Hace ya tres semanas que no he publicado ninguna entrada, quizás más. Tras estas vacaciones en la escritura hoy os pongo un episodio doble. Ya sabéis que en el anterior episodio nos quedamos aquí y toda esta historia empezó acá
La historia es de ciencia-ficción, aventuras, acción, thriller y amor. Mirar a ver si os gusta. Espero que sí.
(Música compuesta por Jaime Barkin para esta aventura exclusivamente. Detrás hay otras canciones que podéis escuchar).
Después de enderezar la Bola del
Mundo señaló la Antártida y con un delineador dibujó desde
Brasil, su punta, hacia abajo y uniendo en línea recta con África,
para luego posarse otra vez en la Antártida. Mientras lo hacía y lo
recubría de rayaduras indicando que esa era su tierra, pronunció su
nombre Silver. Silver era su país. Cuando intentó señalar al
enemigo dio más vueltas al globo y lo miraba extrañada, hasta que
lo vio claro. Unió la punta de Canadá hasta mitad del Atlántico y
desde ahí en línea recta hacia el sur y llegando a la altura de
Brasil y acabando por el otro lado en la Cordillera Andina que todos
conocemos. Luego rellenó todo, indicando que eso era tierra y ese
país se llamaba UnderBov. De modo que las dos Américas del Norte y
del Sur estaban unidas en una sola y la zona perteneciente al Caribe
y mitad del Atlántico eran tierra del enemigo y había otro
continente, actualmente Antártica que incluía todo el Polo Sur,
desde Brasil, siendo todo tierra hasta África a la que incluía. Ese
era el territorio de Silver.
*********
Ella se había hecho traer otros
objetos de los que aún no habían visto ni investigado desde lo del
accidente y muerte de Fiodor Vlaskov. Les mostró una cajita hecha de
algo semejante al nácar de colores pero no era ese material. Joyce
la abrió y procedió a tocar colores, aparentemente, al azar y cada
vez que tocaba uno de la caja salían unos zapatos del color que
había solicitado, en ese momento eran verde turquesa, tal y como iba
vestida. Se parecían a unas manoletinas pero nada en su composición
reconocían y la forma tampoco era exacta. Era como una segunda piel
para el pie pero fuerte y resistente que abrigaba y al mismo tiempo
impedía que cualquier piedrecilla o guijarro se clavase en el pie
haciéndole daño.
Los científicos ya tenían otro
artilugio para investigar. Se pusieron a palmotear como niños.
Geraldine le
dibujó a Joyce un zapato de tacón alto y estrecho y ella lo miró
horrorizada, pero la antropóloga le preguntó si la máquina era
capaz de construir algo así, que no estuviera programado en su
mundo.
─ ¿Para qué quieres eso? ─
le preguntó Joyce.
─Para usarlos en los pies.
A pesar del
extrañado gesto que puso, parecido al de cuando alguien cree que
otro está mal de la cabeza, se limitó a tocar una serie de colores
y cuando le preguntó el color en que los quería, Geraldine dijo
─Morados─ y le señaló sin
tocarlo el color más parecido que había al morado en su cajita de
zapatos.
(Imagen obtenida en google)
(Imagen obtenida en google)
Joyce presionó
otro distinto y salieron un par de magníficos y preciosos zapatos de
tacón de aguja, igual que los que se llevaban en el siglo pasado y
se volvían a llevar en este, por las chicas más a la moda. La única
diferencia es que no estaban hechos de ningún material que hubieran
hecho los humanos.
Muy contentos se quedaron todos y
mucho más aún cuando después cogió algo que se asemejaba a un
ábaco pero en donde las bolas contadoras no corrían a través de un
cable o sedal si no en el aire, como ionizadas y cada vez que Joyce
ponía su dedo en cualquiera de ellas una música diferente sonaba.
Músicas relajantes, hechizantes, mágicas. Nunca oídas pero no por
eso dejaban de apreciarse como auténticas melodías cercanas a la
perfección. Además, Magnus y los demás, notaban sobre sí mismos,
distintos sentimientos que les embargaban con las diferentes melodías
escuchadas. En eso se diferenciaban de las humanas en que las
nuestras podían producir esos sentimientos o los contrarios o no
sentir nada, dependiendo de los gustos. Sin embargo, en el ábaco era
imposible sustraerse a ellos. Todos sentían lo mismo, como si la
verdadera magia del aparato no fuera ya solo la música armoniosa con
que nos deleitaba sino la capacidad de producir diversos estados de
ánimo y sentimientos en nuestros corazones.
