Hoy os doy la primicia de leer el cuento con el que he participado en la antología de Fábrica de cuentos. En este enlace podéis adquirirla por un módico precio. No os arrepentiréis. Y ahora el cuento. Para el cual la pintora, Olga Artigas hizo una obra solo para mi relato, a la que le agradezco infinitamente este detalle, no solo por no ser la primera vez. Ya ha hecho unas cuantas portadas y muchas ilustraciones y pinturas. Os dejo que juzguéis vosotros mismos. Lo he tenido que dividir en dos porque era muy largo para leerlo de una tacada.
ARRINCONADA
Por Ricardo Corazón de León
Vino a la República
Dominicana de vacaciones, como todos, a Punta Cana, pero…
Así
empezó su historia y de repente está atrapada en una casa desconocida con gente
de color, desconocidos que hablan y practican ritos y bailes que ella no
comprende… ¿o sí?
Desde que llegó de vacaciones a uno
de estos hoteles resort a la orilla del mar, en un todo incluido con una simple
pulserita, se había convertido poco a poco en una nativa, a pesar de su aspecto,
racialmente opuesto al de los dominicanos.
Se negaba a hacer lo que los demás
turistas. Ella deseaba integrarse en el paisaje, en la selva, en las raíces de
los árboles y en la tierra. Comenzó con sueños extraños sobre muertes y
asesinatos. No entendía por qué, pero se había convertido en una extraña para
sí misma. Su carácter era de natural tímido, tanto que a veces dejaba pasar sus
deseos de largo por no ser capaz de alzar la voz y hacerse notar. No sentía
mucha curiosidad por nada. Aunque culta e inteligente no lo manifestaba de
ninguna manera pudiendo perfectamente pasar por pacata. Era dócil, como decía
su madre, aunque ella lo traducía en mansa. Para qué pelear si había tantos
contendientes en el terreno y ella tenía miedo a todos y de todo. Ese era su
peor defecto, el miedo, que casi se convertía en neurosis cuando se hallaba
fuera de casa, como ocurría ahora.
Su cuerpo parecía una prolongación
de su carácter. Nada excesivo, llamativo ni brillante. Agradable en su aspecto,
pasaba desapercibida con su piel pálida, su pelo rubio ceniza y la falta de
colorido en sus vestidos.
Se había visto involucrada en
supersticiones y creencias que invocaban a los espíritus y dioses más remotos. A
través de sus sueños supo que una persona a la que llamaban Odu Kwara iba a ser
asesinado y por las vestimentas que portaba en la pesadilla, debía ser un
brujo, al que veía al lado de un río. Este repetitivo sueño no cesaba y
permanecía las horas despierta para evitar verse obligada a soñarlo de nuevo.
Presentía no sólo que el sueño era un hecho, sino que además era un hecho
futuro, que aún no se había producido y, por tanto, evitable.
En circunstancias normales hubiera
acudido a su médico para que le diera algo que le permitiera dormir, pero en
aquella mágica tierra la sangre hervía y el corazón latía al compás de una
danza y de una música inaudibles pero ciertas.
Entonces ¿cómo encontrar al protagonista
de su sueño, con una máscara llena de conchas y caracolas? Recordaba detalles
del brujo, le veía con una cinta de cuero alrededor de las caderas de la que
pendían objetos, muchos de ellos desconocidos, otros no, como patas de conejo, colas
de animales inidentificables, cabezas de madera o calabazas, la cresta de algún
gallo…
Se le ocurrió que si conseguía
mezclarse con alguien del país, quizás viera objetos similares a los que
aparecían en sus sueños y podría encontrar un rastro. Así que cogió la guagua, que
la llevó en dirección a Higuey, el primer pueblo que encontró en el mapa. Iba
empapada de la humedad, tan elevada, propia de las latitudes en las que se
encontraba, pero no se le hacía desagradable ni insoportable. Todo aquel viaje
era una sorpresa. Cuando se enteró de que había ganado el viaje que todos los
años la empresa sorteaba entre los empleados no podía dar crédito a su suerte. Sus
compañeros la miraban asombrados y ella, azorada, quería que el suelo se
abriese a sus pies y poder desaparecer. Pero no sucedió así y soportó una ronda
de felicitaciones, verdaderas pocas y envidiosas y falsas, muchas. Pensó
inmediatamente en rechazarlo, si ni siquiera tenía a alguien para el otro
billete, pero extrañamente no lo hizo. A partir de ese momento su monótona y
adocenada vida dio un cambio de ciento ochenta grados. Su billete de sobra lo
remitió en un sobre, sin remite al Centro de Cáritas con el que colaboraba como
voluntaria. Se instruyó del clima y las necesidades del viaje, hizo sus maletas
y se embarcó en el más desconcertante crucero que tuvo nunca. Y el último.
