El mar horadaba las
rocas lentamente con ese ir y venir sempiterno. Tenía ganas de llorar, de
llorar de rabia, de tristeza, de impotencia… ¿Cómo había llegado a esta
situación?... Ni en un millón de años lo entendería…
Y el comportamiento
de sus funcionarios!!! Asquerosos, traicioneros, cobardes!!!! ¿Qué les había
hecho yo para que me detestasen hasta ese extremo? ¿Si apenas me conocían?
¿Cómo es que habían logrado ponerse de acuerdo –por una sola vez en su vida-
para acabar conmigo?.
Hasta ahora no había
reparado en ellos, en su actitud, era demasiado impactante lo sucedido como
para hacerme cargo de otras historias.
El día anterior, como
tantos y tantos días me había ido del despacho tarde, muy tarde, casi demasiado
tarde para cenar en ningún sitio.
Trabajo, trabajo,
trabajo… y sola, sola, sola…
Es algo que no llego
a entender, ¿qué le pasó a Joaquín?...
Joaquín…!, ya solo
pronunciar su nombre o pensar en él me traía unos recuerdos dolorosos a mi
mente, demasiado dolorosos. Habíamos acordado que debía irme de allí, que las
cosas no se estaban poniendo bien para mí y que era mejor que me marchara, que
pidiera el traslado. Buscamos entre los dos qué destino era el que podía pedir
que estuviera más asequible a los dos dentro de las posibilidades que había y
después de decidirnos me ayudó con todo el equipaje, el traslado allende los
mares y apoyándome todo el tiempo. Se quedó con mi casa y con la chica que iba
a limpiarme. No estaba muy segura de que fuese a durar mucho en esa casa. No
tenía sentido sin mí. A él le pillaba a 70 km del trabajo y eso pudiéndolo
evitar no creo que continuase mucho tiempo. Se quedó con el teléfono aunque no
recuerdo quien lo pagaba… -como para pensar en esas chorradas ahora-.
Todo era amor y consuelo y, por fín, el
tópico y típico adiós en el aeropuerto. Dejando a un lado lo demás, NUNCA, pero
nunca volví a saber de él. No contestaba jamás a mis llamadas que sonaban una y
otra vez con mi puta voz diciendo el número al que se llamaba y que dejaran el
mensaje… No sé cuántas veces llamé… sé que pocos mensajes dejé –para qué, me
iba a dar el mismo resultado!-, llamé a su oficina, a su trabajo unas cuantas
veces hasta que me dio vergüenza llamar porque no quería ser la acosadora,
jajajajaja… yo… la acosadora… estaba bueno!!!.
Ahora que tanta falta me hacía no podía
recurrir a él ni a nadie. A NADIE…, la maldita soledad de este inagotable e
ingrato trabajo y también este se hacía añicos en mis dedos… horadándome por
dentro como las olas hacían en las rocas que estaban bajo mis pies. No sentía
nada, no sentía el frío tremendo de un día de diciembre cercano a las
Navidades.
Esta mañana me desperté como siempre,
demasiado temprano, no podía con mi alma, estaba cansada hasta el tuétano. Sin
apenas dormir, acostándome tan tarde que habían apagado hasta las farolas de
“La Urba” y levantándome siempre demasiado temprano para el sueño que
arrastraba… Debí dormirme… Cuando desperté eran las 10 de la mañana… Por Dios,
por Dios!!! Uff…! A correr… ducha, café del día anterior, bien cargado y
asqueroso y a vestirse de punta en blanco… todo un ritual… Un traje de chaqueta
con minifalda a juego con los zapatos de tacón alto, con el bolso y con las
uñas, blusa blanca debajo y por todo maquillaje, los carnosos labios de rojo
Chanel.
Conduje hasta el juzgado y
milagrosamente hallé un sitio en la parte de atrás. Tanto mejor, así podía
entrar por la puerta de atrás. Eran las 11 cuando crucé la puerta. Saludé a los
dos funcionarios que se hallaban a mi derecha en su despacho, nada más entrar y
me dirigí al despacho, sacando mi juego de llaves. Al ir a entrar, me fijé en
que mi compañera tenía la puerta abierta y estaba hablando con unos señores que
por la postura adoptada por ella debían ser alguien importante. Ella me vió y
desvió la mirada inmediatamente. Ya estaba abriendo y vino Pilar corriendo:
”Corre, corre, date prisa, me susurró al oído”, ella era la mejor funcionaria que
tenía en el juzgado y gracias a ella el trabajo en Civil iba de maravilla,
dentro de lo que se podía hacer. Casi íbamos al día.
Entró conmigo, casi empujándome
-Ha venido la inspección!!!
-Qué inspección?
-No lo sé, no sabía nada, han aparecido
de repente y prohibieron que te llamáramos. Yo iba a hacerlo pero el asqueroso
del viejo se ha quedado pegado a mí todo el tiempo… Ya vienen!!!
-Buenos días! Supongo que tú serás
Isabel Oliva.
Y a partir de ahí el día iba cayendo
por un precipicio tan grande y tan negro como un pozo sin fondo.
Mi despacho se hallaba hecho un asco.
Mi meticuloso orden, casi maniático, había sido roto el día anterior porque los
funcionarios uno por uno, decidieron todos, menos Pilar que ante tal atasco lo
dejó para mañana, traerme todos los expedientes y todas las sentencias que
estaban pendientes tan solo de firmar. Ya estaban resueltos o en trámite.