Y de esta forma Joyce se echó
hacia atrás cogiendo nuevamente mi mano y dando a entender que por
hoy era suficiente. Los científicos se llevaron los dos nuevos
aparatos como si fueran los regalos más hermosos y caros que les
hubieran entregado en su vida. Iban a investigarlos y probarlos.
Richard que les precedía con la cajita de zapatos iba caminando
ridículamente sobre las puntas de los pies y silbando una de las
melodías que había escuchado. Los demás le seguían señalándole
y sonriendo. Eran felices.
Aquél día había sido fatigoso
y pronto nos quedamos dormidos. Yo la contemplaba dormir, sentado en
una silla con su mano entre las mías y agaché la cabeza para darle
un beso pero temí despertarla y muchísimo más su reacción. Así
que me enderecé, me estiré y me acosté en mi cama, próxima a la
suya, con un suspiro de felicidad. Para mí lo que tenía ahora era
todo lo que quería tener.
(Fotografía encontrada en google)
*********
Como era de esperar, la máquina
de zapatos estaba igualmente vacía, al ser desmontada. No había ni
una molécula o un átomo que se pudiera reconocer como propulsor de
la energía necesaria para dotar a la máquina de lo necesario para
hacer zapatos y sin fin. Eternamente.
Los zapatos resultaron ser como
los vestidos, resistentes, nunca se manchaban, eran irrompibles, no
se deformaban y hasta corregían las dificultades que tuvieran las
personas al caminar. Servían de plantillas y de correctores.
La máquina fue otra cosa que
interesó soberanamente a todo el mundo. Una máquina que con solo un
toque podía aplacar a las masas vociferantes convirtiéndolas en
hermanitas de la caridad o revolverles por el suelo en un ataque de
risa sin precedentes.
Esto era un verdadero triunfo,
pero debía usarse por todos y con prudencia pues si caía en manos
indeseables o no adecuadas, se transformaría en un arma terrible
contra la libertad.
Todos los hogares recibían con
entusiasmo estas nuevas. Los más humildes pensaban en poder por fin,
alimentarse, vestirse y calzarse.
*********
(Imagen encontrada en google)
Arthur y Edwina fueron los
últimos en abandonar la enfermería y tras una ojeada, subieron al
ascensor, se bajaron y cerraron la puerta.
De detrás de unas cajas recién
traídas se alzó una sombra. Era un hombre que estaba a punto de
congelarse, después de esperar agachado más de una hora. Se frotó,
saltó, volvió a friccionarse, corrió sin moverse, hasta que sintió
que por su cuerpo volvía a circular la sangre. Se dirigió con
presteza al laboratorio de imagen y lo abrió. Conocía los mandos.
Vio la cámara principal que siempre estaba enfocada en el interior
del globo, en dirección al hombre, a Plinio. Manejándola la detuvo
en un punto en las estanterías, donde se encontraban los enseres y
objetos que Joyce no había reclamado o que aún no se habían
investigado y, localizó lo que estaba buscando, agrandando su
imagen. Era el arma. Eso es lo que venía a buscar.
No había conseguido ningún
traje de astronauta, de esos especiales, pero sería cuestión solo
de un minuto y estaba bien abrigado. Sin dudarlo se dirigió al
globo, aprovechando que ahora no tenía centinelas, entró y le
sorprendió esa estructura de oro, armazón inequívoco de una casa o
un edificio o algo similar, aunque muy distinto a cuantos había
visto. Sabía por dónde había que ir y no perdió su tiempo. Subió
los escalones y pulsó en la puerta del huevo, que se abrió. Entró
y se dirigió hacia la estantería, mientras notaba cómo sus pies se
helaban, sus pantorrillas, sus manos y brazos. Entonces respiró y
los pulmones y su garganta, el esófago entero se congeló. Se le
congelaron los ojos, la nariz y aún le dio tiempo a sentir cómo se
le congelaban los genitales y el cerebro. Al caer se estrelló contra
la nariz que se rompió, pero él ya estaba muerto.
