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lunes, 17 de marzo de 2014

EL SECRETO DEL HUEVO DE ORO XII, de Ricardo Corazón de León

Un nuevo fragmento de esta apasionante novela en la que acaban de... bueno, será mejor que lo leáis por vosotros mismos. Esta proviene de aquí.









(Pintura de Patricie Murciano) 

(Love me de Secret Garden)
Las horas siguientes fueron interminables, los técnicos, Kristian y Magnus no dormían, no paraban de trabajar, sin comer ni beber. Magnus subía y bajaba, yendo de la sala de la Traductora a la base exterior donde se encontraba Joyce. Le quedaban pocas fuerzas para seguir viva y Magnus azuzaba una y otra vez a todos los colaboradores de Kristian y a este mismo. No servía de nada pero le dejaban hacer.
No dormía nadie, las manos no eran suficientes y sin parar se introdujeron todos los datos conocidos, confirmándose en primer lugar que se trataban de dos idiomas diferentes para hombres y mujeres, también incidía en la escritura la edad, el tiempo o época por la que estaban pasando en aquel momento y una confusa multitud de complejidades más.
El siguiente día memorable se produjo sesenta horas después, cuando Kristian anunció que Kris y sus decenas de ordenadores conectados habían culminado el proceso de traducción y un nuevo lenguaje fue añadido a sus dieciocho. La frase que Joyce repetía sin cesar era “comida de colores”, “comida de colores”
El público aplaudió, saltó y gritó acaloradamente, celebrándolo de nuevo.
Solo Magnus después de haber cogido un transmisor-receptor, se abalanzó sobre la puerta de la enfermería donde se encontraba Joyce, atada y con la vía metiéndole el alimento y la mirada perdida. Desenchufó todos los aparatos, le quitó la alimentación en vena, la desató y cogió el abrigo de astracán que llevaba y se lo puso a ella, que no podía moverse de pura debilidad. La cogió en brazos y evitando encontrarse con nadie, la bajó a Ibiza Dos, a la enfermería donde se hallaban sus cosas, su equipaje y que era lo que tendrían que haber hecho desde el principio. Le colocó el auricular en forma de almendra en la oreja. Ella quiso librarse pero no tenía fuerzas para rechazar lo que suponía otra tortura más.
Entonces Magnus le habló.
          ─Somos amigos, Joyce, somos tus amigos ─y ella al reconocer su propio idioma pareció sorprendida, abriendo un poco los ojos pero luego volvió a cerrarlos ante el cansancio.
              ─Dormir, solo quiero dormir ─decía ella.
            ─Solo una cosa más antes de dormir. Te lo aseguro ─decía Marcus─. Solo fíjate en tus cosas y señala la comida de colores cuando la encuentres.
Joyce al ver sus cosas pareció reaccionar pero estaba demasiado débil como para hablar. Fui paseándola en brazos, por delante de los objetos alineados hasta que señaló uno determinado.
Los demás científicos y médicos siguieron a Marcus intrigados, aunque solo se permitió el paso al equipo médico y a Richard que declaró estarse tan quieto y silencioso como si se tratara de un mosquito. Todos sudábamos copiosamente, ya que en seguida que entró ella aumentaron la temperatura para que no tuviese frío.









