Esta historia de ciencia ficción, aventura, acción y suspense continúa aquí y empezó acá aunque este fragmento sea absolutamente independiente del resto. Espero que reconozcáis la temática.
(Pintura hiper-realista del pintor contemporáneo Barry Ross Smith)
(Música compuesta por Jaime Barkin en exclusiva para esta novela)
(Pintura hiper-realista del pintor contemporáneo Barry Ross Smith)
(Música compuesta por Jaime Barkin en exclusiva para esta novela)
Recordó
Robert cómo una vez en un viaje interplanetario tuvo que dejar en manos de un
investigador privado la resolución de un conflicto. En la astronave viajaban Rufus Sinclair, un científico y octogenario
sabio, que iba a dar una conferencia en Europa, al mismo tiempo que yo y en el
mismo sitio.
Pronto averigüé que su conferencia y la mía eran
idénticas y que él se había aprovechado de mi idea para copiarla y hacerla
suya, añadiéndola al largo historial de logros que ya tenía a lo largo de su
carrera. Yo sostenía lo mismo pero a la inversa, la autoría era mía y él era el
usurpador.
Como estábamos en una astronave y el tema matemático era
de mucha importancia para la cumbre que se iba a celebrar en Europa, fue puesto
en conocimiento del capitán este problema. El capitán obtuvo las mismas
versiones de cada uno de nosotros. Luego interrogó a los robots asistentes de
ambos, al mío y al de Sinclair que avalaron instantáneamente las teorías
expresadas por sus dueños. Cada uno afirmaba que su dueño era el autor.
El problema era macanudo, así que llamaron a uno de los
mejores investigadores privados que, precisamente era amigo del capitán. Este
le explicó el asunto y le pidió que resolviera la cuestión desde la Tierra
antes de posarse en ella, pues si no el maremágnum que se iba a organizar a su
llegada sería grandioso.
Ernest, el investigador privado solicitó entrevistarse
con mi ayudante-robot en primer lugar y le sometió a un interrogatorio en el
cual mi robot manifestó que debido a la Primera Ley de la Robótica de Asimov,
no consideraba que el prestigio y la reputación de su amo fueran equiparables a
una lesión o herida o a hacer daño a un ser humano, pero reconocía que entre un
humano cualquiera y yo, siempre se decantaría por mí y acataría lo que él
dijese, incluso llegando a mentir. Ernest le manifestó que yo era joven,
treinta y siete años, tan sólo, mientras que el Profesor Sinclair era un
anciano que había hecho mucho bien por sus teorías matemáticas a la humanidad.
Le señaló que yo, por mi juventud, me recuperaría pronto de esta afrenta que se
entendería en mi afán de juventud loco y de desear investigar con más ahínco,
mientras que el profesor Sinclair vería puesto en peligro todo su prestigio y
su fama y pondría en tela de juicio todas sus anteriores teorías y esto
representaría un gran dolor-trauma para el doctor Sinclair. Mi robot después de
haber oído las manifestaciones de Ernest, señaló sin ninguna duda que yo era el
que había copiado al doctor Rufus su teoría.
(Imagen obtenida en google)
El comandante le dio las gracias por haber puesto fin al
conflicto, pero Ernest no le dejó decir nada todavía a los contendientes, sin
que antes hablase con el ayudante-robot del doctor Sinclair. Le hizo el mismo
interrogatorio que al mío y se manifestó de igual forma que mi robot. Sin embargo,
en cuanto al planteamiento, fue distintamente propuesto. Le hizo ver cómo para
el doctor Rufus no significaba nada importante que reconociese haberse
apropiado de una idea que le había presentado Robert, porque su carrera ya era
suficientemente brillante y estaba jalonada de éxitos; sin embargo, en mi
carrera la usurpación o copia de una idea supondría el total rechazo por todos
los compañeros suyos y de Rufus, el fin de mi carrera matemática que de ese
modo echaba por la borda todo un futuro prometedor. Por lo tanto esto
representaría para mí un gran dolor-trauma del que nunca me repondría.
El robot del profesor Sinclair, después de oír este
planteamiento, se dispuso a decir algo, pero no lo logró quedando
cortocircuitado en ese preciso instante.
De este modo, para Ernest quedaba claro que el autor
verdadero de la teoría que iba a exponerse era yo y que Sinclair simplemente se
había apropiado de mi idea, cuando se la fui a enseñar para consultársela.
El comandante que no salía de su asombro le preguntó a Ernest
cómo había podido deducir eso de la conversación con los robots y Ernest le
explicó que en ambos robots por encima de todo prevalecía la Primera Ley: No
hacer daño a ningún ser humano o que por su inacción pudiera causársele algún
daño. Pero también existía la Segunda Ley de la Robótica: Obedecer siempre las
órdenes de un ser humano, salvo que éstas estén en conflicto con la primera
Ley.
(Imagen encontrada en google)
(Imagen encontrada en google)
Su amigo, el capitán de la astronave, le recordó que el
robot de Robert había confesado que había mentido y no al contrario, y Ernest,
le señaló que precisamente el desarreglo y cortocircuito del segundo robot y la
mentira del primero se entendían de forma clara, puesto que ambos protegían la
Primera Ley, mi robot en el momento en que Ernest le puso de manifiesto el terrible
dolor-trauma que Sinclair sufriría si mantenía su declaración, la cambió de
inmediato, manteniendo así intacta la Primera Ley, no haciendo daño al viejo
profesor. Sin embargo, el robot del doctor, al ser consciente del muchísimo
dolor-trauma que se me producía a mí si mantenía su declaración, se vio
cortocircuitado porque se puso en funcionamiento al mismo tiempo la orden
tajante que le había dado su propietario, el viejo Sinclair, mentir a toda
costa y declarar que la teoría era de Rufus, por lo que quedó demostrado y así
lo confesó Rufus Sinclair que su teoría no era tal, sino solo una leve
apropiación con el objeto de mantener aún más alto su meteórica carrera.
