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martes, 20 de mayo de 2014

EL SECRETO DEL HUEVO DE ORO XVI, de Ricardo Corazón de León

Hace ya tres semanas que no he publicado ninguna entrada, quizás más. Tras estas vacaciones en la escritura hoy os pongo un episodio doble. Ya sabéis que en el anterior episodio nos quedamos aquí y toda esta historia empezó acá 
La historia es de ciencia-ficción, aventuras, acción, thriller y amor. Mirar a ver si os gusta. Espero que sí.


(Pintura de Lauren D. Adams)


(Música compuesta por Jaime Barkin para esta aventura exclusivamente. Detrás hay otras canciones que podéis escuchar).
Después de enderezar la Bola del Mundo señaló la Antártida y con un delineador dibujó desde Brasil, su punta, hacia abajo y uniendo en línea recta con África, para luego posarse otra vez en la Antártida. Mientras lo hacía y lo recubría de rayaduras indicando que esa era su tierra, pronunció su nombre Silver. Silver era su país. Cuando intentó señalar al enemigo dio más vueltas al globo y lo miraba extrañada, hasta que lo vio claro. Unió la punta de Canadá hasta mitad del Atlántico y desde ahí en línea recta hacia el sur y llegando a la altura de Brasil y acabando por el otro lado en la Cordillera Andina que todos conocemos. Luego rellenó todo, indicando que eso era tierra y ese país se llamaba UnderBov. De modo que las dos Américas del Norte y del Sur estaban unidas en una sola y la zona perteneciente al Caribe y mitad del Atlántico eran tierra del enemigo y había otro continente, actualmente Antártica que incluía todo el Polo Sur, desde Brasil, siendo todo tierra hasta África a la que incluía. Ese era el territorio de Silver.

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Ella se había hecho traer otros objetos de los que aún no habían visto ni investigado desde lo del accidente y muerte de Fiodor Vlaskov. Les mostró una cajita hecha de algo semejante al nácar de colores pero no era ese material. Joyce la abrió y procedió a tocar colores, aparentemente, al azar y cada vez que tocaba uno de la caja salían unos zapatos del color que había solicitado, en ese momento eran verde turquesa, tal y como iba vestida. Se parecían a unas manoletinas pero nada en su composición reconocían y la forma tampoco era exacta. Era como una segunda piel para el pie pero fuerte y resistente que abrigaba y al mismo tiempo impedía que cualquier piedrecilla o guijarro se clavase en el pie haciéndole daño.

Los científicos ya tenían otro artilugio para investigar. Se pusieron a palmotear como niños.

Geraldine le dibujó a Joyce un zapato de tacón alto y estrecho y ella lo miró horrorizada, pero la antropóloga le preguntó si la máquina era capaz de construir algo así, que no estuviera programado en su mundo.

¿Para qué quieres eso? ─ le preguntó Joyce.

Para usarlos en los pies.

A pesar del extrañado gesto que puso, parecido al de cuando alguien cree que otro está mal de la cabeza, se limitó a tocar una serie de colores y cuando le preguntó el color en que los quería, Geraldine dijo

Morados─ y le señaló sin tocarlo el color más parecido que había al morado en su cajita de zapatos.
(Imagen obtenida en google)


Joyce presionó otro distinto y salieron un par de magníficos y preciosos zapatos de tacón de aguja, igual que los que se llevaban en el siglo pasado y se volvían a llevar en este, por las chicas más a la moda. La única diferencia es que no estaban hechos de ningún material que hubieran hecho los humanos.

Muy contentos se quedaron todos y mucho más aún cuando después cogió algo que se asemejaba a un ábaco pero en donde las bolas contadoras no corrían a través de un cable o sedal si no en el aire, como ionizadas y cada vez que Joyce ponía su dedo en cualquiera de ellas una música diferente sonaba. Músicas relajantes, hechizantes, mágicas. Nunca oídas pero no por eso dejaban de apreciarse como auténticas melodías cercanas a la perfección. Además, Magnus y los demás, notaban sobre sí mismos, distintos sentimientos que les embargaban con las diferentes melodías escuchadas. En eso se diferenciaban de las humanas en que las nuestras podían producir esos sentimientos o los contrarios o no sentir nada, dependiendo de los gustos. Sin embargo, en el ábaco era imposible sustraerse a ellos. Todos sentían lo mismo, como si la verdadera magia del aparato no fuera ya solo la música armoniosa con que nos deleitaba sino la capacidad de producir diversos estados de ánimo y sentimientos en nuestros corazones.