(Imagen obtenida de google)
El objeto por ella señalado era como un cilindro del tamaño de un antiguo y desfasado CD y de unos diez centímetros de alto. Estaba bordeado de luces de colores, de todos los que contenía el arco iris y en la parte de abajo un pequeño botón como si fuera una cafetera de las de vapor. Ella me indicaba, más cerca de la muerte que de la vida y yo le acercaba la mano para tocar con su dedo índice un color tras otro, cuando terminó señaló el botón que estaba en el soporte abajo y yo lo apreté por ella. Inmediatamente se alzó una bandeja de oro circular con pequeñas esferas de los colores que ella había tocado e intentó introducirlos en su boca, pero no tenía fuerzas. Tuve que ayudarla a abrir la boca y le puse una esferula dentro. No masticó, por lo que dedujimos que se había diluido en el interior de su boca, al ver subir y bajar su garganta. Yo seguí dándoselos lentamente y ella sin masticar lo tragaba. Hasta que por sí misma los cogía y se los llevaba a la boca.
La deposité en la camilla para que pudiera seguir alimentándose y en cuestión de minutos la cámara de televisión recogía cómo Joyce por sí misma consumía una tras otra esas esferas y cómo lentamente su tez tenía otro color. Los profundos surcos negros de sus ojos habían desaparecido y se empezaban a rellenar los huecos de los pómulos y sus labios volvieron a ser carnosos y rosas como cuando la revivimos. Su pelo también adquirió consistencia y brillo, sedoso y suave. Ella no paró de alimentarse, con pausas y despacio, bebiendo agua cada poco, durante una hora. En ese tiempo renació Joyce como un melocotón a punto de ser saboreado. Se presentaba tan bella y suave, tan bien formada y con su suave color otra vez. Sus pechos aumentaron y se les veía turgentes, sus brazos y piernas se rellenaron y sus costillas fueron cubiertas por la carne que le faltaba. Toda ella volvió a quedar como recién despertada. Y la felicidad de nuevo reinó en todos los hogares y en la base.
(Pintura a lápices de color de Rebecca Blair)
Los científicos querían saber cómo era posible ese súbito cambio, pues era evidente que se trataba no solo de comida sino de un regenerador completo. Algo así como el suero universal. Los efectos producidos estaban a la vista. No solo se había alimentado, sino que toda ella se había transformado y tenía la misma fuerza y vitalidad que antes de perderla.
Los súper-ordenadores fueron desconectados de Kris y volvieron a sus antiguos oficios, comunistas, capitalistas, empresariales…
                                   **********
Desde ese momento los científicos expertos en todos los campos comenzaron a investigar nuevamente los objetos que la acompañaban en su viaje. Empezando, obviamente por la “comida de colores”. Habían visto cómo ella accionaba su funcionamiento e iban a probarlo.
Le apretaban un color y aparecía en su bandeja de oro una cápsula de igual tonalidad. El primero en probarlo, pese a los recelos de los demás, fue Richard quien tomó una de esas cápsulas.
─No está mal, no tiene ningún sabor, salvo algo ligeramente dulce, tiene la textura de una gominola, sin azúcar por encima, pero cuando se aprieta contra el paladar se abre y se derrama un líquido por la boca que se traga.
Probó algunas más, intrigado y finalmente lo dejó en manos de los “linces” que se pusieron manos a la obra para averiguar, qué era lo que construía esas materias en cápsulas ─las cuales, una vez analizadas habían resultado ser simplemente albúminas, ácidos protéicos, glúcidos, lípidos, hidratos de carbono, aminoácidos, vitaminas y minerales. Todos los componentes necesarios de una dieta sana y una buena alimentación.
Desarticularon todas las piezas, una por una, para desentrañar el secreto de esa producción interminable de Maná y después de destriparlo no encontraron nada… Solo una estructura filamentosa de oro donde encajaba cada pieza quitada. ¡Vacío! ¡No había nada! Ningún invento o artefacto microscópico que diera con la solución de los problemas del hambre en el mundo…  No había lugar para ninguna materia prima ni en polvo, ni en líquido y tampoco motor que la hiciese funcionar en apariencia. Volvieron a montarlo, desilusionados y pensando que podía no funcionar ahora, pero, inexplicablemente siguió expulsando cápsulas alimenticias, tantas como le solicitaban.
Para ellos era un gran enigma que tenían que resolver porque eso les llevaría a solucionar el problema más grande de la humanidad: el hambre. Y, pese a haberlo desmontado entero no habían averiguado nada nuevo.
Le preguntaron a Joyce, a través del único idioma que estaba conectado su transmisor y solo de uno en uno, lo que lo hacía muy dificultoso, qué método producía o creaba los alimentos y qué ocurría cuando se acababan los alimentos pero ella no sabía nada de la forma de producción y no entendía la palabra terminar
─Siempre hay comida en “comida de colores”, siempre ─sentenció.
─Pero ¿con qué funciona? ¿Qué la hace funcionar? ¿Cuál es su fuente de alimentación? ─preguntó Richard.
Ella hizo un gesto señalándole a él, a ella misma, comprendiendo el exterior y dijo ─Tu energía, el Todo, mi energía, la energía que está en todas partes. La Energía Universal.
─¿Y cómo se transforma esa energía para hacer que funcione la máquina? ─insistía Richard.
─Coban sabe. Él es sabio, lo sabe todo.
El resto de cuerpos extraños hallados junto al dispensador también fueron objeto de estudio. Uno de ellos, que había cogido Joyce, y que parecía un estuche de maquillaje con todos sus colores, proporcionaba en una bandeja cuadrados de colores, texturas, formas y tamaños diferentes. El que Joyce había escogido esa vez era un cuadrado de tela que en sus manos, de forma inexplicable, se convirtió en un mono ceñido a cada curva de su cuerpo de color dorado, media manga y media pierna con escote ceñido al cuello, que moldeaba perfectamente su silueta y hacía resaltar toda su femineidad.
Lo más sorprendente es que ella pareciera no notarlo nunca. Cada paso, cada movimiento, cada gesto despertaba sensaciones olvidadas, lujurias y sentimientos perplejos. Era admirada y deseada por todos los que la rodeaban pero ella no era consciente de ello en ningún momento por más que fuera evidente para los demás. Esa actitud todavía la hacía aún más deseable. Su extraña inocencia.





