Siempre le estaré agradecido al comandante y a ese
investigador Ernest a quien no conozco aún en persona.
Muy bien escrito...me encanta !..
ResponderEliminarGracias, María. Son consideraciones que me agradan muchísimo.
EliminarUn saludo.
Muy cierto, se puede leer perfectamente separado y, es más estos robots nos dan una lección tremenda de humildad que ya les gustaría para sí tener a muchos seres humanos. ¡Felicidades campeón! Un abrazo.
ResponderEliminarSon mucho más íntegros que la mayor parte de las personas que conozco. Si les pasara una situación como esta ya sé el resultado, mentir, mentir, mentir hasta la muerte.
EliminarUn abrazo muy fuerte. Cuídate mucho, campeón.
En efecto, muy Asimov en cuanto al planteamiento moral de los robots.
ResponderEliminarYa lo dije. En estos momentos de multitudes de escritores y cero lectores es cuando conviene recordar que los mejores escritores de ciencia-ficción se encuentran a un paso de nosotros y que es preciso leerlos para poder saber narrar porque no hay mayor aprendizaje que la lectura de cientos y cientos de textos.
EliminarUn saludo.
Acabo de despertar de una magnifica siesta y leer este relato, que me ha parecido enternecedor por esa "humanización" de los robots. Soy algo mayor que tú y los de mi generación sí hemos leído a Isaac Asimov o quizá la culpa sea del profesor de filosofía del instituto... Recuerdo aún algunos debates al respecto. Te felicito por lo bien que nos "sumerges" en esa nave, a través de tu propia imaginación, antes de llegar a tierra.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Inma por tus comentarios. Fiel lectora y cultivada, lo que es una "virtud" que escasea, jajajaja... Yo leí mucho, mucho de Isaac Asimov pero anda que no me queda todavía!!! y es que como escritor es lo más prolífico que he conocido.
EliminarUn abrazo muy fuerte, guapa.
Fantástico!!! Ojalá los seres humanos tuviéramos por norma seguir la Primera Ley...
ResponderEliminarGracias... Besos!!
Desde luego, las 3 leyes de todos los robots son básicas: Primera: la de no dañar por acción o inacción a un ser humano. Segunda: Obediencia mientras no entre en conflicto con la anterior. Tercera: auto-protección, siempre que no entre en conflicto con las dos anteriores.
EliminarUn abrazo muy fuerte, bonita.
Si nos rigiésemos todos por la Primera ley, nos iría mucho mejor a los humanos, pero no, no aprendemos...
ResponderEliminarAcabo de conocer tu blog. Un placer.
Saludos,
Muchísimas gracias, Carmen. Por supuesto, tienes toda la razón y todos opinamos lo mismo.
EliminarMe alegro que te guste mi blog. Placer el mío.
Saludos.
Grandioso capítulo! Como siempre acompañado de unas imágenes sorprendentes y la música acertada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esperamos la próxima entrada a tu regreso. Que tengas un buen viaje!
Muchísimas gracias, Karina. Perdona el retraso en la respuesta pero ya sabes que me encontraba en Jordania. Y lo demás. Me alegro que te gustara.
EliminarUn abrazo enorme.
Me ha encantado y saber las primeras leyes de la robótica es importantísimo. Estoy de acuerdo con Carmen en que la primera ley debía ser cumplida por todos los humanos, aparte de los robots. Nos iría mucho mejor el mundo. Nadie haría daño a ningún otro ni por acción ni por omisión.
ResponderEliminarUn buen cuento y con una moraleja interesante.
Gracias por compartir.
Muchísimas gracias, Arturo y dichosos los ojos que te leen. Es más difícil dar contigo que con el Presidente... Yo también estoy de acuerdo con el comentario de Carmen.
EliminarMe alegro que lo consideres un buen cuento.
Gracias a ti. Un abrazo, amigo.
Muy bueno, como siempre. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Lucía. Es un placer que te haya gustado. Por cierto, me gustó mucho tu última entrada en el blog: dentro de la erótica es fácil caer en la pornografía y, sin embargo, pese a la falta de amor tú lo consigues. Enhorabuena!!!
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Fíjate que creí que te comenté y todo...una despistada. Te leí en el tren y no comenté.
ResponderEliminarMe gusta, si sr. Lo volví a leer, si no fuera por que deben obediencia ser robot no está mal tampoco.
Abrazos escritor!
Hombre, es lo único que tienen, pero todo sería más fácil y si no solo serían socorristas Olfa en vez de robots, jajajajajaja... y quién nos ayudaría a trabajar?
EliminarMuchísimas gracias por comentar y leer. Me hace mucho ilusión.
Un abrazo muy fuerte.
tienes un blog diferente .Nunca habia leido algo de este tipo
ResponderEliminarMe has dejado pensando.Y la imagen genial
gracias
Muchísimas gracias, Recomenzar por tu alegre paso por aquí. Y por el comentario. Cuando quieras tengo más de otro tipo en los relatos anteriores, micros y poesías de los que publican aquí, pues somos muchos. Y cada uno con su tema.
EliminarUn saludo y me pasaré por el tuyo para ver cómo es.
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
ResponderEliminarMe ha encantado. Uno de mis (muchos) fallos vitales es no haber leido, prácticamente, nada de Asimov, y es algo que debo solucionar a la mayor brevedad.
ResponderEliminarGrande, Ricardo, grande!!!
Gracias, Ramón, aunque sea tan tarde para responderte. Me alegra muchísimo que te haya gustado. Espero que te siga gustando igual lo que viene a continuación.
EliminarUn saludo.