Para romper con todo os ofrezco un relato que escribí para otro concurso en el que había por fuerza que basarse en un personaje de la novela "Leyendas de Lacenor. La ciudad blanca" que es una saga. El relato lógicamente no podía desmadrarse porque iba a ser el principio del siguiente volumen.
Como a mí no me contaron nada yo no os cuento nada, dado que da igual de qué vaya la novela pues funciona autónomamente. Espero que os guste.
Kalerna y Konrad también habían participado en la reyerta contra los sectarios Era su primera intervención en combate y, como novatos, les correspondía sacar los cadáveres y quemar a los niños y adolescentes que habían sobrevivido.
Como a mí no me contaron nada yo no os cuento nada, dado que da igual de qué vaya la novela pues funciona autónomamente. Espero que os guste.
Kalerna y Konrad también habían participado en la reyerta contra los sectarios Era su primera intervención en combate y, como novatos, les correspondía sacar los cadáveres y quemar a los niños y adolescentes que habían sobrevivido.
A Kalerna, que jamás dudó de la palabra de Cirn DeNekut,
el gran Paladín Blanco, le pareció excesiva la medida de quemar a los que
habían sobrevivido, sobre todo, para la pequeña que horas antes se había
acercado a él a saludarle y entregarle un ramo de orquídeas, las flores más
bellas de la región, y éste le había sonreído y acariciado el cabello. ¿Por qué
habría de morir esa niñita? ¿Cuánto mal se le podía haber metido en su
cuerpecillo en tan breve espacio de tiempo? ─se preguntaba Kalerna mientras
arrastraban al exterior a los cadáveres para quemarlos pues no podían ser
enterrados como los Seguidores de Isilwentari:
Diosa de la
Luz y
de la Vida. Pese a ser una
fervorosa devota de la Orden Blanca y su Paladín quemar a una niña de siete
años que había sido torturada con ritos y tatuajes de las Fuerzas del Mal, de
la Oscuridad, era una pena desproporcionada. La niña no había venido
voluntariamente sino que la habían raptado, como al resto de los
sobrevivientes, que rogaban por su vida mediante lastimeros gritos y súplicas.
Esta chiquilla no abría la boca, estaba tan asustada que Kalerna creía que no
había entendido la orden final porque se la veía tranquila y relajada por fin y
había dejado de llorar pensando que sus rescatadores la dejarían marchar y podría
ver a sus padres.
─¿Cuándo podré regresar a casa? ─le
preguntó a Kalerna cuando pasaba a su lado en busca de otro cadáver. Ésta se
quedó muda, realmente no sabía qué contestar. Veía su mirada llena de
esperanza, su ingenuidad y su pureza y no fue capaz de responderle que nunca,
que el gran Paladín Blanco había ordenado que fuera quemada viva. Esa mirada se
le clavó en el corazón y durante todo el tiempo que tardaron en sacar a los
muertos y disponer las llamas se planteó una y otra vez qué podía hacer aunque
quisiera salvar a la niña. En una de sus idas y venidas arrastrando los pesos
se cayó. Al tropezar contra el suelo y a la altura de sus ojos, detrás de la
puerta de madera de la entrada vio lo que podía ser un mecanismo para acceder a
alguna cámara secreta, no lo podía saber si no lo comprobaba y sus hermanos y
compañeros no paraban de pasar.
En un momento determinado decidieron
recuperar fuerzas pues tenían que seguir ahora cortando madera para hacer una
gran hoguera. Los cuerpos no prendían solos. Kalerna decidió que esa era su
oportunidad de saber qué había detrás de aquella aparente cerradura. Sus
compañeros estaban sudorosos, cansados y contaban las barbaridades que habían
presenciado o a cuántos habían ayudado a matar. Sutil como el aire se introdujo
en la cabaña. Lo que más temía era quedarse encerrada dentro. Tenía excusa para
cualquier otra circunstancia que sucediera.