Y de esta forma Joyce se echó hacia atrás cogiendo nuevamente mi mano y dando a entender que por hoy era suficiente. Los científicos se llevaron los dos nuevos aparatos como si fueran los regalos más hermosos y caros que les hubieran entregado en su vida. Iban a investigarlos y probarlos. Richard que les precedía con la cajita de zapatos iba caminando ridículamente sobre las puntas de los pies y silbando una de las melodías que había escuchado. Los demás le seguían señalándole y sonriendo. Eran felices.

Aquél día había sido fatigoso y pronto nos quedamos dormidos. Yo la contemplaba dormir, sentado en una silla con su mano entre las mías y agaché la cabeza para darle un beso pero temí despertarla y muchísimo más su reacción. Así que me enderecé, me estiré y me acosté en mi cama, próxima a la suya, con un suspiro de felicidad. Para mí lo que tenía ahora era todo lo que quería tener.
(Fotografía encontrada en google)
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Como era de esperar, la máquina de zapatos estaba igualmente vacía, al ser desmontada. No había ni una molécula o un átomo que se pudiera reconocer como propulsor de la energía necesaria para dotar a la máquina de lo necesario para hacer zapatos y sin fin. Eternamente.

Los zapatos resultaron ser como los vestidos, resistentes, nunca se manchaban, eran irrompibles, no se deformaban y hasta corregían las dificultades que tuvieran las personas al caminar. Servían de plantillas y de correctores.

La máquina fue otra cosa que interesó soberanamente a todo el mundo. Una máquina que con solo un toque podía aplacar a las masas vociferantes convirtiéndolas en hermanitas de la caridad o revolverles por el suelo en un ataque de risa sin precedentes.

Esto era un verdadero triunfo, pero debía usarse por todos y con prudencia pues si caía en manos indeseables o no adecuadas, se transformaría en un arma terrible contra la libertad.

Todos los hogares recibían con entusiasmo estas nuevas. Los más humildes pensaban en poder por fin, alimentarse, vestirse y calzarse.

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(Imagen encontrada en google)
Arthur y Edwina fueron los últimos en abandonar la enfermería y tras una ojeada, subieron al ascensor, se bajaron y cerraron la puerta.

De detrás de unas cajas recién traídas se alzó una sombra. Era un hombre que estaba a punto de congelarse, después de esperar agachado más de una hora. Se frotó, saltó, volvió a friccionarse, corrió sin moverse, hasta que sintió que por su cuerpo volvía a circular la sangre. Se dirigió con presteza al laboratorio de imagen y lo abrió. Conocía los mandos. Vio la cámara principal que siempre estaba enfocada en el interior del globo, en dirección al hombre, a Plinio. Manejándola la detuvo en un punto en las estanterías, donde se encontraban los enseres y objetos que Joyce no había reclamado o que aún no se habían investigado y, localizó lo que estaba buscando, agrandando su imagen. Era el arma. Eso es lo que venía a buscar.

No había conseguido ningún traje de astronauta, de esos especiales, pero sería cuestión solo de un minuto y estaba bien abrigado. Sin dudarlo se dirigió al globo, aprovechando que ahora no tenía centinelas, entró y le sorprendió esa estructura de oro, armazón inequívoco de una casa o un edificio o algo similar, aunque muy distinto a cuantos había visto. Sabía por dónde había que ir y no perdió su tiempo. Subió los escalones y pulsó en la puerta del huevo, que se abrió. Entró y se dirigió hacia la estantería, mientras notaba cómo sus pies se helaban, sus pantorrillas, sus manos y brazos. Entonces respiró y los pulmones y su garganta, el esófago entero se congeló. Se le congelaron los ojos, la nariz y aún le dio tiempo a sentir cómo se le congelaban los genitales y el cerebro. Al caer se estrelló contra la nariz que se rompió, pero él ya estaba muerto.

