Este relato fue pequeño, para un micro para el blog "Esta noche te cuento" http://estanochetecuento.blogspot.com.es/2013/02/feb28-retrato-de-un-asesino-de-ricardo.html
pero al escribirlo quiso vivir por sí mismo y se fue extendiendo y haciéndose más largo. Ahora quiere que lo publique pero no sé si no querrá una tercera parte también. A ver qué os parece.
(Retrato de Olga Artigas, especial para este cuento, publicado en Fábrica de Sueños, Edit. El Fantasma de los sueños, 2015. Hecho en tinta china).
pero al escribirlo quiso vivir por sí mismo y se fue extendiendo y haciéndose más largo. Ahora quiere que lo publique pero no sé si no querrá una tercera parte también. A ver qué os parece.
(Retrato de Olga Artigas, especial para este cuento, publicado en Fábrica de Sueños, Edit. El Fantasma de los sueños, 2015. Hecho en tinta china).
Me habían designado jurado de aquellos luctuosos crímenes.
Quisiera haber podido declinar pero las causas legales de exención no se me
aplicaban. Así que tuve que sufrir aquellas horrendas fotografías de mujeres
torturadas, mutiladas y deformadas brutalmente. Los informes, las autopsias,
las declaraciones y la autoría del que se declaró culpable.
Mi única manera de sobrellevar aquello era haciendo retratos.
Es un hobby que tengo y que me relaja mucho cuando estoy tenso. De ese modo,
retraté a Su Señoría, al Secretario, al abogado y, finalmente, al asesino. Su
cara era la de un ser demoníaco, perverso, atroz, inigualable. Facciones duras,
rostro rígido, rictus cruel, ojos diabólicos y la irónica sonrisa de aquél que
sabe algo que nosotros ignoramos y ello le causa un inmenso placer.
Mientras yo dibujaba él me miraba intensamente, tanto que en
algunos momentos tuve que girar mi rostro por temor a encontrarme esa torva
mirada. Terminado mi dibujo lo guardé apartado de los papeles de la sentencia
en la que se le impuso la pena de la silla eléctrica. La opinión pública estaba
tan conmocionada por las aberraciones de este criminal que se ejecutó en cuanto
fue firme. Y el mundo descansó.
Pasado un año de aquél suceso un crimen exacto al de las
veintiséis víctimas anteriores sucedió, al día siguiente otro y otro. Rebusqué
en la carpeta donde estaba el retrato que le hice y cuando lo vi, creí
desfallecer: El retrato estaba vivo, parecía respirar y mirarme sonriendo,
dándome las gracias por crearle el medio para volver y seguir asesinando.
Intenté romperlo pero no pude, solo obtuve cortes sangrantes en mis manos como
si el dibujo estuviera hecho en una lámina finísima de metal indeformable.
Quise quemarlo con igual resultado. Mientras, el grotesco verdugo salía cada
noche y de nuevo se producía una muerte con atroces torturas.
Intenté decirles a la policía y a quien me quisiera escuchar
que todo se debía a mi retrato. Que el homicida estaba vivo en mi dibujo y no
podía matarlo pero fui tachado de loco. Puesto que algún maleficio había
logrado crear un ser vivo de un dibujo otro maleficio debería hacerlo inane.
Busqué en tiendas de vudú y otros lugares parecidos, hablé con videntes, brujas
y todo tipo de magas hasta que di con una que no solo me creyó sino que estuvo
dispuesta a ayudarme. Su sobrina había muerto a manos de aquel asesino y desde
el más allá el alma de su familiar le confirmó mi historia.
Fuimos a mi casa y, tras las advertencias de rigor, le mostré
el dibujo. Dio un salto y con los ojos llenos de espanto y un grito ahogado en
la garganta salió de mi despacho. Estaba aterrada pero firme en su decisión.
Dibujó un pentagrama en el suelo con algo similar a la sangre, no quise
preguntar, puso velas, quemó extrañas hierbas y mientras pronunciaba extraños
sortilegios colocó el dibujo en el centro del pentagrama. A continuación
salmodiando textos arcanos en lenguas tan antiguas como muertas pronunció el
hechizo que produciría el cambio. Yo me agregué a su plegaria y me arrodillé
junto a ella.
El asesino me sonreía cada vez más abiertamente. Pero a
medida que la noche avanzaba y los cánticos seguían en la habitación en
penumbra su sonrisa comenzó a desaparecer lentamente o tan solo era una ilusión
mía, no lo sé…
Ahora que empieza a amanecer y que cansados nos rendimos al
sueño solo pido a Dios o al Demonio que la magia funcione…
Cuando me desperté no tuve conciencia hasta un minuto después
de dónde y qué estaba haciendo. En cuanto me situé, de inmediato, corrí a ver
el retrato y… ¡estaba en blanco! No había asesino desmembrador, ya no estaba el
torturador y el papel volvía a ser sólo papel pero en blanco. Estaba radiante.
Ya no me importaba si me creían o no porque la causa de mis males había
desaparecido. Por fin, la ciudad respiraría de verdad.