Cuando Frank Spoiler apareció en
el centro de información y vio la cámara movida, maldijo en voz
alta, preguntando quién había sido el último en tocar la cámara.
Nadie había, así que no esperaba respuesta y miró la pantalla. Se
veía muy claro lo que enfocaba: el arma. Sondeó en busca de
cualquier alteración visible. De la nieve en polvo que había en el
fondo del huevo asomaba algo de color negro que no podía determinar,
así que dio la voz de alarma.
Todos acudieron volando y en
menos de doce minutos Richard, Robert y Magnus estaban con sus trajes
de astronautas accediendo al globo interior y bajaron por las
escaleras hasta lo que parecía una mancha negra. Se trataba de un
hombre sin escafandra ni traje espacial que había muerto congelado.
Los técnicos intentaron llevárselo de una pieza pero fue imposible
y acabó partiéndose en cinco trozos.
Una vez descongelado registraron
sus bolsillos y vieron la tarjeta de acreditación de periodista,
representante de El Universal, de Venezuela, coincidiendo su foto con
lo que quedaba de su cara.
Después de emitir esta noticia,
Enry Lavois les dio, de nuevo, consejos y órdenes a los periodistas
para que no accedieran a las instalaciones que tenían prohibidas, no
sólo porque era muy peligroso, como podían ver sino porque el
momento era muy delicado, estando pendientes de reanimar a Plinio.
En cuanto bajaron de nuevo al
Laboratorio les informaron que el hombre que había muerto no era
quien decía ser y que El Universal, de Venezuela no tenía a ninguna
persona en nómina que se llamase así y que su enviado era el mismo
que el de Colombia, de El Periódico. Se reunieron los principales
investigadores con los técnicos y los médicos. Se imponía reforzar
las guardias, puesto que si no pertenecía a ningún periódico
estaba claro que era un espía tratando de llevarse algo, de destruir
pruebas o incluso, de dañar de forma irreparable a Plinio.
Esto no lo podían consentir,
pues las diferencias entre ellos, culturales, políticas, militares,
sociales… quedaban barridas por el sentimiento común que les
embargaba: el deseo de saber más y de ponerlo al servicio de toda la
comunidad, para la Humanidad entera y no solo para unos pocos. Aquí
funcionaban como una sola mente y un solo corazón. Alguien propuso
contratar mercenarios, pero Numba, el africano, se opuso
rotundamente. Llegaron a la conclusión de que comprarían armas y se
defenderían ellos mismos. Al encargo de la compra armamentística,
Numba se ofreció, acompañado de Kirushima, el japonés y desde ese
momento en adelante, irían por parejas, sin despegarse y siempre un
oriental con un occidental. Ninguno tuvo nada que objetar y Numba,
Kirushima y Robert partieron a comprar armas. Tenían suficiente
dinero con mil kilos de oro puro, que habían ido sacando de los
bordes y de los deshechos.
Este nuevo acontecimiento había
producido el efecto contrario al que se esperaba, una anarquía, un
desconcierto y una desorganización. Por el contrario, se habían
fortalecido los lazos y la unidad entre todos los miembros de la
expedición, sin que por ello nadie se fiase del todo de nadie. La
firmeza y estabilidad de la expedición se reafirmó. Habría turnos
de veinticuatro horas. En ningún momento se dejarían solos a la
pareja, ni las instalaciones, ni las entradas. Trajeron perros
detectores de minas y otros explosivos. Un robot sería imposible de
manejar para hacer algo en contra de un ser humano, por lo que
quedaban descartados.
Pusieron dos bombas en la entrada
del ascensor que permanecían siempre en uso, salvo que ellos
autorizaran el paso de alguna persona. Entonces las bloqueaban,
poniéndose en comunicación con Ibiza Dos quien interrumpía la
acción de estallar.
Continúa aquí
Que buen regalo nos has hecho hoy, Ricardo, nada menos que dos capítulos... woow (y aún así me ha parecido poco). Jo, es que cada vez está más interesante y se lee tan fácil que se acaban muy pronto... Bueno, hala, a tener paciencia y a esperar los próximos (qué remedio). Un fuerte abrazo amigo mío!!