Al llegar tocó esa cerradura,
parecida a un nudo gordiano, la tocó e intento accionarla en todos los
sentidos, de cualquiera forma. Tenía poco tiempo y debía darse prisa. En una de
las posiciones se oyó un ligero chasquido y una pared que hasta ese momento
formaba parte del zaguán desapareció trasladándose a un lateral. El sonido fue
tan suave que no pudo ser escuchado más que por ella misma. Era como el ruido
de un desplazamiento accionado mecánicamente. Como era de día bastó con la luz
del sol, que ya había salido, para ver que este era un cuarto secreto de los
seguidores de las tinieblas. En éste habitáculo se encontraba todo tipo de
instrumentos de tortura y potros de madera para llevarlas a cabo. A un lado se
encontraban las armas que los oscuros tenían para protegerse en caso de
necesidad y tres cofres, cuyo contenido ignoraba.
Rápidamente, comprobó que sus
compañeros seguían distraídos y se dirigió a la sala adyacente; con su daga
cortó las ataduras de la niña y se la llevó volando hasta la habitación
escondida. No confiaba en que se estuviese callada porque seguramente no
entendía nada de lo que estaba haciendo y solo confió en que la solidez y
grosor de los muros hicieran desaparecer los chillidos de la niña. De todas
formas, mientras la llevaba en sus brazos le contaba lo que iba a pasar con
ella.
─Escucha, niña. No hay tiempo de
explicaciones. Quieren quemarte, pero yo te voy a salvar. No me preguntes nada
más y quédate callada en este lugar, porque si te oyen o averiguan dónde estás
arderás viva en una pira de madera.
La pequeña solo abrió mucho los ojos
y la boca y Kalerna rezó para que no se descubriese, porque eso significaría no
solo la muerte de la chiquilla sino la de ella misma por haber desobedecido las
órdenes de Cirn DeNekut.
Dejó a la niña en el suelo
advirtiéndole que no tocara nada pues podía ser peligroso para ella y que
volvería en cuanto pudiera con agua y comida. Dejó prendidos dos velones que la
harían sentir segura y le pasó una capa de las que había colgadas por encima de
los hombros. A continuación se marchó. Volvió a accionar el mecanismo y el muro
rodó de nuevo a su sitio, sin que se apreciara ninguna diferencia con el resto
de la entrada. Estos oscuros trabajaban bien.
Regresó con sus compañeros. Se sentó
al lado de Konrad y le preguntó.
─¿Por qué el Paladín Blanco piensa
que estos niños han sido endiablados? ¿Tú crees en eso de estar contagiado solo
por unas horas al lado de los malignos?
La mirada de su hermano le hizo
arrepentirse inmediatamente de las dudas planteadas y, con intención de
remediar el daño, prosiguió,
─Yo estoy segura de que el Gran Cirn
sabe de esto mucho más que nosotros, y que si procede así es porque son
peligrosos.
Su hermano sonrió y ella se
tranquilizó. Con el tumulto de los cuerpos, la lucha, los cadáveres y la leña,
nadie se dio cuenta de que la niña faltaba pues no se había hecho ningún tipo
de recuento.
La gran pira de leña estaba lista y sobre
ella se pusieron los cadáveres y atados a ellos a los niños que aún quedaban
vivos, los cuales luchaban de forma denodada por liberarse. Los arqueros
retornaron a sus puestos y a la orden de su capitán dispararon las flechas de
fuego.
Kalerna quería taparse los ojos, los
oídos y la boca. Escapar de aquel horror. Era la primera vez que presenciaba
una imagen similar y por mucho que ella confiase en la certidumbre e
infalibilidad del Gran Cirn, esta vez le dolía mucho la decisión tomada. De
repente entre los gritos de los niños se alzó una carcajada diabólica que hizo
callar cualquier otro sonido. Esa risa heló la sangre de Kalerna pues seguro
que no provenía de ningún muerto sino de algunos de los sobrevivientes que ya
habían sido impregnados del Mal, de la Oscuridad.
