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jueves, 16 de enero de 2014

EL SECRETO DEL HUEVO DE ORO IV, de Ricardo Corazón de León

Este relato largo viene de aquí


(Imagen encontrada en google)


 EL INTERIOR DEL GLOBO



En el pozo de hielo, Henry Meyer, armado con su pláser (mezcla de láser y plasma), de construcción japonesa y española, como explica la traductora, comienza la operación con su traje de amianto, blanco y su máscara de vidrio y acero, atacando con una lanza de luz azul.

Geraldine, con traje de amianto, se reúne con Henry y se arrodilla a su lado. Les protege una especie de escudo blindado colocado frente a sus muslos y contempla como el haz de luz rosa ahora, penetra dentro del oro, que hierve y se desvanece en olas de luz azul.

De pronto estalla un aullido sobreagudo. La llama, la luz, las ondas, el humo son violentamente aspirados desde abajo. El pesado escudo cae. Geraldine también y Meyer se agarra como puede al soplete, mientras alguien corta la corriente. Se ha penetrado en el globo y la succión es debida a que el interior está a bastante menos temperatura que en el exterior.

Magnus, moreno, pelo negro, ojos verdes, era delgado pero atlético y se destacaba por ser tranquilo, afianzado y seguro, ya estaba sobre el globo, al lado de Richard y de Brown, el ingeniero londinense de Televisión que trae consigo un grueso cable, que en su final está dividido con una cámara y con un reflector diminuto, pero potente.

Brown va dando las órdenes oportunas para introducirlo por el agujero que han hecho y Geraldine, se dirige al fondo del Pozo dónde están los receptores. Brown da la orden para encender la luz y grabar y de repente, todos sostienen el aliento.

La conexión es directa a cada uno de los hogares del mundo que tengan televisión a través del satélite particular de la estación Ibiza y lo que se ve no es más que un remolino de motas grises o blancas, según les de la luz del receptor.

─ ¡Arena! ¡Horrible arena…! ─grita Richard.

Son los remolinos provocados por la succión tremenda que se ha producido con la abertura del agujero. Enry Lavois ordena a través de los receptores que hagan saltar el fondo de la caja. Con la caja se refería a una estructura que hallamos cuando despojamos de arena el fondo del Pozo, de tamaño rectangular y sobre la que se apoyaba el Globo. Al principio, lo llamamos pedestal o base, porque era lo que parecía pero, no sabíamos exactamente qué es lo que contenía.

Ante esta orden se organiza un pandemónium porque muchos de los científicos creen que si se hace estallar la caja, el Huevo se caerá o podría ser algo muy importante y no querrían hacerlo saltar por los aires, así que tras un pequeño cónclave se decidió que, en estas circunstancias debíamos mejor intentar entrar por la puerta soldada que ya habíamos encontrado. Esta estaba lista para abrirse en cualquier momento. Así que se subieron en la canasta-ascensor, para llegar a la plataforma Helf, el jefe mecánico, Richard, Geraldine, Brown y su cámara digital, el africano, Numba, el chino, Li-Op-Te, el japonés, Kirushima, el alemán, Meyer y Magnus.

La puerta ya había sido abierta y no resultó mortal ni tenía adherido algún artefacto explosivo o detonador. Fue un alivio después de tanta tensión.

Éramos demasiados pero no se podía herir susceptibilidades de los países patrocinadores. Magnus fue el que primero entró porque lo pidió y además de ser el más joven, era el más delgado. Iba ataviado con un mono de color azul marino, con calefacción, botas de fieltro negras termo-aislantes y un gorro de visón. En el interior la temperatura era de 37 grados bajo cero. Así que Magnus llevaba una máscara de oxígeno preparada para ponérsela, una lámpara halógena en la frente y una pistola de partículas que le obligaron a llevar, en el cinto.

Desapareció en la luz dorada y luego en el negro.
(Pintura de MichaL Krancz)





─ ¿Qué ves? ─ gritó Richard.

Tras una pausa se oyó en sus receptores:

─ ¡Estoy de pie! Hay un suelo. Pero no veo… ¡Nada…! No hay nada que ver…

─ ¿Cómo que no? ─ chilló Richard.

Se situó en la entrada rápidamente. Su mono era rosa fucsia con un bonete en la cabeza de lana verde y coronado por un pompón multicolor.

─ ¡Va a hacer que todo se rompa! ─ gritó Geraldine.

─ No peso nada ─ contestó ─. Soy como un copo de nieve.