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo mío. Gracias por tu fidelidad y no sabes lo que me alegro de que te guste. Es lo mejor para un escritor aunque tú de eso sabes más que yo, eh? jajajajajaja...
EliminarUna abrazo muy fuerte y que sigas con tus excelentes poesías y tus nuevos libros, Adelante!!!
Ricardo súper bueno!!! Te felicito!!! Valió la espera.Gracias por editarlo.
ResponderEliminarUn gran saludo.
Muchísimas gracias, María. Gracias por tu fidelidad y me alegro de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Cada vez más interesante y esos artilugios son impresionantes!!! Vaya imaginación !!
ResponderEliminarYo también quiero unos zapatos morados con vestido a juego!!
Sigue publicando corazón que merece la pena esperar para leer esta estupenda historia. Un beso!!!
Gracias, carita de azucena. Lo de morados era una indirecta muy indirecta, verdad? jajajajajaja... También lo de zapatos y vestidos, ya sabes... imaginación.
EliminarMuchísimas gracias por tu entusiasmo, Bella.
Te quiero.
Muy buena la historia. Llevada de forma de atrapar al lector. No había entrado antes en tu blog, de ahora en más no dejare de visitarte. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias Mirta. Es un gran placer que te haya gustado. Siempre hay sitio para nuevos lectores. Date una vuelta por el blog y encontrarás a otros escritores que también publican aquí, poetas, eróticos, cuentos de niños, de terror, etc... Somos un grupo muy variopinto.
ResponderEliminarSaludos y encantado de conocerte.
Desapareció mi comentario... Este blog tiene magia ajajj ¿Qué hiciste Ricardo? Eso fue por que aparecieron los mensajes desde google y zas!
ResponderEliminarEn fin, ahora no me acuerdo qué te había dicho ajajaj. Pero esperamos el próximo capítulo. :)
Besos!
No me borres :( ajajaj
es verdad!!! me borró!!! verás si te cojo, me cachissssssssssss!! Kary ya no me acuerdo, pero lo que dije era bueno.
EliminarYo no lo sé, jajajajajaja... De verdad que no sé qué pudo pasar y sé que estaban porque los respondí, jajajajaja... pero primero los puse para compartir en g+ y luego los quité porque no encontraba ninguno. Y en el camino se perdieron, jajajajajaja... Por comentado me doy y muchas gracias, Karina y Olga por leerme y por comentar.
EliminarUn abrazo fuerte a las dos y yo no borré nada, jajajajaja... y menos cuando era tan bueno como vuestros comentarios.
Gracias a don Facebook los recuperé!! ajajaj copiiioo:
EliminarYo, o sea... Tuliparina ajaj:Pero qué buena se pone la trama. Es de merecer muchos halagos esta historia y claro, vos también que sos el autor jajaj. Fantástico Ricardo, me gusta mucho como vas sorprendiéndonos en cada entrega.
Y como siempre con una bonita compañía musical y fotográfica.
Un beso!!!! Besotes :D
Olfa: Todo el relato es una maravilla, pero no puedo evitar en quedarme sorprendida en algunos inventos a patentar en el futuro.
Esperando la próxima entrega Ricardo.
Listo!!! wiiii ♥
Bueno, esto cada vez es más interesante, tiene más trama, más imaginación y lo principal captura totalmente el lector y quiere leer más y más. Gracias ,amigo, por regalarnos dos capítulos, y enhorabuena por tu inagotable imaginación. Un fuerte abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Sotirios por tu fiel lectura y por tus comentarios que hacen que me suba la autoestima y me estimule a seguir publicando.
EliminarUn abrazo muy fuerte, Ricardo.
Me había vuelto a retrasar. Me encanta cada nuevo invento que te sacas de la manga. Eso sí, lo mejor de este capítulo ha sido la muerte del intruso. Impactante.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerdona, Lo eliminé porque me equivoqué de entrada. Tío, espectacular la imaginación que tienes porque además estos inventos son genuinos y puramente originales. Me impactó la muerte del merodeador. Muy buena.
ResponderEliminarVeo que si yo voy con retraso tú te estás quedando con nosotros majete. Venga publica ya de una vez que otra vez, vas con retraso.
Un abrazo, amigo.
Sigo poniendo al día el retraso que llevo (no el mío propio, el de la historia...) :)
ResponderEliminarSaludos y sigo!