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jueves, 19 de enero de 2012

LA DECEPCIÓN, de Isabel Oliva Yanes


                                                     



                                                               


      El mar horadaba las rocas lentamente con ese ir y venir sempiterno. Tenía ganas de llorar, de llorar de rabia, de tristeza, de impotencia… ¿Cómo había llegado a esta situación?... Ni en un millón de años lo entendería…
      Y el comportamiento de sus funcionarios!!! Asquerosos, traicioneros, cobardes!!!! ¿Qué les había hecho yo para que me detestasen hasta ese extremo? ¿Si apenas me conocían? ¿Cómo es que habían logrado ponerse de acuerdo –por una sola vez en su vida- para acabar conmigo?.
Hasta ahora no había reparado en ellos, en su actitud, era demasiado impactante lo sucedido como para hacerme cargo de otras historias.

      El día anterior, como tantos y tantos días me había ido del despacho tarde, muy tarde, casi demasiado tarde para cenar en ningún sitio.
Trabajo, trabajo, trabajo… y sola, sola, sola…
        
         Es algo que no llego a entender, ¿qué le pasó a Joaquín?...
Joaquín…!, ya solo pronunciar su nombre o pensar en él me traía unos recuerdos dolorosos a mi mente, demasiado dolorosos. Habíamos acordado que debía irme de allí, que las cosas no se estaban poniendo bien para mí y que era mejor que me marchara, que pidiera el traslado. Buscamos entre los dos qué destino era el que podía pedir que estuviera más asequible a los dos dentro de las posibilidades que había y después de decidirnos me ayudó con todo el equipaje, el traslado allende los mares y apoyándome todo el tiempo. Se quedó con mi casa y con la chica que iba a limpiarme. No estaba muy segura de que fuese a durar mucho en esa casa. No tenía sentido sin mí. A él le pillaba a 70 km del trabajo y eso pudiéndolo evitar no creo que continuase mucho tiempo. Se quedó con el teléfono aunque no recuerdo quien lo pagaba… -como para pensar en esas chorradas ahora-.
     
      Todo era amor y consuelo y, por fín, el tópico y típico adiós en el aeropuerto. Dejando a un lado lo demás, NUNCA, pero nunca volví a saber de él. No contestaba jamás a mis llamadas que sonaban una y otra vez con mi puta voz diciendo el número al que se llamaba y que dejaran el mensaje… No sé cuántas veces llamé… sé que pocos mensajes dejé –para qué, me iba a dar el mismo resultado!-, llamé a su oficina, a su trabajo unas cuantas veces hasta que me dio vergüenza llamar porque no quería ser la acosadora, jajajajaja… yo… la acosadora… estaba bueno!!!.

     Ahora que tanta falta me hacía no podía recurrir a él ni a nadie. A NADIE…, la maldita soledad de este inagotable e ingrato trabajo y también este se hacía añicos en mis dedos… horadándome por dentro como las olas hacían en las rocas que estaban bajo mis pies. No sentía nada, no sentía el frío tremendo de un día de diciembre cercano a las Navidades.

     Esta mañana me desperté como siempre, demasiado temprano, no podía con mi alma, estaba cansada hasta el tuétano. Sin apenas dormir, acostándome tan tarde que habían apagado hasta las farolas de “La Urba” y levantándome siempre demasiado temprano para el sueño que arrastraba… Debí dormirme… Cuando desperté eran las 10 de la mañana… Por Dios, por Dios!!! Uff…! A correr… ducha, café del día anterior, bien cargado y asqueroso y a vestirse de punta en blanco… todo un ritual… Un traje de chaqueta con minifalda a juego con los zapatos de tacón alto, con el bolso y con las uñas, blusa blanca debajo y por todo maquillaje, los carnosos labios de rojo Chanel.
         
       Conduje hasta el juzgado y milagrosamente hallé un sitio en la parte de atrás. Tanto mejor, así podía entrar por la puerta de atrás. Eran las 11 cuando crucé la puerta. Saludé a los dos funcionarios que se hallaban a mi derecha en su despacho, nada más entrar y me dirigí al despacho, sacando mi juego de llaves. Al ir a entrar, me fijé en que mi compañera tenía la puerta abierta y estaba hablando con unos señores que por la postura adoptada por ella debían ser alguien importante. Ella me vió y desvió la mirada inmediatamente. Ya estaba abriendo y vino Pilar corriendo: ”Corre, corre, date prisa, me susurró al oído”, ella era la mejor funcionaria que tenía en el juzgado y gracias a ella el trabajo en Civil iba de maravilla, dentro de lo que se podía hacer. Casi íbamos al día.
        Entró conmigo, casi empujándome
         -Ha venido la inspección!!!
         -Qué inspección?
        -No lo sé, no sabía nada, han aparecido de repente y prohibieron que te llamáramos. Yo iba a hacerlo pero el asqueroso del viejo se ha quedado pegado a mí todo el tiempo… Ya vienen!!!

        -Buenos días! Supongo que tú serás Isabel Oliva.

       Y a partir de ahí el día iba cayendo por un precipicio tan grande y tan negro como un pozo sin fondo.

     Mi despacho se hallaba hecho un asco. Mi meticuloso orden, casi maniático, había sido roto el día anterior porque los funcionarios uno por uno, decidieron todos, menos Pilar que ante tal atasco lo dejó para mañana, traerme todos los expedientes y todas las sentencias que estaban pendientes tan solo de firmar. Ya estaban resueltos o en trámite. Únicamente faltaba mi firma. Nunca me los habían pasado todos a la vez. En ocasiones tenía que recordarles que no veía firmas suyas por ningún lado poniendo cara de pocos amigos. Pero ayer antes de irse tooodos desfilaron para dejarme su firma en mi despacho. Así que en los dos butacones de madera labrada y terciopelo verde se encontraban torres y torres gigantescas de expedientes. También en mi mesa y en la mesa adyacente y en la del teléfono y en el suelo.
        