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Cuando
corrió con la comida envuelta en una tela y el odre de agua a la extraña
habitación todos se habían retirado a sus hogares. Reinaba una paz bendecida
por haber limpiado el pueblo de servidores del mal. Todos los ciudadanos de
Orium estaban agradecidos al Paladín Blanco y
a sus caballeros por esta liberación. Ya no habría más desapariciones de
niños.
En el centro de la estancia la niña
estaba sentada en el suelo de espaldas a ella. Tenía la melena morena
despeinada, aún conservaba flores de lo que había sido el adorno floral para
recibir al Cirn. Pero también estaba llena de otros ungüentos y fluidos cuya procedencia
desconocía. Ni se volvió al oír sus pasos. Kalerna susurró suavemente
─Te he traído algo de carne y pan y
un odre lleno de agua. A la noche podré traerte algo de leche. Debes aguardar
aún aquí y descansar ─dijo, mientras extendía la tela con los alimentos y la
bebida, al lado de la niña─. Creo que mañana podré ponerme en contacto con tu
familia y devolverte con ellos. ¿Quieres?
No hubo respuesta de la pequeña que
aún no se había movido, a pesar de que el olor a carne era delicioso. Fue a
tocarla para sacarla de su ensimismamiento o de su miedo y sufrió una descarga
eléctrica que le entró por los dedos, en contacto con la capa y le recorrió el
brazo y el cuerpo entero. Se quedó rígida con un dolor inexplicable y mirando
con sorpresa a la niña que, en ese momento, se giró hacia ella y le dirigió una
mirada que no pudo definir. No parecía la misma niña. Esos ojos eran los de una
adulta, los que Kalerna había visto cuando la rescató habían desaparecido. Esa
inocencia e ingenuidad, la confianza y alegría con la que la llevó en brazos no
existían ya. A pesar del dolor olió algo que le hizo pensar en azufre y todo su
cuerpo se rebeló, cogió la daga que llevaba al cinto y la sacó. No sabía
exactamente qué estaba sucediendo pero en el momento en que brilló el cuchillo
con la luz de las velas, lo supo; los ojos de la niña miraron la daga y se
quedó paralizada. Súbitamente un empujón de alguna fuerza invisible la estrelló
contra la pared que se encontraba libre. Sintió un fuerte dolor en la espalda y
la cabeza con la que había chocado y fue lo último de lo que se dio cuenta
antes de caer en una negrura y perder el conocimiento.
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Antes
de abrir los ojos supo que no había suelo bajo sus pies, que estaba en el aire,
pegada a una pared y desnuda. El dolor de su cráneo iba y venía en oleadas. Su
cabeza pendía y el cabello la tapaba, por lo que aprovechó el momento para
abrir los ojos. Al principio, no distinguía bien nada. Luego confirmó que se
encontraba en el aire a cuatro palmos del suelo y adosada a la pared como si de
un imán y metal se tratase. Había mucha más luz de la que recordaba y pudo ver
en el centro del piso dibujado un pentagrama con algo de color granate, rojo
oscuro y en sus cinco ángulos había una vela. Intentó, sin poner en evidencia
que estaba despierta, buscar a la niña pero no entraba dentro de su campo de visión
y en un parpadeo estaba debajo, a sus pies, fijando en ella una mirada malva
electrizante.
