Luis Royo. Pintor contemporáneo y dibujante e ilustrador de fama internacional.
Yo sigo con mi rescate de los mejores relatos que he leído en los últimos años, tanto si se han publicado o no, son famosos o desconocidos. Empecé con Guy de Maupassant y seguí, seguí, seguí. Hoy José Martín Bartolomé, autor de SILENCIO y EL TIEMPO EN RUINAS. Podéis encontrar todo sobre él en su blog "Lo juro por mi tatuaje".
En este relato nace la figura de Silencio, un detective muy, muy especial que a mí me ha seducido y éste es uno de sus casos.
LA LUNA NO ES SUFICIENTE
Capítulo I
Si fuera un álamo, una luna, un dios luciente... Más sólo
soy un hombre en la ladera, un hombre sólo, apasionadamente.
Vicente Gaos.
Mi nombre es Jonathan Silencio, y mi trabajo es que sigáis
creyendo que vivís a salvo. Ambas cosas son falsas.
Escogí ese nombre por el personaje de Algernon Blackwood, un
investigador de lo oculto que él llamó J. Silence, cuando volví de la muerte.
En aquel momento, y aún hoy, yo no tenía memoria de mi pasado, ni recordaba mi
nombre o cualquier otro dato sobre mi vida. Así que escogí ese nombre, que
después de todo pegaba con mi nuevo trabajo.
Soy detective, investigador, guardián, cazador, como se
quiera llamar. Investigo lo que otros ignoran, me muevo por las sombras de la
noche para cazar lo que, de otro modo, os cazaría a vosotros. Y tampoco se me
caen los anillos por buscar a vuestro perrito o sacar fotos de vuestro marido y
su amante, si pagáis bien.
Llevaba cuatro noches pateándome las calles de Valladolid,
buscando pistas sobre una serie de asesinatos que la policía achacó primero a
bandas callejeras y después a perros callejeros. Eran tan inútiles que su
siguiente paso sería culpar a planos callejeros, pero por suerte, a mí me
contrataron antes.
La madre de una de las muchachas muertas había decidido que,
tras dos meses sin pistas, la policía no iba a conseguir nada, y que contratar
a un tipo discreto y con experiencia sería lo mejor.
La madre, cuyo nombre omitiré, había visto el cadáver de su
hija antes de que los forenses lo arreglasen. Fue ella la que lo encontró, en
la cochera de la familia, sobre y bajo el coche de la familia, y un poco en las
paredes de la cochera de la familia.
La noche del sábado, la chica salió con sus amigas a tomar
unas copas y bailar. Según las declaraciones de estas amigas a la policía y mis
conversaciones con ellas, se perdieron de vista en la zona de Cantarranas, y
cuando intentaron contactar con ella, el teléfono de la víctima estaba apagado.
Al parecer, alguien la siguió desde la zona de bares hasta
su casa, y ella fue atacada al entrar por la cochera. Yo suponía que no usó la
puerta principal porque la cochera quedaba más cerca de su habitación y no
quería despertar a sus padres, aunque ese era un detalle menor. Simplemente, no
me gustan los cabos sueltos.
Las anteriores víctimas, según los informes policiales que
un agente más amigo del dinero que de la honradez me había fotocopiado, fueron
tres prostitutas, muertas en dos noches diferentes del mes de agosto. La
policía pensó que se trataba de una lucha entre bandas rivales, y que las putas
murieron en alguna revancha o aviso de una banda hacia la otra. Un
enfrentamiento por el territorio, una llamada de atención para las demás chicas
de la calle. Algo así.
Esto habría tenido algo de sentido si las víctimas hubieran
muerto tiroteadas, rajadas o algo así, pero no era el caso. Las tres murieron
de la misma manera. Encerradas en una habitación, una de ellas sola, y las otras
dos juntas la noche siguiente, fueron atacadas por perros que destrozaron sus
gargantas y las destriparon. Imagino que no fueron muertes rápidas ni fáciles.
La teoría de la poli era muy simple. Los miembros de la
banda A, tratando de asustar a las chicas que trabajan para la banda B,
secuestran a un par de putas, las encierran en una habitación de hotel, sueltan
a los perros y dan un escarmiento, dejando allí el mondongo.
La teoría de la poli era una gilipollez.
En primer lugar, meter a uno o más perros de buen tamaño en
un hotel, por mucho que fuese una pensión de mala muerte, no es algo que se
haga discretamente. Además, las chicas trabajaban para la banda B, unos rumanos
bastante chungos, y estaban en su zona. Entrar en territorio de una banda
enemiga con perros salvajes y gente suficiente como para controlar a dos
rehenes a la vez... vaya, eso en mi barrio es pelea.