(Pintura hiper-realista de Willi Kissmer)
La tela de la que estaba compuesto este conjunto no era conocida en la Tierra, parecía una tela o un papel pero no era ninguna de esas dos cosas. Joyce no conocía tampoco su nombre ni cómo se hacía. ─Creo que con las preguntas que le hacíamos cada vez nos consideraba más necios, y yo empezaba a darle la razón. La diferencia abismal entre su civilización y la nuestra no era comprensible para una mente de su época y tampoco la suya para nosotros. Lo único en que la aventajábamos es que nosotros sabíamos, por ella, que podíamos alcanzar ese nivel y nos pondríamos rápidamente a ello, mientras que para ella los milenios transcurridos de tecnología y adelantos en su mundo, le hacían incapaz de comprender preguntas y procesos simples de planteamiento que para ella eran solo objetos para su uso.
Le pidieron que sacara otro traje para poderlo examinar y retuvieron cómo se hacía para obtenerlo. En la bandeja se depositó una tela sutil como la seda o incluso la gasa de color verde esmeralda jaspeado con marrones y azules como si fuera la cola de un pavo real.
Con la tela entre sus manos y el “guardarropía” se fueron a investigar y comprobaron que aquella tela era ignífuga, impermeable e irrompible. No se podía quemar con fuego, ni con ácidos, ni corrosivos, ni ensuciar con ningún tipo de sustancia. Estaban como niños, emocionados, a aquellos viejos calvorotas y pensadores les brillaban los ojos pensando las maravillas que podrían hacerse para todos los desarrapados y para evitar la contaminación de ríos, mares y océanos por el vertido de cantidades industriales de detergentes para lavar la ropa. La cantidad de animales que no serían matados para lucir sus pieles.
Tuvo que mostrarles varias formas de hacer vestidos pues ellos no sabían cómo ponérselos y ella les enseñó sobre el cuerpo de una técnica, que estaba entrada en carnes, y vieron cómo la misma tela que acababa de usar ella, en rojo sangre y que iba anudada a su cadera, servía para vestir a la señora.
Se sintieron felices finalmente cuando vieron que la tela que había parecido solo una tela, un cuadrado plegado de ella, en el momento en que se adaptaba a un cuerpo, lo vestía con indiferencia del volumen de la persona sobre la que se pusiera pues siempre parecía adaptarse con la misma facilidad… ¡La tela crecía o menguaba según las necesidades…! ¡Era un milagro!

(Pintura hiper-realista de Willi Kissmer)

Y no solo había multitud de formas, colores y estampados, sino que las telas también eran de diferente composición, haciendo parecerse a las múltiples que existían en la tierra, pero todas con las propiedades mayúsculas de la primera. Adaptables e indestructibles y no susceptibles de ser ensuciadas. Los científicos no se daban cuenta de las consecuencias enormes de lo encontrado y de su utilización. Ellos sólo querían saber cómo se hacían esas telas y qué composición tenían que las hacía tan perfectas.
Pronto comprobaron que en verdad era un milagro cuando después de destripar otra vez la máquina de crear ropa encontraron el mismo resultado que en la anterior… ¡Nada! ¡Absolutamente nada! Un amasijo de piezas que por sí solas no tenían razón de ser pero que una vez unidas, sin motor, sin fuente de abastecimiento o de energía, producía interminablemente telas sintéticas de todos los tipos, gustos y medidas.
Todo un reto para la investigación y para sus ingenios que les convertía en impúberes apasionados y sobreexcitados.

                                             

19 comentarios:

  1. No hay duda mi querido amigo que eres una caja de sorpresas (aunque a mi ya nada me sorprende de lo que escribes, tienes una magia en tu pluma increible). Cada vez te admiro más... un fuerte abrazo.