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(Fotografía mía del glaciar Upsala, en Argentina)

Cuando Frank Spoiler apareció en el centro de información y vio la cámara movida, maldijo en voz alta, preguntando quién había sido el último en tocar la cámara. Nadie había, así que no esperaba respuesta y miró la pantalla. Se veía muy claro lo que enfocaba: el arma. Sondeó en busca de cualquier alteración visible. De la nieve en polvo que había en el fondo del huevo asomaba algo de color negro que no podía determinar, así que dio la voz de alarma.

Todos acudieron volando y en menos de doce minutos Richard, Robert y Magnus estaban con sus trajes de astronautas accediendo al globo interior y bajaron por las escaleras hasta lo que parecía una mancha negra. Se trataba de un hombre sin escafandra ni traje espacial que había muerto congelado. Los técnicos intentaron llevárselo de una pieza pero fue imposible y acabó partiéndose en cinco trozos.

Una vez descongelado registraron sus bolsillos y vieron la tarjeta de acreditación de periodista, representante de El Universal, de Venezuela, coincidiendo su foto con lo que quedaba de su cara.

Después de emitir esta noticia, Enry Lavois les dio, de nuevo, consejos y órdenes a los periodistas para que no accedieran a las instalaciones que tenían prohibidas, no sólo porque era muy peligroso, como podían ver sino porque el momento era muy delicado, estando pendientes de reanimar a Plinio.

En cuanto bajaron de nuevo al Laboratorio les informaron que el hombre que había muerto no era quien decía ser y que El Universal, de Venezuela no tenía a ninguna persona en nómina que se llamase así y que su enviado era el mismo que el de Colombia, de El Periódico. Se reunieron los principales investigadores con los técnicos y los médicos. Se imponía reforzar las guardias, puesto que si no pertenecía a ningún periódico estaba claro que era un espía tratando de llevarse algo, de destruir pruebas o incluso, de dañar de forma irreparable a Plinio.

Esto no lo podían consentir, pues las diferencias entre ellos, culturales, políticas, militares, sociales… quedaban barridas por el sentimiento común que les embargaba: el deseo de saber más y de ponerlo al servicio de toda la comunidad, para la Humanidad entera y no solo para unos pocos. Aquí funcionaban como una sola mente y un solo corazón. Alguien propuso contratar mercenarios, pero Numba, el africano, se opuso rotundamente. Llegaron a la conclusión de que comprarían armas y se defenderían ellos mismos. Al encargo de la compra armamentística, Numba se ofreció, acompañado de Kirushima, el japonés y desde ese momento en adelante, irían por parejas, sin despegarse y siempre un oriental con un occidental. Ninguno tuvo nada que objetar y Numba, Kirushima y Robert partieron a comprar armas. Tenían suficiente dinero con mil kilos de oro puro, que habían ido sacando de los bordes y de los deshechos.

Este nuevo acontecimiento había producido el efecto contrario al que se esperaba, una anarquía, un desconcierto y una desorganización. Por el contrario, se habían fortalecido los lazos y la unidad entre todos los miembros de la expedición, sin que por ello nadie se fiase del todo de nadie. La firmeza y estabilidad de la expedición se reafirmó. Habría turnos de veinticuatro horas. En ningún momento se dejarían solos a la pareja, ni las instalaciones, ni las entradas. Trajeron perros detectores de minas y otros explosivos. Un robot sería imposible de manejar para hacer algo en contra de un ser humano, por lo que quedaban descartados.

Pusieron dos bombas en la entrada del ascensor que permanecían siempre en uso, salvo que ellos autorizaran el paso de alguna persona. Entonces las bloqueaban, poniéndose en comunicación con Ibiza Dos quien interrumpía la acción de estallar.


Continúa aquí
 

18 comentarios:

  1. Que buen regalo nos has hecho hoy, Ricardo, nada menos que dos capítulos... woow (y aún así me ha parecido poco). Jo, es que cada vez está más interesante y se lee tan fácil que se acaban muy pronto... Bueno, hala, a tener paciencia y a esperar los próximos (qué remedio). Un fuerte abrazo amigo mío!!

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    1. Muchas gracias, amigo mío. Gracias por tu fidelidad y no sabes lo que me alegro de que te guste. Es lo mejor para un escritor aunque tú de eso sabes más que yo, eh? jajajajajaja...