Y con una sonrisa se ajustó la máscara y entró, mientras la cámara y los reflectores halógenos le seguían. Magnus estaba parado en mitad del suelo de oro y cuando Richard y Helf estuvieron a su lado les mostró las paredes que eran de un color azulado claro como el cielo y cuyo aspecto era poroso, gomoso y entelarañado. En una figura rectangular apoyó la mano suavemente y una puerta se abrió, la retiró y se cerró. Richard que no podía permanecer más tiempo parado, empujó la puerta y entró. Había un pasillo muy largo hasta otra puerta del mismo color y los tres flanqueados por Magnus entraron. Al llegar al final, Richard extendió la mano para abrir la puerta pero esta atravesó la pared y volvió a sacarla, asustado. Mientras yo también comprobaba que la pared de mi lado era igualmente hueca. Al intentarlo Helf, se tropezó con Richard que se daba la vuelta y atravesó la pared gritando. A pocos segundos se oyó un golpe sordo contra el suelo y de repente, como si aquello hubiera disparado miles de bombas escondidas, las paredes se fueron cayendo, desmadejadas, deshilachadas… Todo a nuestro alrededor caía, en unos segundos pudimos ver árboles, atuendos, personas esculpidas, plantas, cuadros con pinturas, caballos, aves, collares, espejos, mesas, sillas… todo desaparecía y caía hacia el suelo y cuando llegaba ahí, sin oírse, subía un humo negro hacia arriba que nos impregnaba y no nos dejaba ver más.

Todo lo que en esa sala se hubiere acumulado durante mucho tiempo y, supuestamente, para preservarlo para el futuro, se evaporó. Cuando las paredes se disolvieron y el polvo negro no dejaba de subir, Richard me agarró fuertemente. Alrededor nuestro no había nada… ¡Nada…! Estábamos al final del pasillo de oro y solo quedaba ese pasillo de oro por el cual habíamos llegado. Helf estaba en el fondo del Globo, a ocho pisos de distancia, muerto, atravesado por una columna de oro.

Retrocedimos con precaución, de rodillas. Y sellamos la puerta hasta que se dilucidara lo que convendría hacer a continuación.


(Pintura ciclópea de Michal Krancz)

Este relato continua aquí.



17 comentarios:

  1. Ya apareció Richard, ese tío me cae muy bien. Ja,ja,ja,ja,ja,ja (y no es porque me vea reflejado en él, que conste yo jamás me pondría un pompon). ja,ja,ja,ja,ja,ja

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    1. Sí, ya apareció y que bien me cae el tipo ese, oye.
      Gracias por pasarte por aquí, esbelto caballero y dejar un comentario sobre esta feliz figura.

      Un abrazo.

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  2. Ricardo, gracias por mantenerme en tensión a base de pequeñas "píldoras"... me encanta!!!
    Frank, te queda divino el mono fucsia, jajajaja

    Besos.

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    1. Muchísimas gracias, Marta. Te agradezco tus palabras. Sí, le queda divino a Frank el mono fucsia y la bata con el pompón, pero si te fijas es muy feliz.

      Un abrazo.

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  3. Me uno a los halagos. Estas pequeñas píldoras, como dice Marta, nos están haciendo adictos. Al menos a mi.

    Saludos!

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    1. Muchísimas gracias, Ramón. Es un placer verte por aquí y que comentes. No te haces una idea de la ilusión que produce.

      Saludos.

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  4. Me mantuvo como en suspenso desde que comencé a leer.
    Me encanta, voy por más!!!´
    Cariños...

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    1. Muchísimas gracias, Oriana. Era lo que pretendía, así que me complazco en que te guste y te interese.

      Un abrazo.

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  5. Muchas gracias por ofrecernos estos tramos de tu novela en la que viertes de manera amena lo más atrayente y atractivo. Me produce casi un placer adictivo porque cada vez quiero más y además se pone más interesante.
    ¿Podrás superar a esta entrada algún día?

    Saludos.

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    1. Pepitoooooo... ¡¡¡Cuánto tiempo sin verte!!!
      Creí que te había tragado un lobo. Gracias por pasarte a leer y a comentar. Es un placer y un honor y espero haber conseguido lo que me preguntas con la entrada de hoy.

      Un abrazo muy, muy fuerte y un beso.

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  6. Ricardo, como se entera algún director de hollywood se la hace película. El tema es cada vez más interesante. Un abrazo, Sotirios.

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    1. Muchísimas gracias, Sotirios. En serio. Agradezco tu opinión. Y no estaría nada mal que se hiciera una película sobre esto.

      Un abrazo muy fuerte.

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  7. La verdad nunca me había interesado por este género literario, Ciencia-Ficción, pero gracias a ti Ricardo me has dejado sorprendida, gracias muchas gracias..

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    1. Muchísimas gracias, Salomé. A mí, como es de suponer, es el que más me gusta pero no el único.

      Un abrazo muy fuerte.

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  8. Al fin retomo la lectura! Frank con un pompón jajjaaa eso sí que jo lo imagino. Me gusta como va la historia.
    Observé una cosita en la mitad del segundo párrafo después del diálogo cuando dice:
    "Está estaba lista para abrirse..." creo que te referís a "Ésta".
    Un beso, sigoooo :)

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    1. Muchas gracias, Karina. Sigo tus instrucciones para quitar ese acento equivocado.
      Un beso y sí, es Frank.

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  9. ¡Genial Ricardo! Me gusta el ritmo de la historia y los escenarios son "carne de telefilm", que dirían en los Cincuenta. Abrazucu de los míos y Enhorabuena!!

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