era lo que pretendían y quiénes eran.
Lo que más temíamos Robert, Richard y yo era que alguno del grupo
científico, de nosotros, pudiera estar vendiéndose a alguna potencia en
particular. Pero, salvo para robar lo que allí había o destruirlo, no tenía
sentido el espionaje, puesto que todo era compartido con todas las potencias.
Aunque, dado lo que estaba en juego, los estados potentados podían intentar
cualquier cosa para obtener ventaja. Y no solamente ventaja. El conocimiento de
qué era esa energía que alimentaba a las dos esferas, proporcionando luz y
hielo desde hacía más de 900.000 años, y la permanente onda emitida, podría ser
muy dañino para sectores enormes de población que se alimentaban de las fuentes
de energía contaminante y podría ocurrir, que determinadas personas
multimillonarias en particular quisieran que no se supiera nunca, para seguir
llenándose los bolsillos, enriqueciéndose mientras arruinan la atmósfera y la
Tierra entera. El motor que ponía en funcionamiento la transmisión de la onda y
que aportaba hielo, helio y luz en cantidad suficiente para permanecer todo
ese tiempo encendido, debía alimentarse de alguna energía. No habíamos visto
cables, ni bombas o pilas atómicas, ni nucleares, ni hidrógenas, ni eólicas…
que alimentaran ese motor. Por tanto, en principio, no parecía alimentarse de
nada. Pero como ello es imposible para nosotros, este conocimiento era muy
peligroso para algunos y muy beneficioso para todos.
Por eso, tras repasar una y otra vez a nuestros compañeros, no vislumbramos
ni siquiera un atisbo de deshonestidad en ninguno de ellos. Nunca debíamos
bajar la guardia. Era demasiado importante el descubrimiento que teníamos por
delante.
*********
*********
Esta historia continua aquí.
Esta historia continua aquí.
Mañana comento que llegué a leer la mitad. .. me gusta 1!!!
ResponderEliminarYa lo terminé! Pero Ricardo! !! Pareces un experto escribiendo ciencia ficción! !
EliminarAdmiro el trabajo que hiciste de investigar y documentarte para esta novela. Te felicito. :)
Ya estoy al día así que espero más!
Un beso.
Muchas gracias, Karina. Gracias por tus palabras y por leértelo todo que me alegra que te guste y quieras más.
EliminarUn abrazo.
Ricardo, qué trabajo más extraordinario. Las frases están muy elaboradas, el vocabulario riquísimo, las descripciones sublimes y encima se aprende con tu texto un montón de cosas. Bravo , amigo, me has sorprendido sobremanera. Espero con ansia viva leer tu próximo capítulo. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sotirios. Se agradecen tus palabras y saber que te gusta el relato largo o novela. Espero que no pierdas el interés.
EliminarUn abrazo. Ricardo.
Ahora de nuevo toca esperar! que se despierten ya! sigues motivando. Desde luego un gran trabajo de documentación muy bien recreado. Ya tengo ganas de saber que tienen que contarnos esta pareja, por que dirán algo no?.
ResponderEliminarSoy una impaciente.
Tranquila, tranquila, Olga que sí, sí tienen muchas cosas que decirnos y más que demostrarnos. Gracias por tus palabras, son muy halagadoras.
Eliminar¡Ya me he puesto al dia! Lo malo es que ahora me tocará esperar para saber cómo sigue... Está de lo más interesante. Y me encanta la forma en que aparecen insertados los datos científicos, suena todo tan convincente y tan normal que hasta se me olvida que yo soy de letras y no entiendo ni papa... jajajaja.
ResponderEliminarYo también soy de letras pero la documentación es la documentación y además influye mucho la imaginación. Gracias por tus palabras. Me encanta que te hayas subido al carro de los lectores.
EliminarUn abrazo, Lucía.