Esto venía pensando con una sonrisa
en los labios. Le parecía que nunca había vivido nada de verdad. Había pasado
por su existencia sin enterarse y ahora llegaba su revancha.
Llegó a Higuey y abandonó la única
calle comercial que había, llena de puestecillos de comida, bebidas, estatuas,
collares, cuadros y diversos objetos de recuerdo. Se introdujo en una calle sin
asfaltar y con casas de madera gastada y vieja, sucias y pintadas con ese azul
celeste desvaído por los años. Había niños pequeños a la puerta de sus casas o
solitarios caminando de un lado para otro. No circulaba ni un vehículo y ella
no encontraba lo que buscaba. Giró a la izquierda por otra callejuela aún más
miserable y avanzó por delante de casas abiertas donde creía ver ojos huraños
espiándola. Se acobardó y empezaba a perder la valentía que le había llevado
hasta allí, así que decidió volver al hotel y olvidar esa pesadilla sin
sentido. Se dio la vuelta y como surgido de la nada, apareció frente a ella, a
escasos centímetros de su cuerpo, un viejo renegrido, esquelético y encorvado
que se apoyaba en un bastón en forma de serpiente. De su cinturón colgaban
símbolos y objetos similares a los que ella buscaba y supo que esto era lo que
venía buscando.
Él susurró oluku mi y le hizo un gesto para que le siguiera y, para su
extrañeza, ella le siguió sin dudar, contrariamente a lo que su lógica le
dictaba. La llevó a una casucha del mismo color que la tierra. Subieron tres
peldaños y se sentaron en el suelo sobre una raída alfombra. Entre ambos se
hallaba una cafetera o tetera de cobre y dos tazas iguales. Sacó el anciano de
su zurrón una bolsita con hierbas que echó en ese calentador de agua. Sirvió
ambas tazas y ella se lo tomó como si lo llevara haciendo durante años. En un
instante sintió una gran relajación de todo su cuerpo y pese a que estaba
despierta, el sueño se repetía delante de ella. No entendía cómo pero el viejo
lo contemplaba también. Ella habría asegurado que esto era magia pero nunca se
preocupó de averiguar cosas absurdas. Ahora lo comprendía como si siempre lo hubiera
llevado en la sangre.
Una y otra vez esa pesadilla que
tanto la espantaba y agotaba se reproducía ante sus ojos. En el momento en que
apareció la víctima, Odu Kwara, ella lo señaló. No sentía turbación ni recelo
alguno. De ese modo, sin utilizar las palabras, le trasmitió al que buscaba lo
que necesitaba.
Cuando la sucesión de imágenes se
acabó, el hombre se puso en pie y con un gesto de presentación dijo su nombre,
Lle Inle, y sonriendo dijo o Cristóbal. Ella se presentó, Laura. Sin embargo, el
español del anciano se limitaba a su
nombre, aunque se expresaba bien en inglés y en un idioma que ella no había
oído nunca. A través de sus gestos y palabras, entendió que Cristóbal iba a
acompañarla el resto del camino en busca de Odu Kwara quien al parecer existía.
Él desapareció tras una cortina y
apareció con dos tazones de barro repletos de una especie de sopa o menestra
con abundantes verduras y algún trocito de carne. Y junto con una cuchara se lo
acercó. Decían que las comidas de los indígenas estaban cocinadas con aguas sin
desinfectar de los ríos y que producían enfermedades como la disentería, la
difteria, el cólera u otras de menor importancia. También sabía que utilizaban
muchas especias y picantes que podían hacerla arder durante horas. Pero ella lo
aceptó como si fuese un puré de verduras de su casa y comió con hambre. A
continuación, Cristóbal le mostró un colchón tirado en el suelo sobre el que
ella estiró su gran pañuelo de gasa de color tostado, que nunca abandonaba, su
bolso, y se tendió sobre él sin poner objeción alguna.
En la noche se oían los cantos, los
chirridos y los ruidos propios de la selva de la que distaban escasos metros y
le pareció que todo estaba en orden, que se encontraba donde debía y así se
sentía por primera vez en su vida.