Sus ojos brillaban por encima de toda esa luz y lucía una sonrisa siniestra. Alargó la mano y una daga que había en el suelo voló hasta su pequeña mano. En ese momento algo hizo que Kalerna echara la cabeza hacia atrás y sus extremidades se abrieron como las aspas de un molino. La daga se elevó por una mano invisible y comenzó a dibujar el mismo pentagrama que había en el suelo sobre su piel, a la altura de su vientre. El dolor y el miedo se acumulaban y le impedían chillar. Estaba aterrorizada. Temblaba de pies a cabeza y pudo notar como sus esfínteres se aflojaban sin que ella pudiese controlarlos. Lloraba pero no podía gritar. El cuchillo dibujaba, cortando su piel, el maldito símbolo de la Oscuridad. Ya se daba por perdida y peor que muerta, siendo una sectaria del Mal cuando de reojo vio, casi pegado al pie derecho, el gran velón sujeto por un trípode de hierro. Intentó alcanzarlo sin dejar de llorar pero temblaba tanto que no podía extenderse lo suficiente. La daga seguía dibujando y marcando a sangre y fuego y, en un último y poderosísimo esfuerzo, oró a Isilwentari: Diosa de la Luz y de la Vida y volvió a intentarlo. Dejó de temblar por un momento sustituyendo el miedo por odio y rabia y pudo tumbar el trípode con su vela al suelo. Al caer los aceites que había expandido la niña por el piso se prendieron así como la capa que portaba y, en ese instante, Kalerna cayó a tierra, junto con su daga, que cogió velozmente y aprovechando la sorpresa y el fuego que habían distraído a la niña sin nombre corrió hacia ella y sin mirarla la sujetó contra sí misma un minuto, lo suficiente para cortarle la garganta y degollarla. El fuego se avivó, la cabeza rodó hacia el pentagrama. Kalerna se separó de la fuerte llamarada que se produjo y cogiendo del suelo su ropa y la armadura de caballero dio con el resorte para abrir la puerta y escapar sin mirar atrás. Volvió a cerrar desde fuera, justo en el momento en el que un agudo chillido lleno de ira y de rabia se elevaba hasta perforarle los oídos.
Sus ojos brillaban por encima de toda esa luz y lucía una sonrisa siniestra. Alargó la mano y una daga que había en el suelo voló hasta su pequeña mano. En ese momento algo hizo que Kalerna echara la cabeza hacia atrás y sus extremidades se abrieron como las aspas de un molino. La daga se elevó por una mano invisible y comenzó a dibujar el mismo pentagrama que había en el suelo sobre su piel, a la altura de su vientre. El dolor y el miedo se acumulaban y le impedían chillar. Estaba aterrorizada. Temblaba de pies a cabeza y pudo notar como sus esfínteres se aflojaban sin que ella pudiese controlarlos. Lloraba pero no podía gritar. El cuchillo dibujaba, cortando su piel, el maldito símbolo de la Oscuridad. Ya se daba por perdida y peor que muerta, siendo una sectaria del Mal cuando de reojo vio, casi pegado al pie derecho, el gran velón sujeto por un trípode de hierro. Intentó alcanzarlo sin dejar de llorar pero temblaba tanto que no podía extenderse lo suficiente. La daga seguía dibujando y marcando a sangre y fuego y, en un último y poderosísimo esfuerzo, oró a Isilwentari: Diosa de la Luz y de la Vida y volvió a intentarlo. Dejó de temblar por un momento sustituyendo el miedo por odio y rabia y pudo tumbar el trípode con su vela al suelo. Al caer los aceites que había expandido la niña por el piso se prendieron así como la capa que portaba y, en ese instante, Kalerna cayó a tierra, junto con su daga, que cogió velozmente y aprovechando la sorpresa y el fuego que habían distraído a la niña sin nombre corrió hacia ella y sin mirarla la sujetó contra sí misma un minuto, lo suficiente para cortarle la garganta y degollarla. El fuego se avivó, la cabeza rodó hacia el pentagrama. Kalerna se separó de la fuerte llamarada que se produjo y cogiendo del suelo su ropa y la armadura de caballero dio con el resorte para abrir la puerta y escapar sin mirar atrás. Volvió a cerrar desde fuera, justo en el momento en el que un agudo chillido lleno de ira y de rabia se elevaba hasta perforarle los oídos.