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    1. Muchísimas gracias, Frank. Como siempre, tú el primero en comentar. Me alegro mucho que te haya gustado. Es lo que pretende cualquier juntaletras y, por supuesto, todo escritor.

      Un abrazo muy fuerte.

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  2. Un placer para los sentidos!!!
    Me siento tan ávida de saber cómo los investigadores... y deseando conocer al hombre...
    Gracias!!!
    Besos...

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  3. Muchísimas gracias, Marta. Me encanta tu entusiasmo, tu interés y tu enganche capítulo tras capítulo. Gracias por tu lealtad y fidelidad.

    Un abrazo muy fuerte.

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  4. Buen trabajo, Ricardo!!! Interesante... continua, verdad? Saludos!!!

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    1. Muchas gracias, Francisco. Yo también te he visitado y también me ha gustado mucho la única poesía tuya que he leído.

      Continua, por supuesto. Y gracias por comentar.

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  5. La madre... ¡qué mal rato me has hecho pasar por la pobre Joyce!, jodío...jeje
    Cada vez se pone más interesante la historia. Hay más cosas que queremos saber y tu nos las racionas sabiamente.
    Grande Ricardo!

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    1. Muchas gracias, Ramón, por pasarte por aquí!!! jajaajajajaja...
      Yo aún me he quedado con el buen sabor de boca de tu último relato. Fantástico!!!

      Un saludo.

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  6. Pero bueno!!! me encanta esta parte!! oye en serio, quiero esa ropa. No me gustan las tiendas pero la ropa me encanta, me estás diciendo que con estas telas siempre se viste una de maravilla? Genial! y una comida de colores con extra de hierro? Admiro esa civilización. Esperando la siguiente parte...

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    1. Jajajajajajaja.... Muchísimas gracias, Olga, mi amiga pertinaz y constante. Dios te lo pague con buena salud.

      PD: Te mandé ya los jamones.
      Un abrazo muy fuerte.

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    2. Llegaron dos, ese no era el trato! jejejeje

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  7. Según avanza la historia me da cuenta lo difícil que es escribir una novela de estas características. Tienes que inventar cosas de una civilización avanzada y eso es sumamente difícil pero tú saliste triunfador de eso, amigo Ricardo. Un fuerte abrazo, Sotirios.

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    1. Sí, es difícil porque si no te das prisa en escribirla Sotirios, a la que te descuidas, las cosas que pones como futuras ya son una realidad, jajajajaja... y sobrepasan el presente de mi novela.

      Muchísimas gracias, Sotirios.
      Un abrazo muy fuerte, campeón.

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  8. Me encanta. Sorprendente, fascinante... me imagino esas máquinas maravillosas en las manos de los científicos y debe de ser como meter a un niño en una juguetería gigante... jajaja...
    Me tienes atrapada, Ricardo, enhorabuena.

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    1. Muchísimas gracias, Lucía por tus palabras. Y lo has definido perfectamente.
      Te tendré atrapada durante muuuuuchos fragmentos.

      Un abrazo, Lucía.

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    2. Pues sí es exactamente la impresión que quería dar con esas caras de satisfacción y frotándose las manos como quien va a darse un festín. Muchas gracias, Lucía por tus palabras.
      Seguiré con nuevas aventuras.

      Un abrazo.

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  9. Fantástico, no sé cómo hacés para sorprendernos así. Yo también quiero esas telas ajaj. ¡Muy buen capítulo!
    Y como siempre, música e imágenes, una delicia. Ahora la imagen que más me impactó, por su belleza, es la Rebeca Blair... Por dios! Bellísima!
    Sólo una consulta Ricardo, ¿hay dos capítulos XI? ¿O no me di cuenta que es el mismo solo que en dos partes?
    Un abrazo grandote,

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  10. Tú como siempre pendiente a todo, Karina. Tienes toda la razón hay dos capítulos XI y este sería el XII. Ahora me pongo a ello.
    Y Rebecca Blair es una pintora contemporánea, para mí la mejor con los lápices. Pues todas sus pinturas son hechas a lápiz, unas en blanco y negro, otras en colores. Si quieres seguirla está en facebook.

    Un abrazo enorme.

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  11. Ricardo, eres muy especial.
    Haces de tus relatos una composición amena, se leen con rapidez y sin ganas de que se acaben!
    Que suerte haberte conocido! y añado lo que te dice Frank Spoiler, tienes magia en la pluma.
    Gracias y permíteme, un abrazo.

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