Quise pagar a la bruja por sus servicios pero se ofendió casi
insultándome. Para ella era una obligación acabar con quien termino con la vida
de su sobrina. Le di las gracias por creer en mí, por sus necesarios ritos y
maleficios y le ofrecí mi número de teléfono por si necesitaba algo en alguna
ocasión. Ya me ocuparía yo de no cogerlo, pensaba.
Me di una ducha y salí temprano a comprar el periódico y
desayunar. El titular del día en todos los diarios no podía ser más llamativo. Variando
palabras o volumen remarcaban el hecho de que: EL “ASESINO TORTURADOR” NO HABÍA
MATADO ESA NOCHE por primera vez desde el día en que se cumplió un año de su
muerte. Me sentí ligero como una mariposa y con la sensación del deber
cumplido. Aunque nadie más que una bruja y yo, sabíamos que éramos los
salvadores del mundo al extinguir al productor de la ola de crímenes más
extensa y diabólica que hubiera existido hasta entonces.
Desayuné y me tomé el día libre, inventando una excusa para
ello. Paseé por los parques y jardines de palacio, por los lagos con sus cisnes
y patos, entre los pavos reales y otros animales. Almorcé al aire libre y en
cuanto empezó a oscurecer me marché a casa, cansado de tanta caminata y de mi
noche sin dormir pero satisfecho. En cuanto llegué me desnudé y me metí en la
cama, durmiendo profundamente y descansando. Cuando sonó el despertador estaba
fresco como una manzana.
Al cabo de tres días o tres noches, según se mire, una muerte
atroz sacudió a los aletargados y confiados ciudadanos que creían que el
asesino había muerto o lo habían encerrado, aunque fuera por error. Yo no podía
dejar de mirar el periódico. Todo, todo lo que allí había y enseñaba era lo que
yo vi en el juicio: la posición del tronco y de los miembros amputados, la boca
pintada y cosida, violada y sodomizada y llena de hematomas que ni siquiera
habían tenido tiempo de formarse. Horas y horas de tortura debió haber sufrido
esa chica. ¡Dios mío! ¿Qué había pasado? ¿Un imitador? Era posible aunque yo
detecté como en los otros crímenes algo que siempre creí sin importancia y que,
al parecer, era vital para el asesino, un montoncito apenas visible de cenizas
al lado izquierdo del cuerpo, lejos del mismo pero hacia el que presumiblemente
miraba el cadáver. Eso me dio la certeza suficiente para saber que el asesino,
como Cristo ¡Dios me perdone por esta blasfemia! había resucitado al tercer
día.
Pero eso no podía ser, era imposible ¿o no? En cuanto salí
del trabajo, aturdido y agobiado, corrí presuroso a la caravana de la bruja,
mas esta había emigrado. Pregunté, inquirí, rogué pero nadie sabía dónde había
ido. Volví a casa exhausto y desmoralizado. Me acosté rezando porque todo esto
hubiera sido un sueño. A la mañana siguiente me levanté cansado y dolorido, no
me extrañó pues fue una noticia muy desagradable y en cuanto abordé la acera
comprobé que nuevamente el asesino había actuado. ¿Qué hacer? ¿Cómo buscar a la
bruja cuyo nombre ignoraba? Cuanto más pensaba más confundido me encontraba.
De repente me acordé, ¡el retrato!, el que contuvo al
asesino, aquél miserable trozo de papel que un día yo pinté y en el que recogí
el alma de un monstruo dentro del mismo. Nunca lo tiré pero no recordaba
exactamente dónde lo había puesto. Era una cuestión vital. Debía recordar…
Busqué por todas partes y cuando ya estaba a punto de abandonar el registro por
infructuoso, del interior de una carpeta voló un papel con lo que me pareció un
dibujo que se fue a posar en el suelo lejos de mí.
Mientras me acercaba a él iba temblando. El papel que estaba
en blanco nuevamente se hallaba pintado y la pintura enseguida la reconocí como
mía. Recogí del suelo el dibujo con los ojos cerrados, aterrado de la mirada
del asesino y su sonrisa, las cuales me iba a encontrar en cuanto abriera los
ojos. Por décimas de segundo estuve a punto de abandonar, tirarlo sin mirar y
huir a otro país, a otro Estado… Deseché la idea por cobarde y abrí los ojos.
Si tuviera que describir mi estado en ese momento sería el de noqueado por el
pavor. El rostro que me miraba y sonreía perversamente… era mi propio rostro…
Tiene un aire a relato del XIX muy conseguido y la historia gana mucho más que en el micro, el miedo del protagonista se puede tocar. Me alegra que te animaras a alargarlo :D
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Raelana. Estas palabras tuyas me infunden mucha confianza.
EliminarUn abrazo.
¡Tremendo, amigo, conseguiste superarte y lograste lo inimaginable, hacerlo aún más pavoroso y terrorífico!!¡Muchas felicidades, me horrorizaste y me das un miedo tremendo ahora, espero que estés satisfecho, tardaré en dormir por las noches!
ResponderEliminarPobrecito mío!!! Qué exagerado!!! Pero muchísimas gracias por tus palabras. Por ellas merece la pena seguir escribiendo.
