Soy yo, pero soy tu.
Estoy sentada en la escalera de mármol con una de las piernas más
doblada que la otra y en ellas me apoyo.
Todo es blanco, de un blanco roto. Hay ventanas y visillos por todos
lados y en todas estás tu. Miro a una y estás apoyado en ella indolentemente
con una pierna posada en la pared y la otra plegada, ajeno totalmente a la
belleza que posees, a lo erótico que resultas... siempre...
Retiro mis ojos de ti...¡¡¡Dios mío!!! No sé cómo evitarlo, cómo hacer
que desaparezca este calor en mis entrañas, esta necesidad de ti, esta ansia
por tenerte dentro y besarte cada poro de tu increíble piel. Miro la otra
ventana y estás solo con unos vaqueros sentado en un sillón, las piernas
extendidas encima de la mesa y te sostienes la cabeza con una mano. Hay un
ventilador blanco en el techo que pretende quitar el calor de tu cuerpo, pero
no lo consigue. Tampoco es que te importe, a pesar de las gotitas de sudor que
perlan tu pecho completamente núbil. Sube y baja reposado con tu respiración y
me siento enfermar. Mis senos están duros como almendras, nunca alguien había
producido en mí lo que tú. Ni siquiera hace falta que me mires, no es
necesario, estoy absolutamente perdida en tí. Tu cuerpo voluptuoso me atrapa y
siento que ese aliento soy yo que entro y salgo de ti con tanta naturalidad
como es el respirar.
Pero a mi eso me esclaviza, me siento absolutamente húmeda, no lo puedo
evitar, ni quiero... creo.... Mi vestido ibicenco blanco roza mis pechos y
siento que me estás acariciando y que pronto vendrás a besarlos.
Dirijo mi mirada a una puerta donde estás apoyado en el quicio y te veo a
contraluz, solo tu silueta, eres tan bello, tan hermoso... tanto, tanto... que
no entiendo cómo te he podido conocer yo a ti y cómo has podido fijarte en mi y
cómo hemos llegado a amarnos, de esta bestial manera. Veo tu cabeza inclinada
hacia abajo, pareces triste... ¡¡¡Dios mío!!! dame fuerzas para no ir a
abrazarte, para no cubrirte con mis brazos y llenarte de besos interminables
hasta que vuelva la alegría a tu cara... pero... aparto la mirada y sigo
sentada...
Miro la estancia de al lado, estás en la alfombra blanca de pelo que se
hunde y detrás de ti, tumbado como estás de perfil, veo nuestra chimenea... las
entrañas, los ovarios, todo lo que tengo en mí de femineidad me duele, está
contraído y necesita desbordarse, dejarse llevar y tenerte como tantas veces te
he tenido... o... no... ¡quizás no he llegado a tenerte!... me lastimarías...
me harías daño, dolor físico, un dolor insoportable cuando penetrases en mí que
sé que haría que todo mi deseo se borrase y el tuyo desapareciera de cuajo...
Por qué?... Por qué pienso eso o por qué estoy segura de que eso va a pasar?...
No sé, me harás daño al entrar en mí, al siquiera intentar entrar y no puedo,
no puedo soportarlo, ya no sé si por mí misma o porque te perdería... NO te he
dicho nada. Nunca pensé que fuera necesario decírtelo. Todo iba bien, más que
bien, todo era perfecto... Por qué ahora esa absoluta certeza de que se va a
acabar?.. pero, pero si te deseo tanto, tantísimo y eres tan increíblemente
guapo, tan dulce, tan tierno, tan romántico... no romperías nunca el encanto,
no dejarías que me distrajese, que me dispersase y que doliera... es
IMPOSIBLE!!!
Eres todo lo que he soñado. Desde que nací ya creo que mi destino era
encontrarte, tu eres mi zapato de cristal, la otra cara de la concha, el arpón
de mi barco, eres mi otra mitad, mi consuelo, mi luna, mi sol... nací para ti y
soy tuya, tuya... Hasta el último de mis pensamientos y de mis células que ya
están chillando porque no están contra las tuyas, porque estoy aquí parada y
quieta y tu por primera vez me miras y me ves. Me miras con esos ojos
verdes en los que me pierdo... esos ojos que son todos los espejos del mundo en
los que me quiero mirar... y me sonríes, con esa sonrisa tuya tan natural e
injuriosamente bella, lujuriosamente maldita... Me comería esos labios, los
dientes, tu lengua, las orejas... uff!!, uff!, por favor, estoy hirviendo
literalmente! ardo...
¿Por qué permanezco indolente aquí sentada disfrutando o padeciendo las
sensaciones que me haces sentir?... sobre todo, porque todo lo tendría con ir
hacia ti... y me deleito sintiéndome deseada por ti, penetrada por tus ojos de
la misma forma que me penetras cuando tu entras en mi y me llenas por entero y
me vuelves loca... cuando me abro como una flor para ti, cuando te deseo tanto
que llegaría a empujarte.. a atenazarte contra mi, para que siguieses entrando
y saliendo, entrando hasta el final, al más húmedo de los finales y alcanzases
ese único punto que siempre sabes encontrar que me hace gritar hasta
enloquecer, contorsionarme y rogar a Dios que nunca se acabe lo que siento, lo
que pienso, lo que deseo... Me llenas, me vacías, soy tuya... me dejo llevar
por las oleadas de la pasión y el deseo... tu vigoroso deseo... dentro de mi,
palpitante, fuerte, duro, sin contemplaciones y consiguiendo a cada paso cada
vez estar más incrustado en mi y mi flor se abre, se abre... se abre..... y te
recibo... Oh! Oh! Oh! siento tus fuertes eyaculaciones, tus golpes, tus
estremecimientos, cómo los pelitos de la piel se te ponen de punta... te rindes
a mí y yo ya estoy rendida...
Soy tan feliz, mientras yazco en la alfombra contigo a mi lado que no
puedo evitar que las lágrimas salgan de mis ojos... Si todo se pudiera contraer
y reducir a este instante, a este mágico instante... para siempre... y lloro de
felicidad, de alegría, de placer, de gozo, de agradecimiento, un profundo y
noble agradecimiento que no sé a quién dirigir por haberte encontrado, porque
seas feliz a mi lado, porque me quieras, porque me mimes, me ames y me desees y
por este amor que siento hacia ti... mi único hombre... mi única otra concha...
mi yo.... mi verdadero y genuino yo... y ya no tengo miedo, ha pasado y no me
has hecho daño... pero me lo harás?... No, no, en estos momentos tener una duda
como esa es un pecado...
Siempre que te miro desearía tenerte en mis brazos, como ahora, mi dulce
mujer, mi sanadora de almas y de cuerpo. Sé que no debo preocuparme de esas
lágrimas que ruedan por tus mejillas hacia la alfombra, sé lo que piensas, sé
lo que sientes, sé todo lo relativo a ti, lo sé todo porque tu eres yo y yo soy
tu. Tu sabes lo que siento y yo he estado en tu piel, en tu cuerpo, en tus
pechos, en tu vagina, en tu clítoris, en tu proyección del mayor de los
orgasmos y sé que incluso es más húmedo ese orgasmo interior... porque asemeja
una delicada pero fuerte fontana que cuando siente el máximo placer se desborda
como yo en ti... sé lo que anhelas, lo que dudas, lo que te amedrenta, sé lo
que me amas y me deseas............ BENDITO CUERPO!!! BENDITO TEMPLO DE
AMOR!!!...