Yo estaba en mi habitación de La Cueva, una hostelería
bastante decente, con la ventaja de que sólo tiene dos pisos y se puede saltar
desde el balcón y huir por la calle Correos o por Campanas, y perderse en las
estrechas calles circundantes si las cartas vienen mal repartidas.
(Imagen obtenida de google)
(Imagen obtenida de google)
Llevaba cuatro cigarros y un par de Jack Daniels cuando
conseguí entrar en el ordenador de la Poli y ver las fotos de las escenas del
crimen. Mi contacto en la policía pedía demasiado por ellas, y la pensión
tienen wifi, así que tomé el camino difícil.
Acabé el bourbon de un trago al ver la habitación con los
cadáveres de las dos chicas. Era como si alguien hubiese lanzado dos Monster
Hiigh y un kilo de albóndigas contra el ventilador del techo. Hice de tripas
corazón, como alguien había hecho ya con ellas, y examiné las fotos con toda la
objetividad posible. Me costó otra copa.
Aquello era tan salvaje que habría hecho vomitar a los
perros.
Además, si uno se fijaba en las marcas de zarpas de la pared
y los desgarrones de los colchones, estaba claro que aquello no era obra de
ningún perro.
La única conclusión posible, la que jamás se plantearía la
Policía, era la que yo confirmé al ver aquellas fotos de la habitación, por
cuyas ventanas se veía claramente una luna menguante.
(Continua en este enlace)
Precisamente has traído a tu blog uno de los pocos relatos que he conseguido leer completo de José (no, no es porque no me gusten, al contrario, es por falta de tiempo), la verdad es que me encantó y, sí, hasta sentí envidia de lo bien que escribe. Excelente invitado Ricardo, felicidades. Abrazos y feliz jueves para los dos!!
ResponderEliminarMuchas gracias, Frank por pasarte por aquí y dejar tu huella, como siempre. Me alegro de que te guste mi elección.
EliminarUn abrazo muy fuerte.
Me gusta este Jonathan Sílencio y quiero leer más así que te dejo así el comentario y me voy al siguiente enlace.... quiero saber qué pasa!!!!ch. Allí comento!!!!
ResponderEliminarMuchas gracias, gatita. A mí también. Me alegro de que coincidamos.
EliminarUn abrazo, cielo.
Me encanta Silencio. Creo que leí este mismo relato, en su blog LO JURO POR MI TATUAJE, pero no me importa volverlo a leer una y otra vez.
ResponderEliminarMuchas gracias por seleccionarlo. Me gustan tus selecciones.
Felicidades a José Martín Bartolomé!!!
Un abrazo, mi niño.
Gracias, Isa.
EliminarCasi nos cruzamos, tú poniendo el comentario y yo respondiendo, jajajaja...
Me encantan tus comentarios.
Te quiero, guapa.
Gracias a Ricardo por dar este espacio a mi relato y a todos por leer, compartir y comentar.
ResponderEliminarGracias a ti por tu imaginación y buen hacer, José. Si no no estaría aquí tu relato.
EliminarUn relato muy entretenido y muy bien escrito voy rápido a leer la segunda parte que me muero de curiosidad. Un abrazo, Sotirios.
ResponderEliminarEl autor te lo agradecerá, Sotirios, y yo a ti por venir a visitar mi blog, el que no frecuento desde antes de estos mensajes. Qué horror!!! Pero cuando estás en época seca no hay tu tía. Hago ejercicios de escritura para no perder la parte técnica pero la musa, la imaginación, la historia que quisiera escribir no viene.
EliminarUn abrazo.
Te dejo otro comentario esperando que te lleguen y te des cuenta que nos has dejado con la historia en el momento más culminante.
ResponderEliminarVamossssssss...
Muchos besos.
Yastáaaaaaaaaa.... jhjajajajaj...
EliminarPrimer capitulo y ya me intrigo ...y lo de la policia corrupta . En cualquier Pais , incluyendo el mio ( mexico ) sigo leyendo...
ResponderEliminarMucho me alegro de que te guste, Manuel. Yo cada vez que lo leo me vuelve a enganchar y... tiene más historias, chaval.
EliminarUn abrazo.
Me encanta cómo escribe José. Lástima que el género... me da un poquito de "cosa", jajajajaja... Gracias, Ricardo.
ResponderEliminarGracias, Mary Ann. A mí también me gusta. Por eso le escogí y en cuanto al género, lo peor es en este capítulo, que resulta un poco escabroso. El resto no es tanto.
EliminarPero muchas gracias por pasarte, guapa. Ya sé que te cuesta mucho esta temática.
Un abrazo.