EliminarUn abrazo.
Hola Ricardo!
ResponderEliminarGratamente sorprendida por la lectura de tu relato! Me ha gustado bastante a pesar de que al tener el fondo negro me cuesta un poco...(luego lo veo todo a rayas...)
Has sabido llevar la intriga muy bien, que creo que es una de las cosas que más me gusta como lectora..., es lo que hace que estés enganchado a seguir.
Otra cualidad que he sacado de tu lectura, es que eres bastante directo, sin rodeos, así no dejas lugar al aburrimiento, que a veces se apodera de mi!
Creo que si es posible una tercera parte...
Te conozco muy poquito pero me gustaría animarte a que sigas escribiendo, yo por mi parte, seguiré indagando por tus relatos.
FELICITACIONES!!
Muchísimas gracias por tus palabras, Mamen. Bienvenida a este humilde blog que está a tu disposición. Me ha alegrado que te haya gustado. Y sí, puede que tenga una tercera parte. El relato lo decidirá.
EliminarUn abrazo.
Me encanta. Y las ilustraciones también. Es verdad que a pesar de la silla eléctrica te ha quedado intemporal...El poder de la creación...Quizás más que Wilde o Balzac...Poe...
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Olga, por tus palabras y el hecho de que te haya gustado me hace sentir muy orgulloso y centrarme más en la escritura. Gracias.
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho, enhorabuena. El final estupendo...un saludo!
ResponderEliminarMuchísimas gracias Sirkka. ¡Qué amable! Me siento genial.
EliminarUn saludo.
Bueno lo leí ayer pero no sé que pasó que me olvidé de comentar jeje.La música acompaña perfectamente el relato dando ese toque en el ambiente de suspenso y miedito ahhh...Ahora no sólo Frank me asusta,ajaj ya son dos!.Te felicito, quedó muy bien la extensión del relato,deja una historia tenebrosa a la perfección.
ResponderEliminarY las imágenes muy bien elegidas,me gustó todo.:)
jajajajaja... Así que me he puesto a la altura de Frank, ¡no, xD! él siempre asusta más. Yo a ratos. Pero la verdad es que me encanta que sientas miedo. Muchísimas gracias por todos tus halagos.
EliminarUn abrazo, Karina.
Me gustó esta historia! Relatado con esa intriga que no permite aburrirse. Como lectora disfruté mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!
Y como aprendiz de escritor te lo agradezco mucho, Estela. Gracias por haberte gustado y por dejar un buen recuerdo aquí.
EliminarUn saludo.
Siguiendo una reseña literaria he llegado aquí, y como soy una amante del género pues no he podido evitar leerlo de un tirón. Inevitablemente me ha venido a la cabeza El retrato de Dorian Grey, es inevitable, pero luego ya tu relato ha cobrado vida propia y me ha intrigado muchísimo. No sé por qué en mi cabeza el prota era Jhonny Deep (vainas mías, ni preguntes).
ResponderEliminarEl final, bajo mi punto de vista, me encanta, pero te hubiese quedado más impactante si lo hubieses dejado en las manos del lector. Por ejemplo acabar diciendo: y al tomar el folio en mi mano, estos fueron los ojos que me miraron..., y cuelgas tu foto.
Bien, en todo caso, me ha gustado mucho encontrarte. Nos leemos.
Hola, Ángela.
EliminarEncantado de conocerte. En cuanto a lo de Dorian Grey era impepinable porque parte de un micro en el que el tema era El Retrato de Dorian Grey. Y al hacerlo, como tú dices, no se quiso quedar en eso y siguió y siguió tanto que tiene una tercera parte, con lo que se convertirá en un relato largo y si no para llegará a novela corta y...
Entiendo lo que dices y te agradezco el comentario pero esto se puede permitir en un blog en el que hay imágenes y música pero no en un relato simple y llano dispuesto para presentarse a concursos como son todos los que están aquí que ya se han presentado.
Claro que nos leeremos, Ángela.
Fantástico Ric está mucho mejor que el primero y ese estilo tuyo de escribir que como dice Arturo recuerda a Poe hace de este relato una delicia, es rápido en el ritmo y da miedito yo si apostaría por un tercero. Muakssss cada vez lo haces mejor amor.
ResponderEliminarEres un amor. Muchísimas gracias, Mercy. Ya sabes que con tus palabras muevo la colita de contento. Gracias por tus apreciaciones.
EliminarUn abrazo y muchos besos, guapa.
Querido mío, siempre consigues sorprenderme cada vez más. El final de la otra vez era genial y te dejó con el alma en vilo, pero este es increíble. Me gusta mucho más, además vas transformando el ambiente y la estructura se mantiene sin fracturas. Ritmo fluido y vertiginoso.
ResponderEliminarMuy bien llevado. Gracias por dejárnoslo leer.
Un besazo.
Muchísimas gracias, Isabel. Como verás hace un montón de tiempo que no me paso por aquí. Perdona por no responder. Me halaga mucho tu comentario. Me alegro que te haya parecido así, Isa. Es lo que pretendía.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.