       Y yo que me había puesto tan contenta el día anterior cuando venían uno tras otro a entregarme la firma… JA!!! Contenta!!!
          
         El trabajo iba saliendo por fín… si, si…
         
        Todo el día de hoy pasaba por delante de mis ojos acuosos al mirar el agua, al darme cuenta de la traición de mis funcionarios, de la horrible decepción que había supuesto y… ¡¡¡la secretaria!!!.... la asquerosa de la secretaria, con su enjuta figura y su mirar torvo. Con ese acné asqueroso que le salía en forma de caspas gordas y asquerosas en las cejas, y yo que le había dado la fórmula ideal para acabar con ello… Ahora me arrepentía, me arrepentía de haberla ayudado, de tener la carrera de farmacia, de saber mucho, de haber creído que nada se me escapaba, de confiar ciegamente y de no confiar en nadie. Me arrepentía de todo ahora… Ella sabía que tenía la inspección al día siguiente. A ella y a todos se lo habían dicho menos a Pilar porque es mi amiga y a mí… Hasta mi compañera lo sabía y ninguno me había dicho ni media palabra… Me extrañaba el teléfono mudo esta mañana cuando desde las 9 o antes repiqueteaba incesantemente en busca de soluciones y hoy no había sonado ni una vez… ni una sola vez…
     
      No sé qué más podía ocurrir, qué nuevas formas de castigarme surgirían ignorando aún el motivo…. Si hubiera sabido lo que se me venía encima!!!... Si lo hubiese sabido!!!... me hubiera dado cuenta de que esto no era nada a comparación de lo que me esperaba, que esto solo había sido el principio de una larguísima persecución implacable durante años… Al menos, no me hubiera sentido tan mal como ahora con lo que me quedaba por delante…


ISABEL OLIVA YANES




9 comentarios:

  1. Me gustó la primera ves que lo leí, pero Ahora hasta me gustó más y ha quedado genial en el blog de Ric.
    Felicidades a los dos. A él por su blog, a ti por tu historia.
    Besitos para los dos.

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  2. Un buen relato, aunque lo de autobiográfico deja un regusto demasiado ácido.
    Si como parece por el relato hay hechos muy interesantes antes y después del tiempo en el que se desarrolla éste, Isabel quizás debería pensar en escribir una novela.

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    1. Avelino, gracias por tu parecer y sé que tengo material de sobra para escribir no una sino 5 novelas enteras, pero no me apetece, sencillamente no tengo tan desarrollado el instinto de escritor como para trabajar con ahínco en algo que no me interesa recordar.
      Es ahora y cuando pongo mi nombre en google y veo los artículos publicados sobre mí y se me cae la cara de vergüenza o veo como tratan al prepotente de Garzón en el Tribunal, como si fuera uno más de ellos, JA.
      A mí me hicieron sentar en el banquillo, además que me lo remarcaron bien "BANQUILLO" y nunca se me olvidará.
      Así que prefiero contar por diversión algún que otro suceso que no amargarme la vida cuando ya he logrado superar todo aquello. No soy masoca.
      Y realmente no tengo ningún deseo de venganza, lo cual no implica que si se mueren no me alegre, claro.

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  3. Estoy totalmente de acuerdo con Avelino y con Mercy , aunque ya lo había leído , no se , aquí me ha gustado mas ,y la música , que lo acompaña .... es perfecta y la foto espectacular .
    En cuanto al relato , también me gustaría saber hechos anteriores y posteriores , yo también voto porque escriba todo en una novela , que seguro y por lo que se puede ver , puede ser una novela larguísima ,y con mucha miga , ademas , ya te lo dije , me encanta como escribes .Sigue adelante ¡¡¡ escritora !!! Besosss.

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  4. AHHHH !!! se me olvidó felicitar al creador de blog , Felicidades Ricardo. que tengas mucha suerte en esta nueva aventura ,¡¡me encanta tu blog !! ,¡¡ Enhorabuena corazón !! y si necesitas ayuda ya sabes ...

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  5. Te agradezco, Ricardo, enormemente que pueda publicar mis relatos en tu blog, porque en el mío sería un saco de mierda al final.
    Agradezco vuestros comentarios que me llenan el alma de regocijo y me incitan a seguir escribiendo.
    Gracias a todos.

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  6. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  7. Por fin puedo comentar!!!!
    Aunque ya lo había leído, está diferente, la música, la foto, lo acompaña perfectamente, si antes ya me gustó, porque me impresionó tanto lo que contabas como la manera de contarlo, pues ahora mas, mucho mas.
    Un beso muy grande amiga, y sigue escribiendo, yo también voto por conocer toda la historia , ¡¡¡animate !!!

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  8. Ya te lo comenté en persona,pero no había vuelto a leerlo hasta ahora, con música y todo!. Decepción es poco para definir los sentimientos encerrados en el relato. Y solo es la punta del iceberg. Te dije, y lo mantengo, que esos H de P (se entiende? es que no se si se puede escribir hijos de puta) acabarán recibiendo lo que se merecen, y tu,estarás ahí para verlo. Ese capítulo, si que valdría la pena escribirlo, jaja! Me encanta tu forma de escribir, espero que este sea el primero de muchos relatos aqui, en el blog. Felicidades y ¡¡que les den!!

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