Se quedó sentada, trastornada,
aunque tras unos minutos se puso en pie, buscó en la cabaña un balde o algún
cubo con agua y al encontrarlo se restregó con fuerza todas las partes de su
cuerpo mientras rezaba, temblando «Gran Diosa de la Luz y de la Vida no dejes
que el Señor de la Oscuridad se apodere de mi alma» y lo repetía una y otra vez,
como un mantra. Con el cepillo de púas que encontró se quitó todo rastro de
aceites, sangre o humo que le hubiera quedado prendido o la hubiera tocado.
Con la piel roja y llena de arañazos
del cepillo y el pelo mojado se sintió por primera vez limpia y su primer
pensamiento fue para el Paladín Blanco: «Cirn DeNekuk llevaba razón, todo lo
que entre en contacto con el mal se vuelve maligno. Nunca más pondría en duda
sus decisiones y jamás dejaría que una mirada ingenua o infantil la engañase.
Antes de dudar mataría a todo aquel que los Oscuros hubieran tocado o pasado
junto a ellos. El mal podía adoptar muchas caras y cualquiera podía ser un
oscuro bajo su capa de pureza. Jamás volvería a cuestionar las decisiones de
Cirn».
Cuando salió de la cabaña totalmente
vestida nadie hubiera dicho al verla que le acababa de suceder algo espantoso.
Estaba cansada, lastimada y herida pero lo disimuló perfectamente. La ira por
el engaño fue una gran aliada en este empeño. Kalerna se prometió a sí misma
que el símbolo, a medio dibujar, que ardía y picaba en su vientre, jamás sería
visto por nadie y ella se convertiría en la mejor discípula de su gran
sacerdote.
Te quedó un relato redondo, amigo mío, redondo y... tenebroso. ¿Y seguro que ni lo nombraron en el concurso, verdad?, para mí que están todos amañados carajo, vaya mierda de concurso fraudulentos.estoy seguro que cuando te decidas a ponerlos todos juntos, editarlos, ponerle una buena portada y subirlos a Amazon, van a ser un éxito. De veras amigo, escribes genial, tienes mucho talento y me encanta todo lo que leo tuyo. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarFrank, me encanta abrir mi entrada y ver tus comentarios. Son de lo mejorcito para la autoestima. A mí sinceramente me importó bien poco no salir premiado en este concurso en concreto, pero sí fue un reto porque jamás había escrito fantasía épica y no sabía si podría.
EliminarAparte de que leí mejores que el mío y que el que ganó.
Hablando de esto ¿Cuándo subes el tuyo?
Un abrazo.
Cómo ya te dije en Facebook, ni me acuerdo de cual envié así que poco puedo hacer por subirlo. Ja,ja,ja,ja,ja Un abrazo campeón.
EliminarDe nuevo me lo he pasado bomba! deberían cogergo para el cine, yo imaginaba vestuario, dirección artística, actores, actrices...El crepitar del fuego.
ResponderEliminarCuando hay niños por en medio siempre me pone en tensión y sufro, sobre todo si está tan bien contado.
Abrazos!
Muchísimas gracias, Olga. Ya casi se me había olvidado. Fue una prueba superada con éxito porque nunca había escrito nada de fantasía épica y no sabía si era capaz.
EliminarUn abrazo, pintora.
Una vez más, solo puedo felicitarte. Quedó una historia muy bien estructurada, además, como sé de que se trata por haber participado en ese concurso, entendí perfectamente la situación de tu historia y recordé esa parte de la original, en la que te basaste para crear la tuya.
ResponderEliminarMe gustó mucho esa tensión, ese ambiente de pánico y ese toque diabólico.
Las descripciones muy buenas, junto a la música crea el ambiente ideal.
Además me pareció interesante que no por ser niños, deban ser siempre inocentes; justamente por tratarse de ellos, impacta más.
Un besote!
P.D.Perdón pero me fue imposible leer antes.