      Una abrazo muy fuerte y que sigas con tus excelentes poesías y tus nuevos libros, Adelante!!!

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  2. Ricardo súper bueno!!! Te felicito!!! Valió la espera.Gracias por editarlo.
    Un gran saludo.

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    1. Muchísimas gracias, María. Gracias por tu fidelidad y me alegro de que te haya gustado.

      Un abrazo.

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  3. Cada vez más interesante y esos artilugios son impresionantes!!! Vaya imaginación !!
    Yo también quiero unos zapatos morados con vestido a juego!!
    Sigue publicando corazón que merece la pena esperar para leer esta estupenda historia. Un beso!!!

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    1. Gracias, carita de azucena. Lo de morados era una indirecta muy indirecta, verdad? jajajajajaja... También lo de zapatos y vestidos, ya sabes... imaginación.
      Muchísimas gracias por tu entusiasmo, Bella.

      Te quiero.

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  4. Muy buena la historia. Llevada de forma de atrapar al lector. No había entrado antes en tu blog, de ahora en más no dejare de visitarte. Saludos.

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  5. Muchísimas gracias Mirta. Es un gran placer que te haya gustado. Siempre hay sitio para nuevos lectores. Date una vuelta por el blog y encontrarás a otros escritores que también publican aquí, poetas, eróticos, cuentos de niños, de terror, etc... Somos un grupo muy variopinto.
    Saludos y encantado de conocerte.

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  6. Desapareció mi comentario... Este blog tiene magia ajajj ¿Qué hiciste Ricardo? Eso fue por que aparecieron los mensajes desde google y zas!
    En fin, ahora no me acuerdo qué te había dicho ajajaj. Pero esperamos el próximo capítulo. :)
    Besos!
    No me borres :( ajajaj

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    1. es verdad!!! me borró!!! verás si te cojo, me cachissssssssssss!! Kary ya no me acuerdo, pero lo que dije era bueno.

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    2. Yo no lo sé, jajajajajaja... De verdad que no sé qué pudo pasar y sé que estaban porque los respondí, jajajajaja... pero primero los puse para compartir en g+ y luego los quité porque no encontraba ninguno. Y en el camino se perdieron, jajajajajaja... Por comentado me doy y muchas gracias, Karina y Olga por leerme y por comentar.

      Un abrazo fuerte a las dos y yo no borré nada, jajajajaja... y menos cuando era tan bueno como vuestros comentarios.

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    3. Gracias a don Facebook los recuperé!! ajajaj copiiioo:

      Yo, o sea... Tuliparina ajaj:Pero qué buena se pone la trama. Es de merecer muchos halagos esta historia y claro, vos también que sos el autor jajaj. Fantástico Ricardo, me gusta mucho como vas sorprendiéndonos en cada entrega.
      Y como siempre con una bonita compañía musical y fotográfica.
      Un beso!!!! Besotes :D


      Olfa: Todo el relato es una maravilla, pero no puedo evitar en quedarme sorprendida en algunos inventos a patentar en el futuro.
      Esperando la próxima entrega Ricardo.


      Listo!!! wiiii ♥

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  7. Bueno, esto cada vez es más interesante, tiene más trama, más imaginación y lo principal captura totalmente el lector y quiere leer más y más. Gracias ,amigo, por regalarnos dos capítulos, y enhorabuena por tu inagotable imaginación. Un fuerte abrazo, Sotirios.

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    1. Muchísimas gracias, Sotirios por tu fiel lectura y por tus comentarios que hacen que me suba la autoestima y me estimule a seguir publicando.

      Un abrazo muy fuerte, Ricardo.

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  8. Me había vuelto a retrasar. Me encanta cada nuevo invento que te sacas de la manga. Eso sí, lo mejor de este capítulo ha sido la muerte del intruso. Impactante.

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Perdona, Lo eliminé porque me equivoqué de entrada. Tío, espectacular la imaginación que tienes porque además estos inventos son genuinos y puramente originales. Me impactó la muerte del merodeador. Muy buena.
    Veo que si yo voy con retraso tú te estás quedando con nosotros majete. Venga publica ya de una vez que otra vez, vas con retraso.

    Un abrazo, amigo.

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  11. Sigo poniendo al día el retraso que llevo (no el mío propio, el de la historia...) :)
    Saludos y sigo!

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