Descansó sin sueños ni pesadillas,
con un sueño profundo. Amaneció tarde. Cuando despertó lo primero que vio en el
suelo fue su neceser personal y dentro de él dos vestidos perfectamente
doblados. Ni siquiera este hecho la desconcertó por su singularidad. Fuera de
la casa, en un cubo de agua se lavó y peinó y cuando estuvo preparada,
Cristóbal apareció tan súbitamente como la primera vez. La condujo en dirección
a la selva. Le acompañaban dos dominicanos cuya edad podría oscilar entre
veinte y veinticinco años y una jauría de niños que corrían detrás.
Al llegar a unos grandes setos,
comenzaron a descubrir, quitando rama tras rama, un vehículo todo terreno grande,
del mismo verde que las palmas y troncos que lo cubrían.
Uno de ellos subió al volante, le
indicó que se sentara a su lado y Cristóbal se colocó al otro lado cerrando la
puerta. El otro chico estaba en la parte trasera del Land Rover, protegiendo
algo que estaba tapado con una lona sucia y parda, en el suelo y de grandes
dimensiones. De este modo, comenzó su éxodo hacia lo desconocido.
(continua aquí )
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Aquí juego con ventaja (siempre lo hago) pues hace tiempo que lo leí (cortesía de mi buen amigo Ricardo). Creo que no te comenté nada al respecto así que, aprovecho y te lo digo aquí. Un relato magnifico (aunque viniendo de ti no siento ninguna extrañeza) y que te lleva en volandas a un mundo oscuro, lleno de magia negra, sujetos misteriosos y que dan mucho miedo, pero sobre todo lo que resalto de él es la excelsa fuente de datos y descripciones (que sé que es lo tuyo y que te encanta). En definitiva, que espero que todos los que acudís a leer en el blog de mi amigo, disfrutéis como lo hice yo. Un fuerte abrazo crack!!
ResponderEliminarMi leal y fiel amigo. Qué no haría yo por ti!!! Muchísimas gracias por tus ánimos y por tus palabras que elevan mi espíritu y mi ego. No obstante, es cierto que juegas con ventaja y que si no está en esta antología este relato es porque me fui de vacaciones y te desentendiste, pero el lugar de honor te pertenecía a ti, compañero.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Muchísimas gracias, Lucía. Siempre me es muy importante tu opinión, ya lo sabes. Y sí, es cierto que el ambiente se presta más a haitiano que a dominicano pero es que Haiti no lo conozco y la República Dominicana sí, además de que por la infraestructura de Haiti, se hacía menos verosímil las circunstancias de la historia. Pero muy buena apreciación.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte, Maga, desde Gandía.
Bonsoir Ricardo , j'aime cette histoire bien que la traduction soit parfois pas très nette pour vraiment comprendre j'ai relue ,
ResponderEliminarj'aime aussi ces histoires , normal j'ai sa dans le sang aussi ha ha ha mais pas du pays dont vous parlez, j'attends la suite , j'espère que vous ne partez pas en vacances , pas encore :-)
bises tendresse ...
Ma chére Soly Parvati, merci beaucoup pour l'avoir lu et pour ton commentaire si joli. Ne t'inquietes pas que je ne pars encore de vacances. Ça sera au moi d'octobre. Toujours en avril et octobre.
ResponderEliminarEt bien sûr que le lundi je ferais la continuation, je croi.
Je t'embrasse. Je te souhaite une bonne journée!!!
La pregunta del millón es... ¿para cuándo la continuación? La quiero yaaaaaaaaaaaa!!!! aarhagghjgrhghrghagharhaghgsh!!!
ResponderEliminarAys... Me ha gustado y, no se si se nota, espero con ansia la continuación... :)
Gracias por compartirlo compañero!
jajajajaja.... Gracias por tu entusiasmo, Ramón. Y sí, me he comprometido a publicarlo a la mayor brevedad posible porque ha gustado mucho. Estoy contento. Creo que la haré hoy mismo y, por cierto, ya tengo el cuento para el Jukeblog-concurso, jajajajajaja...
EliminarUn saludo.
Mi querido Ric. Me ha encantado y debo contarte que me sentí identificada con tu personaje. Hace unos años viajé a Santo Domingo y sin buscarlo me encontré con un brujo que llevaba chistera con calaveras incrustadas y un cinturón de patas de pollo acabe con el en Haití que no es muy recomendable de visitar y desde luego viví toda una aventura. Pero eso me lo guardo paa mis memorias estoy impaciente por leer el siguiente capítulo PD: te quiero.