No tengo nada que perdonarte. Estamos sobrepasados de obligaciones. Yo también te felicito a ti por el tuyo y les dejo a los demás la intriga de que lo lean junto al de Frank y al de Vidal, todos los que tuve el gusto de leer y que tanto me gustaron.
EliminarMuchísimas gracias, Karina, guapetona.
Sube el tuyo.
Un abrazo.
Gracias Ricardo, a ver si puedo hoy subirlo :) Un beso!
EliminarPor fin conseguí entrar desde el movil!!!
ResponderEliminarMe ha encantado la historia, como describes los personajes y nos introduces en la acción, y ya leerlo con la música y viendo las imágenes tan acertadas que has elegido... pues qué te voy a decir, que es una pena si lo dejas así, que con ese secreto puedes ir mucho màs allá en el relato y quién sabe... Es un buen personaje.
Me encanta como escribes, pero eso ya lo sabes, a ver si no tardas tanto en deleitarnos con algo màs.
Esa es la manera de decirlo finamente, pero te lo diré más clarito.
¡ ponte a escribir de una vez!!!! Kissssssss
Hola, perlita!!!
EliminarGracias por ese comentario tan halagador y "poco subjetivo" que has hecho, jajajaja... Muchísimas gracias.
No había pensado en escribir una continuación porque como no tenía que oponerse a los subsiguientes personajes de la novela pues lo dejé de manera que viniera bien a todos.
Sí puedo hacer una continuación o dos o una novela, si tú me lo pides, jajajaja...
Besos. Me voy corriendo a leer tu novela por capítulos en tu blog de "El hada Isabelle" que, de momento, pinta bien. Para los que no conocéis la forma de escribir de esta erótico-festiva mujer os dejo aquí su dirección:
También aquí publica sus relatos más picantes. Buscad, buscad y encontraréis.
http://elhadaisabelle.blogspot.com.es/
Querido Ric leo muchas cosas en facebook que incautos como yo nos atrevemos a publicar que están bien pero te soy sincera no somos escritores de hecho yo me defino como cuenta cuentos, pero tu mi querido amigo eres escritor y de los buenos. busca tiempo y anímate a hacer un libro y pasealo por las editoriales por que yo estoy segura que alguien se dará cuenta de lo maravilloso que será y por cierto yo creo que la fantasía épica la bordas nene.
ResponderEliminarte quiero mi Ric pero no es por eso que hago este comentario sino porque lo creo tal cual muaksssss
Hola, Mercy.
EliminarMi queridísima Mercy. Como me alegro de que hayas vuelto!!! Gracias por el comentario pero lo que más me importa es que aparezcas. No sabes lo que te he echado de menos. Tu cariño, tu fantasía, tu imaginación y tus cuentos. Toda tú. Tus fotos.
Gracias por todo. Te quiero, Mercy.
Un abrazo fortísimo.
Amigo, cómo estás?
ResponderEliminarMucho tiempo sin leerte. Estuve fuera de internet mucho tiempo. Pero veo que tú continuas escribiendo y que cada vez lo haces mejor.
Yo no sabía lo que era la fantasía épica hasta que he visto tu relato y me ha gustado muchísimo. Ahora ya me podré pasar más por el grupo y veré todo lo nuevo que has puesto en este blog.
Me gustan las fotos, sobre todo, la de la bandera (es re-buena) y la música también (y eso ya sabes que es lo mío).
Un cálido abrazo, amigo.
Rodrigo, cuánto tiempo sin saber nada de ti. Pásate por el grupo, sí, que reestructuramos las normas conforme a lo que tú pedías.
ResponderEliminarFantástico tu comentario. Escribiré más. Gracias. He subido muchos relatos. Ahora puse el de No me susurres al oído, de Isabelle.
Un abrazo muy fuerte.