Únicamente faltaba mi firma. Nunca me los habían pasado todos a la vez. En
ocasiones tenía que recordarles que no veía firmas suyas por ningún lado
poniendo cara de pocos amigos. Pero ayer antes de irse tooodos desfilaron para
dejarme su firma en mi despacho. Así que en los dos butacones de madera labrada
y terciopelo verde se encontraban torres y torres gigantescas de expedientes.
También en mi mesa y en la mesa adyacente y en la del teléfono y en el suelo.
Y yo que me había puesto tan contenta
el día anterior cuando venían uno tras otro a entregarme la firma… JA!!!
Contenta!!!
El trabajo iba saliendo por fín… si,
si…
Todo el día de hoy pasaba por delante
de mis ojos acuosos al mirar el agua, al darme cuenta de la traición de mis
funcionarios, de la horrible decepción que había supuesto y… ¡¡¡la
secretaria!!!.... la asquerosa de la secretaria, con su enjuta figura y su mirar
torvo. Con ese acné asqueroso que le salía en forma de caspas gordas y
asquerosas en las cejas, y yo que le había dado la fórmula ideal para acabar
con ello… Ahora me arrepentía, me arrepentía de haberla ayudado, de tener la
carrera de farmacia, de saber mucho, de haber creído que nada se me escapaba,
de confiar ciegamente y de no confiar en nadie. Me arrepentía de todo ahora…
Ella sabía que tenía la inspección al día siguiente. A ella y a todos se lo
habían dicho menos a Pilar porque es mi amiga y a mí… Hasta mi compañera lo
sabía y ninguno me había dicho ni media palabra… Me extrañaba el teléfono mudo
esta mañana cuando desde las 9 o antes repiqueteaba incesantemente en busca de
soluciones y hoy no había sonado ni una vez… ni una sola vez…
No sé qué más podía ocurrir, qué nuevas
formas de castigarme surgirían ignorando aún el motivo…. Si hubiera sabido lo
que se me venía encima!!!... Si lo hubiese sabido!!!... me hubiera dado cuenta
de que esto no era nada a comparación de lo que me esperaba, que esto solo
había sido el principio de una larguísima persecución implacable durante años…
Al menos, no me hubiera sentido tan mal como ahora con lo que me quedaba por
delante…
ISABEL OLIVA YANES
Me gustó la primera ves que lo leí, pero Ahora hasta me gustó más y ha quedado genial en el blog de Ric.
ResponderEliminarFelicidades a los dos. A él por su blog, a ti por tu historia.
Besitos para los dos.
Un buen relato, aunque lo de autobiográfico deja un regusto demasiado ácido.
ResponderEliminarSi como parece por el relato hay hechos muy interesantes antes y después del tiempo en el que se desarrolla éste, Isabel quizás debería pensar en escribir una novela.
Avelino, gracias por tu parecer y sé que tengo material de sobra para escribir no una sino 5 novelas enteras, pero no me apetece, sencillamente no tengo tan desarrollado el instinto de escritor como para trabajar con ahínco en algo que no me interesa recordar.
EliminarEs ahora y cuando pongo mi nombre en google y veo los artículos publicados sobre mí y se me cae la cara de vergüenza o veo como tratan al prepotente de Garzón en el Tribunal, como si fuera uno más de ellos, JA.
A mí me hicieron sentar en el banquillo, además que me lo remarcaron bien "BANQUILLO" y nunca se me olvidará.
Así que prefiero contar por diversión algún que otro suceso que no amargarme la vida cuando ya he logrado superar todo aquello. No soy masoca.
Y realmente no tengo ningún deseo de venganza, lo cual no implica que si se mueren no me alegre, claro.
Estoy totalmente de acuerdo con Avelino y con Mercy , aunque ya lo había leído , no se , aquí me ha gustado mas ,y la música , que lo acompaña .... es perfecta y la foto espectacular .
ResponderEliminarEn cuanto al relato , también me gustaría saber hechos anteriores y posteriores , yo también voto porque escriba todo en una novela , que seguro y por lo que se puede ver , puede ser una novela larguísima ,y con mucha miga , ademas , ya te lo dije , me encanta como escribes .Sigue adelante ¡¡¡ escritora !!! Besosss.
AHHHH !!! se me olvidó felicitar al creador de blog , Felicidades Ricardo. que tengas mucha suerte en esta nueva aventura ,¡¡me encanta tu blog !! ,¡¡ Enhorabuena corazón !! y si necesitas ayuda ya sabes ...
ResponderEliminarTe agradezco, Ricardo, enormemente que pueda publicar mis relatos en tu blog, porque en el mío sería un saco de mierda al final.
ResponderEliminarAgradezco vuestros comentarios que me llenan el alma de regocijo y me incitan a seguir escribiendo.
Gracias a todos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPor fin puedo comentar!!!!
ResponderEliminarAunque ya lo había leído, está diferente, la música, la foto, lo acompaña perfectamente, si antes ya me gustó, porque me impresionó tanto lo que contabas como la manera de contarlo, pues ahora mas, mucho mas.
Un beso muy grande amiga, y sigue escribiendo, yo también voto por conocer toda la historia , ¡¡¡animate !!!
Ya te lo comenté en persona,pero no había vuelto a leerlo hasta ahora, con música y todo!. Decepción es poco para definir los sentimientos encerrados en el relato. Y solo es la punta del iceberg. Te dije, y lo mantengo, que esos H de P (se entiende? es que no se si se puede escribir hijos de puta) acabarán recibiendo lo que se merecen, y tu,estarás ahí para verlo. Ese capítulo, si que valdría la pena escribirlo, jaja! Me encanta tu forma de escribir, espero que este sea el primero de muchos relatos aqui, en el blog. Felicidades y ¡¡que les den!!
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