ResponderEliminarHola, mi Mercy, sabía que te iba a gustar, lo que no sabía es esa coincidencia, jajajaja... eso me lo tienes que contar. Eres toda una caja de sorpresas!!! (claro que ya lo sabía, por eso me atrajiste desde el principio)... sshhss... que nadie se entere de lo nuestro...
EliminarGracias por pasarte por el blog que sé que lo haces siempre, pero esta vez te has hecho notar. Y eso vale un riñón.
Te quiero.
Por cierto preciosa la pintura de Olga. Y que envidia me da Ric la firma que tuenes de describir las cosas ! Cuanto tengo que aprender de ti.
ResponderEliminarEso en un ratito lo aprendes y si no, siempre puedes contratarme para que te ayude, que así me saco un sobresueldo, jajajajaaj...
EliminarEn cuanto a la pintura estoy totalmente de acuerdo contigo. Es una pintura buena y hermosa.
Un abrazo muy fuerte, Mercy.
Gracias Mercy!! es que con este relato chica, tenía el listón muy alto y ufff que nervios.
EliminarUn gran relato amigo, lleno de magia y misterio.. espero ansioso el siguiente!!
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Muchas gracias, Hammer. Viniendo de ti es un gran halago. Y no esperarás con ansiedad porque lo subiré hoy mismo.
EliminarUn abrazo, campeón.
magnifico que es este relato, antes de leerlo entero ya veo una historia que podria ser real... pero la magia hace tan bellas cosas que me pregunto si es una fiction o no :-) felicidades por todo eso, y te lo dire cuando terminaré cuya lectura, vale?
ResponderEliminarGracias por pasarte Benjamin por mi blog. Tienes razón en que puede ser magia porque existe, yo no lo dudo, tanto la buena como la mala y también la ficción, por lo que puede ser todo eso y más.
EliminarSi tienes un blog me gustaría conocerlo. Saludos, amigo.
Que pases un buen día!!!
Me gusta como nos llevás a meternos cada vez más a esa selva, yo no sé si dormiría ahí ajajj. Me gustan tus descripciones, (les presto atención para aprender vos no digas nada, no lo cuentes jiji)
ResponderEliminarQué decir de la pintura de nuestra bella Olga!! Es ideal, muy hermosa!
También creaste un ambiente especial con la música, como siempre la elegís con detenimiento.
Merecidísimo puesto número uno!!
Voy volando a comentar el otro, que estos días no podía comentarte este y ya vi que está el siguiente capítulo!
Abrazos amigo! :)
Me gusta mucho tu comentario, Karina. Muchas gracias, querida.
EliminarSobre la pintura de Olga es evidente que estamos de acuerdo. Pienso que la hizo mejor todavía de lo que yo esperaba. Me siento muy agradecido y admirado. Muy orgulloso de que la hiciera para mí y para este cuento.
Un abrazo muy grande, Karina.
PD Se ha notado mucho tu ausencia durante este tiempo. Te echábamos en falta todos.
Ricardo, esto que me gusta en ti es que tus escritos enganchan al lector de principio al fin. Mi mujer es dominicana, así que la historia me parece fascinante. Voy a toda marcha a leer la segunda parte. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarMuchas gracias, Sotirios.
EliminarMe alegro que tengas una mujer dominicana, pues son muy amables, por lo menos, en los dos viajes que hice a ese país.
Gracias por el comentario.
Un abrazo.
Ricardo, estoy como ves haciendo los deberes.
ResponderEliminarY visitar este relato aquí ha sido de impresión, me ha dado la energía me faltaba, aunque sea la una y media de la madrugada!!
ya te dije, repito, Iba leyendo y el color y el sabor me transportaba, la ingenuidad de la protagonista se me dibujaba a cada paso, la vegetación, el lugar, todo se agolpaba en la cabeza y me costaba eliminar datos para hacer la ilustración.
Elegí pintarla al óleo, para mí la técnica noble ( no quiere decir que las demás no lo sean, me encantan todas) pero esta la comparo con el oro, una joia de relato.
Así que comparto Ricardo, amigo, por votaciones hemos decidido que queremos continuación!!
Ayyy, mi preciosa pintora!!!
EliminarNada de este relato sería lo mismo sin tu pintura que para mí eres tú y es la prota, una persona como la que describo, valiente sin saberlo y sin darse bombo, rubio ceniza como describía, prestarle atención a todos los signos que nos rodean... Muchas gracias por haberme fabricado un sueño ya sólido.
Un abrazo muy fuerte.