Excelente relato, Ricardo, tiene un bonito mensaje acerca de la obediencia y la confianza en los líderes, y como han dicho antes, te quedó muy redondo, que es una de las características que más valoro de los relatos, que retomen al final el inicio para cerrar con broche de oro. Por supuesto, todo el contenido del relato debe conducir ahí y eso lo logras muy bien. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarAhora una disgresión traviesa de mi parte (ojo que no demerita en nada el relato, que está perfecto así). Al tener ese encontronazo con la niña, ahora Kalerna también estuvo en contacto con el mal, ¿no? No estárá ella malignizada tambien? eso podría dar para una segunda parte, si te animas....
Esa es la idea Vivian, esa es la idea. Ver si sí se ha malignizado o se ha convertido en una fanática a ultranza que no sé qué es peor.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tu comentario. Lo estimo en lo que vale. Es el primero que recibo tuyo y son tan escasos que debería marcarlo con una cruz, jajajajajaja...
Un abrazo.
Me encantó tu relato, Ricardo. Sobre todo ese final abierto y esa posibilidad de que tu personaje se convierta en eso que quería combatir.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Andrea por leerte el relato y, sobre todo, por comentarlo. Me alegro mucho de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Oh, yo quiero que continue. Nunca te he conocido relato alguno de fantasía épica y me ha gustado mucho. Por eso, te pediría, como los otros, que sigas con él o que hagas uno nuevo sobre este tema.
ResponderEliminarSe te da muy bien.
Gracias por compartir.
Un abrazo.
Nunca había hecho ninguno y era un reto imposible de ganar pero lo intenté y me gustó cómo quedó. Gracias, Arturo. Muy amable. Te aseguro que no sé qué haré con él, si dejarlo como está o continuarlo. En todo caso, te agradezco tu comentario.
EliminarNo conozco esta saga en la que está basado tu relato, pero me ha gustado tu estilo de fantasía. Y como acabo de volver de Carcassone, me ha traído recuerdos de los cátaros quemados en la cruzada contra los herejes. Conduces muy bien las imágenes para que se vean las escenas, has sabido también crear la tensión del relato. No nos dejes sin el final de esta historia.
ResponderEliminarAbrazos
Realmente Puri no está "supuestamente" basado en nada. Se trataba de elaborar un cuento que sin salirse de la trama de una novela funcionara autónomamente y no comprometiera a la trama subsiguiente. Además, debía estar basada en un personaje de dicha novela.
EliminarEra harto difícil sin haber leído el libro, pero era un "gancho" para vender y para mí, un reto imposible.
Hola, Ricardo. Tienes razón en que el relato es independiente de la saga de donde proceda que no la conozco. No sugiere que haya nada delante, sino solo un relato y como dicen casi todos, a mí también me gustaría leer su continuación.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. Sabes de relatos indudablemente.
Se me olvidó darte un abrazo muy fuerte, jejejejeje...
EliminarGracias, Isa. Eres un cielo por sacar tiempo de tu apretada agenda para venir, leer y comentar. Muchísimas gracias por tus apreciaciones y tendré en cuenta tu petición.
EliminarUna autentica maravilla. Está claro que uno nunca se puede fiar de una mirada inocente... Bravo Maestro.
ResponderEliminarUn saludo
Muchas gracias, Ramón de mis entretelas. Muchísimas gracias.
EliminarUn saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Huy!,que buen relato, jamás me imaginé que el personaje de la niña fuera a tornarse de esa manera ¡todo una sorpresa!, además contiene un mensaje interesante, muchas gracias...
ResponderEliminarNota: me parece que en el párrafo 5, renglón 10 y 11 hay una incongruencia (cuando habla de los cofres).
Pues tienes muchísima razón, Daniel. Muchas gracias. Claro que es absurdo hablar de cofres abiertos y no ver el contenido, jajajajaja... Eso se me quedó ahí por si luego de los cofres salía algo que necesitara pero no fue así y se me quedó puesto.
EliminarMuchísimas gracias, me alegro mucho que te haya gustado.
Un saludo. Voy a retocar.